CARTA N° 50: 31/05/11
DECIR DESDE EL SENTIR
Todo lo que se dice, fuere lo que fuere, surge de un sentir.
“Qué se dice” y “Cómo se dice”, van de la mano y no siempre de manera armoniosa, decíamos en nuestra Carta anterior, de la cual hemos reciido variados comentarios.
Muchos de ellos comparten sentipensares acerca de qué se dice y cómo se dice en la vida cotidiana, con la pareja, con nuestros familiares, con compañeras y compañeros de trabajo.
¡Muy bienvenidas estas reflexiones! ¡Es en lo cotidiano donde se construye el mundo que soñamos!
“Pensar antes de hablar” es una frase que se repite a menudo. Seguramente que si esto ocurriera, muchas situaciones enojosas no se producirían. Sin embargo creemos que no es suficiente.
La Humanidad necesita que se expresen los “qué” con la poderosa fuerza revolucionaria de las ternuras, y para ello no existen recetas.
Los “qué” brotan de los más profundos sentimientos. Si sentimos la vida con la alegría circulando por nuestra sangre, con alegremia, no es necesaria receta alguna, porque “no salen” expresiones que lastimen, cualquiera sean las circunstancias en que nos encontremos.
No surgirán “qués” ni “cómos” inoportunos que perturben un clima de paz y de diálogo. Tampoco surgirán en lugares inadecuados que generen confusión y parálisis.
El “qué” y el “cómo” con el “cuándo” y el “donde”, estarán tomados de la mano formando una armoniosa ronda.
Un sentir apasionado de amor a la Vida es el “porqué” se dice.
El “para qué” de todo decir, es el apoyar, construir, contribuir con ideas, con saberes y haceres a la concreción de la visión de un mundo de paz, equidad, sustentabilidad, “que respete y celebre toda vida y diversidad; un mundo que permita el florecimiento de los talentos y habilidades…”
El comunicarNOS desde el sentir alegrémico está impregnado con la amorosa firmeza de la ternura.
La ternura es poderosa fuerza que mueve la Historia. La ternura impulsa con entusiasmos la Revolución de cambiar nuestro creernos centro y dueños de todo, por el sentirnos pertenecientes a la Vida.
Es la Revolución de cambiar la Cultura Antropocéntrica, competitiva y agresiva, por la Cultura Biocéntrica, cooperativa en el cuidarNOS, respetuosa de todas las manifestaciones de la vida: una misma, uno mismo, los seres humanos, las comunidades, los pueblos, el suelo, las plantas, los animales, el aire, el agua… ¡porque somos Naturaleza!
Hasta la victoria de la Vida siempre!
Julio