ALEGREMIA
II - HISTORIA DE LA ALEGREMIA
Corría el año 1996. Llegamos a una comunidad rural donde nos esperaban un grupo de “doñas” campesinas.
Muy curiosas estaban, pues habían oído por radio acerca de las NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas) y querían saber más. Tratamos de explicar que se trataba de una combinación de indicadores realizados por un Instituto del Gobierno para determinar la cantidad de hogares pobres.
Tras unos instantes de silencio y cuchicheos, comienza una conversa muy especial reflexionando acerca de cuáles son realmente las necesidades básicas. “Lo básico”, nos dicen, “es lo básico, lo esencial, lo que no puede faltarle a nadie”
Y así van surgiendo aquellas cosas consideradas como esenciales por ese grupo de doñas. Mágicamente todas comienzan con la letra “A”: Aire, Agua, Alimento, Albergue, Amor.
Se comenta con alegría acerca de cada una de estas cinco “A”…
“¡Gracias a Dios que vivimos en el campo! ¡qué lindo aire que respiramos! Nada que ver con la ciudad, con humos, olores, ruidos…”
“Si Dios nos envía el agua de lluvia que es pura, ¿por qué tenemos que hervirla o ponerle cloro?… ¿Quién la contamina?”
“Nosotras queremos que nuestros alimentos sean sanos, que sean para nuestra salud. Por eso no usamos venenos y a los animales les damos alimentos naturales. Sin embargo, ese señor que compró ese campo grande para poner una arrocera fumiga con una avioneta y nos envenena el suelo, mata nuestras plantas, a los chicos les salen granos, los abuelos tienen tos….”
“Necesitamos un albergue digno, que nos abrigue, donde podamos vivir en familia”
“¿Quién puede vivir sin amor? El amor es necesario para vivir…en la pareja, en la familia toda, entre vecinos…”
“Y si todo esto estuviera bien, ¡qué salud que tendríamos!”
Y la “conversa” entra en otra fase… ¡reflexionar acerca de la salud! Y así empieza a cuestionarse que la salud sea un “estado de normalidad”, medido por esos análisis de laboratorio que hablan que todo está bien si la glucemia o la colesterolemia o lo que sea se halla entre valores mínimos y máximos.
“Eso no puede ser, nos dicen, así como hay enfermedades que son muy leves y otras más graves, la salud puede ser cada vez más linda, más saludable”
Y así, como una travesura, surge esta nueva palabra: “Alegremia”, es decir la alegría que circula por la sangre.
La Alegremia no se puede “medir” Sin embargo la percibimos en la manera cómo nos sentimos, cómo caminamos, cómo nos relacionamos y en la luz que emana de los rostros y en las estrellas que bailotean en los ojos.
La Alegremia no se impone ni se controla, ya que es un proceso vital que se genera tanto en lo personal de cada ser como también colectivamente en las relaciones solidarias con toda forma de vida y con la Vida misma.
Esta “conversa” se va contando en diferentes ámbitos. Se reflexiona acerca de estas “A”. Escuchamos a veces expresiones como la siguiente: “Miralo a Don Ramón, está en silla de ruedas, pero… está mejor que nosotras… ¡mirá que alegremia que tiene!”
Próxima Nota: Proyecto Educativo Esperanza y Alegremia
Julio Monsalvo
Martes 8/5/07
3060