Nota VI –
VOLVER A LO FEMENINO
Una de las principales características del Paradigma de la Cultura Occidental (Paradigma Antropocéntrico), es concebir todo en términos de dualidad de oposición. Lo bueno es lo opuesto de lo malo, así como lo masculino es lo opuesto de lo femenino, el pensamiento del sentimiento, la mente del cuerpo, la vida de la muerte, la salud de la enfermedad, el destino de la voluntad, lo profano de lo sagrado…
La Vida que vemos desde fuera, porque desde este Paradigma no le pertenecemos a la Vida sino que ella nos pertenece, se divide en dos opuestos irreconciliables: “lo positivo” y “lo negativo”, o lo deseable y lo despreciable. El ser humano entonces se pasa la vida luchando para obtener “lo positivo”, que define como “progreso” o “éxito”, y rechazar “lo negativo”.
En este camino, excluye valores que no están a favor de su “progreso” o de su deseo de poseer, tales como la solidaridad, el amor, la intuición, la integración, el respeto y el cuidado de la Vida, es decir, lo femenino.
Por otro lado, desde el Paradigma Biocéntrico que parte de asumir que le pertenecemos a la Vida, sabemos que ella no se divide en opuestos excluyentes, ya que es una totalidad que sólo es en la relación de sus diferentes fuerzas. Recuperar nuestro Femenino es trascender de la dualidad excluyente a la dualidad creadora, de la oposición a la complementariedad, y de la contradicción a la diferencia interrelacional.
La Vida se constituye por la relación entre lo femenino y lo masculino, no por su oposición. Lo femenino es el sentimiento de pertenencia y de integralidad, y lo masculino es el sentimiento de autoafirmación y de singularidad. Uno no es sin el otro, así como el amor no es sin la libertad, ni la solidaridad es sin la autonomía.
Aunque lo femenino es una fuerza que nos constituye a todos los seres de la Naturaleza, nos define a nosotras como mujeres. Somos custodias de esa fuerza excluida, así como nuestros pueblos originarios son custodios del paradigma cultural negado.
Lo femenino ha sido desconocido, y quienes lo encarnan han sido discriminados. Tanto hombres como mujeres desde el Paradigma Antropocéntrico, hemos despreciado lo que en esencia es la fuerza de la vida.
Por eso deseamos volver a nuestra integralidad y recuperar lo femenino, que es formar parte de una nueva ética de Vida.
Son “dones de lo femenino”: dar vida, tejer redes, “interser”, conectarse con la sabiduría de la vida, sentir e intuir, vivir los procesos como propósitos, y asumir nuestra naturaleza cíclica.
Asumir la salud como Salud de los Ecosistemas, sólo es posible mediante la reinvención de nuestro serestarhacer en la Vida, y para ello es necesario volver los ojos y el corazón a lo femenino, sanar la brecha que lo ha opuesto a lo masculino, y reconocerlo en nuestra propia naturaleza.
Volver a lo femenino, es vivir la dicha de sentirnos parte del Universo, la emoción de vernos en la luna, en el agua, y el placer de enredarnos y diluirnos en los otros. Es recuperar la sacralidad de nuestro propio cuerpo, la sensualidad de nuestra mirada y el encantamiento de nuestra manera de caminar. Volver a lo femenino es asumir ese “otro mundo posible” que ya estamos siendo.
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Sandra Isabel Payán