Cartas que salen del cuerpo » #18 - Alimentos para alimentar (17/11/08)

Última actualización: 21/06/2009

ALIMENTOS PARA ALIMENTAR

La atención primaria de salud… comprende…
la promoción del suministro de alimentos
y de una nutrición apropiada…
(del párrafo VII de La Declaración de Alma Ata, 1978)
 
El niño, de unos 4 o quizás 5 años, está muy contento con su tos convulsa, pues su mamá lo lleva todas las mañanitas a caminar por las “quintas”. 
Parece que “el doctor” ha indicado estas caminatas para que el niño “tome aire fresco”, ya que esto le hará mucho bien para calmar los accesos de tos.
El niñito se siente muy feliz disfrutando del frescor de esa matutina brisa penetrando en sus pulmones, en tanto su cuerpito todo se inunda de dulzuras cada vez que la mano de su mamá toma su manita.
 Se asombra alegremente cuando descubre a cada paso la magia de los multivariados colores de las florecillas de las verbenas.
 Desde la visión de su pequeña altura, esos “campos” se extienden hasta que el verdor se pierde en el infinito.
En realidad las quintas se hallan a sólo pocas cuadras del centro de una gran ciudad.
El niñito vive en “Alto Alberdi”, como llaman a ese humilde barrio de calles de tierra, a sólo 25 cuadras del centro de la Córdoba de los años 40.
Para los que conocen la Córdoba de hoy, puede ser algo muy difícil imaginar que todo el espacio comprendido entre las calles Duarte Quirós y Santa Ana, quizás desde la altura del 1500 hasta Las Palmas, eran “las quintas”, en donde los quinteros producían toda suerte de hortalizas para proveer a la ciudad.
Revivencio esas vivencias en una época de mi vida, que si bien parece “relato arqueológico” en el devenir del ciclo planetario de una persona, convengamos que no son tantos años en la historia de los pueblos.
Esta ciudad, por ese entonces albergando unas 380.000 personas, producía dentro de su mismo ejido urbano, los alimentos para alimentar en cantidad suficiente y por supuesto, sin uso de químicos.
En mis retinas han quedado grabadas las imágenes de los carritos tirados por mulitas, transportando “el guano”, como popularmente llamábamos al estiércol para abonar el suelo.
“Alimentos para alimentar” o “alimentos para lucrar” es la disyuntiva en este instante de la historia en donde se juega la supervivencia de la Humanidad.
Es pertinente traer a nuestra memoria la Declaración de Alma Ata, cuyo 30º aniversario se ha celebrado en diversos ámbitos en el devenir del presente año 2008, abordando el tema “Alimentación”
Recordemos que fueron 134 gobiernos y 67 organismos internaciones y organizaciones no gubernamentales, quienes se comprometieron con su firma, a llevar adelante políticas que hicieran posible que “todos los pueblos del mundo alcancen en el año 2000 un nivel de salud que les permita llevar una vida social y económicamente productiva”
Entre los contenidos mínimos para lograr “la salud para todos en el años 2000”, se declaraba “la promoción del suministro de alimentos y de una nutrición apropiada”
Es decir que una de las metas de la estrategia era “alimentos y nutrición apropiada” para todos.
El principal documento oficial que se discute en la Conferencia de Alma Ata, es el Informe firmado conjuntamente por Haffdan Mahler, Director General de la OMS y Henry R. Labouisse, Director Ejecutivo de la UNICEF.
 
El párrafo 31º expresa lo siguiente:
“El sector agrícola es de particular importancia en la mayoría de los países. De él depende que la producción de alimentos para el consumo de la familia pase a ser parte integrante de la política agraria y que los alimentos lleguen realmente a quienes los producen, lo que en algunos países puede exigir cambios en el sistema de posesión de la tierra. Asimismo, el estado nutricional se puede mejorar mediante programas de agricultura y de economía doméstica encaminados a atender las principales necesidades de la familia y de la comunidad”
 
Demás está decir que la lógica utilitarista es la que predomina en el mundo capitalista de hoy. La única variable que cuenta es la rentabilidad.
Convivimos con un proyecto de muerte que es la producción de alimentos para el lucro. Las fumigaciones con diversos químicos que impunemente se realizan en millones de hectáreas, traen dolor y muerte a toda forma de vida, entre ellas a la vida humana, como bien lo pueden testimoniar humildes familias campesinas de nuestros países.
La voracidad lucrativa anula todo sentimiento de solidaridad.
Los campos de soja, expulsores de poblaciones enteras dejando pueblos fantasmas, son en este momento la máxima expresión de este proyecto de muerte desertificador.
En diciembre de 2000, culminando la I Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos, se firma la Declaración de Bangladesh, que constituye la carta fundacional del Movimiento Mundial por la Salud de los Pueblos
En el capítulo “Abordando los determinantes más amplios de la salud”, hace un llamado a los pueblos del mundo, para “asegurar que los gobiernos implementen políticas agrícolas orientadas hacia las necesidades de la población y no a las exigencias del mercado, garantizando así la seguridad alimentaria y el acceso equitativo a alimentos”
Esta exigencia tiene que ser hoy asumida como prioridad excluyente, en tanto la mentalidad neoliberal imperante con diversos nombres, incluyendo al “progresismo”, está auspiciando entre otras cosas, la producción de biocombustibles a costa de alimentos.
Producción de alimentos para alimentar los automóviles en desmedro de la alimentación para las personas.
Quien esto escribe tiene el convencimiento que el Derecho a la Alimentación y a la Nutrición Adecuada, debe concretarse con el acceso totalmente gratuito a los alimentos, y alimentos producidos saludablemente.
Así como debe ser también gratuito el acceso al aire puro, al agua limpia, al albergue digno, a los espacios de creatividad artística, y al aprendizaje.
Aprendizaje para convivir con espíritu cooperativo y con relaciones solidarias en nuestras sociedades humanas, predominando el amor a la vida y a toda forma de vida.
El niño de hoy añora al niño de ayer paseando con alta alegremia por la quinta de los quinteros de la mano de su mamá, y un poquito más grandecito, haciendo “los mandados” a los comercios locales y familiares, entre ellos la “Verdulería de Don Albarrán”, a pocas cuadras de su casita, recibiendo una atención personalizada y en el camino disfrutando del olor y del sabor de las mandarinas.
 
 
Hasta la Victoria de la Vida Siempre !
Julio

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