Medicinas Tradicionales, Naturales y Bioenergéticas » EncontrarNOS para PertenecerNOS

Última actualización: 17/06/2009
Encuentro Internacional de Terapia Neural y Odontología Neurofocal
Villa la Angostura, Argentina
17 a 21 de Octubre de 2006

EncontrarNOS para PertenecerNOS

Diálogos entre la Terapia Neural y la Salud Pública

Historicidades que se encuentran
 
Los diálogos entre la Terapia Neural y la Salud Pública a los que aquí nos referimos, ocurren entre personas, cada una de las cuales tienen una historicidad propia, desde la cual, mira y se relaciona con el otro. Una de las historicidades hace camino desde la formación y el desempeño como sanitarista. La otra, desde la formación y el desempeño como terapeuta neural.
 
Ambas historicidades, desde sus preguntas, rupturas, transformaciones y entusiasmos, empiezan a identificarse con una manera diferente a la hegemónica de relacionarse con la Vida.  Esta manera de relacionarse con los demás, con la Naturaleza y consigo mismo, consiste en sentirse parte de la Vida, es decir, en saber que todos los seres del Universo pertenecemos a una misma historia en la que nos hacemos los unos a los otros, en un baile que tiene sabiduría propia.
 
Cada uno de sus caminos los ha llevado a reflexiones, preguntas y convicciones que forman parte de un mismo sentimiento, que entendemos como paradigma biocéntrico.   En la búsqueda singular de comprensión de este paradigma y de sus expresiones en los diferentes escenarios, estas dos historicidades se encuentran en un diálogo interminable, que las transforma y del que emergen nuevas preguntas, luces y entusiasmos, nuevos encuentros y nuevas historicidades.
 
La Terapia Neural ha sido vivida como oportunidad para entender y vivir este paradigma. Principalmente porque hacer Terapia Neural supone reconocer la capacidad de autoecoorganización del cuerpo del enfermo, y por lo tanto de relacionarse con cada ser, respetando su singularidad y el fluir sabio e impredecible de la Vida que es. Esta opción terapéutica nos permite vincularnos a los procesos de sanar y enfermar, confiando en las capacidades inconmensurables de cada organismo y asombrándonos de un devenir que no cabe dentro de ningún modelo ni se rinde a ningún control.  
 
La Terapia Neural nos ayuda e invita a replantear el concepto de salud. Para hacer Terapia Neural se precisa entender la salud como un proceso vital en el que cada ser en relación con el Todo se hace cada vez más conciente de lo que sabe y de lo que puede. Entender que la salud es la Vida misma, sin modelos ni propietarios, que es el fluir gozoso de nuestro cuerpo que sabe que es parte del Todo, que sabe que es árbol, río, sol, montaña y flor.
 
La Terapia Neural abre las puertas hacia esta manera de comprender la Vida y hacia este sentimiento de pertenencia a una fuerza que nos trasciende y que se constituye por las relaciones entre todos los seres. Por esta razón, provoca el replanteamiento de nuestro hacer, estar y ser en todos los escenarios de nuestra existencia. La Terapia Neural provoca el desear vivir nuevas maneras de mirar, caminar y relacionarse, resignificando la salud, la política, y por lo tanto, la Salud Pública.     
 
Desde un camino de búsquedas personales y colectivas en la Salud Pública, se vive la oportunidad de trascender hacia nuevos paradigmas y nuevos significados, gracias al encuentro con Pueblos Originarios y con comunidades campesinas criollas, en las cuales las mujeres se destacan por ser las custodias de la cultura, la educación, la salud y la economía familiar. Se empieza a comprender a la Salud Pública como salud del pueblo, en escenarios donde afloran saberes y haceres ancestrales, autogestivos, que no dependen de nadie y que se comparten solidariamente. Desde este serestarhacer solidario se incorporan otros saberes y haceres, los mismos son re-creados, re-significados con este sentido de autonomía y libertad.
 
En el acompañar a estas comunidades se va percibiendo una manera de relacionarse que surge de un entrañable sentimiento, diferente al hegemónico para nuestra sociedad occidental. Es el sentimiento de pertenencia al Cosmos todo. Y este es el descubrimiento más trascendental: el pertenecer, el ser parte-de. La expresión de un nuevo paradigma. El comienzo del desaprender para sentipensar como Naturaleza. De aquí surge que la salud de los pueblos es la salud de los ecosistemas. Una sola salud, la salud del planeta todo, porque todos somos ecosistema.
 
Es así como desde la Terapia Neural y desde la Salud Pública se llega a un camino común de reflexión y construcción de los nuevos paradigmas, que están presentes en nuestros pueblos originarios. Por lo tanto se trata de recuperar nuestra sabiduría originaria que ha sido negada en el devenir de la historia de Occidente hacia el antropocentrismo, con sus expresiones en el capitalismo y el mecanicismo.
 
