Carta 65: 17/11/11
PLAGA DE ÁRBOLES
El título de esta Carta parece extraño. La palabra “plaga” tiene connotación de algo calamitoso o al menos de la presencia abundante de algo que es perjudicial.
Nunca había escuchado ni leído que los árboles fueran plagas, así que fue grande mi sorpresa cuando a fines de setiembre, en un diario de una provincia argentina leí sobre “chacras y campos plagadas de arbustos y hasta de árboles…”
Se trataba de las declaraciones realizadas por un candidato a diputado, señalando que, a su parecer, la productividad de esa provincia era escasa.
No es el caso juzgar a nuestro hombre que utilizaba la palabra plaga, probablemente sin recordar su significado, en el fragor de una campaña electoral.
Lo importante es que estamos ante una nueva demostración de la colonización mental de un “modelo civilizatorio” que considera sin cuestionamiento alguno, que “progreso” y “fuentes de trabajo” son sinónimos de explotación y acumulación.
Viene a mi memoria la propaganda a todo color de una empresa multinacional fabricante de maquinarias agrícolas.
Decía que con sus máquinas se podían aplanar y roturar toda clase de tierras para que “junglas, marismas y desiertos inutilizables”, se transformen en “explotaciones valiosas y rentables”.
Anunciaba más adelante: “Sabemos qué máquinas convienen más para sus condiciones locales y cómo ayudarles a sacarles el mayor partido posible”.
Aquí está la clave: explotar, rentabilidad, sacarle partido.
Una vez más la locura de creernos todopoderosos, dueños de todo a punto tal de explotar, excluir y extinguir sin escrúpulos a toda forma de vida.
No es un concepto arraigado sólo en los medios capitalistas empresariales cuya única lógica es la acumulación.
Lo peligroso es la adhesión a ese modelo por parte de quienes sostienen incluso otras ideologías.
A mediados de los 90 leí en un periódico de izquierda, un artículo escrito por un periodista de izquierda que visitaba China, en el cual elogiaba que se habían levantado espectaculares shoppings donde antes “sólo” había bosques y esteros.
¡El cemento es mejor que los bosques! Y cemento para edificar “catedrales” de la religión del consumismo.
Hagámonos la sencilla pregunta, ¿sería posible la vida humana sin la presencia de árboles?
Y por un momento sintámonos árboles y preguntémonos si sufrimos alguna plaga y cuál es.
Seguramente la respuesta sería que la peor, sino la única plaga, son los especímenes de la especie humana.
Hagamos política desde lo cotidiano comenzando con la revolución de independizarnos de la colonización mental que nos impide ver la vida.
Hasta la Victoria de la Vida Siempre!!
Julio