Cuentos » Curanderito - Carolina Cazaux

Última actualización: 20/06/2010

 

Curanderito
 
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-      Agüita fresca de naranja y pomelo, ¿sabés qué es eso?
-      No.
-      Exprimís un pomelo y dos naranjas, colás ese jugo y lo mezclás en un litro de agua fresca; lo vas tomando de a poco y cuando lo terminás, se te va el resfrío.
-      Es un bálsamo natural entonces.
-      Sí, algo así.
-      Mirá vos. ¿Y cómo lo sabés?
-      Mi abuela me lo dijo, ella sabe curar muchas cosas. ¿Dijiste “bálsamo”?
-      Si. Un bálsamo es algo que te alivia.
-      Aaah… entonces no es un bálsamo, porque esto te cura.
-      Bueno, es una forma de aliviarte.
-      Nooo… porque si te alivia quiere decir que sólo se te pasó un poquito. En cambio, si te cura quiere decir que ya se te fue del todo.
-      Entonces es un cúramo.
-      Digamos que sí… podría ser… pero, ¿existe esa palabra?
-      No, pero las palabras existen si la gente las usa. Para mí y para vos, va a empezar a existir desde ahora.
-      Bueno, dale. Todo lo que cura se va a llamar cúramo.
-      ¿Y qué otros cúramos conocés?
-      Las almendras tostadas para la tos, la torta de miel para cuando estás triste, el chocolate caliente para el enojo… y cuando estás muy pero muy enojado, la ensalada de lechuga con rúcula y limón.
-      ¡Ey! ¡Conocés un montón!
-      Sí, y son todos cúramos ricos. Mi abuela dice que cuanto más ricos, más te curan. Parece que te hacen largar una especie de sustancia mágica en el cuerpo… y hacen eso.
-      Y vos, cuando estás enfermo, ¿te dan ganas de comerte el cúramo?
-      A veces no, pero mi abuela me hace probar un poquito y ahí empiezo a comer. Y después se me cura tenga lo que tenga.
-      ¡Qué genia tu abuela, eh!
-      Ahá… ¿y vos no conocés ninguno? ¿Tenés abuela?
-      Sí, tengo dos.
-      Yo tengo sólo una, la otra se murió cuando yo era chiquito.
-      Bueno, las mías también se murieron cuando yo era chica.
-      ¡Hace un montón, entonces! ¿Y por que decís que tenés dos abuelas?
-      Y porque siguen siendo mis abuelas… en el recuerdo, en las cosas que hacían o decían, a veces me visitan en algún sueño…
-      ¡Yo también sueño a veces con mi abuela que se murió! ¿Eso quiere decir que me viene a visitar?
-      Yo creo que sí.
-      ¡Qué bueno! Le voy a preguntar la próxima vez que venga entonces…
-      ¿Qué le vas a preguntar?
-      Si es verdad… eso que decís. Y también le quiero preguntar cómo es donde está.
-      Bueno, después contame.
-      Sí, ¡más vale! Y al final no me dijiste si conocés algún cúramo…
-      Cierto, no te dije. Conozco uno para cuando extrañás a alguien.
-      ¡Guau! ¡A ver!
-      No es para comer ni para tomar.
-      ¿Qué es entonces? Mmm… no se me ocurre qué puede ser…
-      Prestá atención porque éste es un cúramo infalible: vas a una plaza cualquiera, ésta por ejemplo, te subís a la hamaca más alta y te empezás a hamacar con todas tus fuerzas. Cuando empezás a sentir una cosa acá, en el estómago, es porque estás casi volando. Ahí mismo, con mucho cuidado, te inclinás hacia atrás mirando siempre al cielo. Y cuando la hamaca se frena, ya se te curó la tristeza.
-      ¡Qué buenísimo eso! Pero vos dijiste que era para cuando extrañabas a alguien, ¡no para la tristeza!
-      Es para cuando extrañar te pone triste.
-      Ah, ¿y por eso te hamacaste así recién?
-      Ajá.
-      ¿Y se te curó?
-      Inmediatamente.
-      ¿Y ya no extrañás más?
-      Sí, extraño. Pero ya no me pone triste.
-      ¡Guau! ¡Sí que es un cúramo, eh!
-      ¿Viste? ¿Vamos yendo para tu casa? Tu mamá nos debe estar esperando ya…
-      ¡Sí, dale! ¡Así le contamos lo de los cúramos!
 
 
 
 
Ana Carolina Cazaux
18 de junio de 2010

 

 

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