El concepto de autoecoorganización de la Terapia Neural y la salud de los ecosistemas de la Salud Pública, son partes constitutivas de un mismo sentimiento. Y en este encuentro comenzamos a dialogar para hacer y ser camino…
 
Estos diálogos entre la Terapia Neural y la Salud Pública se viven desde la transdisciplinariedad, porque desde escenarios singulares, el encuentro esencial sucede entre sus concepciones de salud y de Vida. El encuentro se da, ya no entre sanitarista y terapeuta, sino entre seres humanos, que comparten preguntas, búsquedas, convicciones y utopías.
 
Es un encuentro que los transforma en la medida en que la mirada al otro permite verse a sí mismo para redefinirse y renacer permanentemente.
 
De este dialogar van emergiendo vivencias compartidas y sentipensares que intentamos relatar a continuación. Sentipensares y vivencias que continúan su espiralado transitar.  
 
 
Vivencias compartidas
 
Las vivencias compartidas en este encuentro, son espacios de Salud Pública con los que nos vinculamos al cambio de paradigmas que está sucediendo en nuestra sociedad occidental. Sentimos y evidenciamos la transformación de un paradigma antropocéntrico hacia un paradigma biocéntrico.
 
En estas vivencias estamos aprendiendo de la coexistencia de paradigmas en cada uno de nosotros y en nuestra sociedad. Aprendemos a ser camino con las contradicciones y las ambigüedades propias de la Vida que vamos siendo. Ampliamos el espacio de lo posible, en la medida que asumimos el presente sin renunciar a la utopía. Descubrimos el significado del “estar” en un ahora en el que no hay linealidades, controles ni pronósticos.
 
Son dos vivencias definidas en dos espacios específicos: el Programa Salud Comunitaria y el Proyecto “Esperanza y Alegremia”, ambos como expresiones de comprender la salud como salud de los ecosistemas.
 
El Programa Salud Comunitaria se ubica en Formosa, Argentina y tiene como núcleo esencial valorar los conocimientos locales. Para ello crea espacios para un compartir solidario de saberes y haceres autogestivos que hacen a la salud integral del ecosistema local.
 
El Proyecto Educativo “Esperanza y Alegremia” se viene desarrollando en varios países. Consiste en compartir con niñas y niños de todas las edades lo que se ha llamado “las “A” de la Esperanza”: Aire, Agua, Alimento, Albergue, Amor, Arte y Aprendizaje. Invitando a la reflexión colectiva que comprende desde el sentirse uno mismo como cada una de esas “A”, hasta indagar por el estado de las mismas en su ecosistema local y generar acciones transformadoras. 
 
Este proyecto tiene como propósito trabajar una nueva mirada de la salud, manifestada por la “alegría en la sangre”, la “Alegremia”. Indicador cualitativo de la salud, sugerido en el encuentro con sabidurías populares, que lleva implícita la idea que la salud no puede ser medida, comparada ni comprada.
 
Participamos de estos espacios de Salud Pública con el sentimiento de estar haciendo Terapia Neural sin agujas ni procaína, y empezamos a hilar algunas reflexiones sobre los límites que se desvanecen entre nuestros espacios terapéuticos y la Salud Pública. 
 
De nuestros diálogos emergen nuevos significados de conceptos claves como el aprender y el acompañar, como consecuencia de asumir la autoecoorganización y la salud de los ecosistemas. Estas resignificaciones se expresan en nuestras vivencias en lo corporal y en lo colectivo, y constituyen parte del camino de la Terapia Neural hacia la Salud Pública.
 
Se resignifica el aprendizaje, que se empieza a percibir como un proceso permanente y espiralado de aprender y desaprender, un proceso de transformaciones que se vive desde dentro de cada uno, en relación con los demás y con todo el Universo. En este sentido todos somos maestros y estudiantes al mismo tiempo.
 
A la luz del paradigma biocéntrico al que nos vamos acercando, el aprendizaje no puede reducirse a un espacio ni un tiempo definido, no se puede institucionalizar, ya que no responde a ningún modelo predeterminado, sino al fluir espontáneo y sabio que vamos siendo.
 
Este aprender va de la mano de la Vida, emerge de los encuentros. Y los encuentros hacen florecer en nosotros las semillas que llevamos dentro. Aprender significa reconocernos e identificarnos. Es un proceso de autonomía al descubrir lo que cada uno puede y sabe.
 
El otro concepto que se resignifica es el acompañar, como expresión de esta nueva manera de relacionarnos que nos regala el sentimiento de pertenencia a la Vida.  Al desvanecerse no sólo la posibilidad sino principalmente el deseo de controlar, manipular y poseer al otro, emerge el acompañarNOS. El estar junto al otro para vivir el ser desde y en el otro, es decir el interser. Se trata de revelar el NOSOTROS del que formamos parte.
 
Descubrimos que la sabiduría está presente en todas las expresiones de la Vida, en el otro y en uno mismo, y que emerge al encontrarnos sin prejuicios ni modelos, es decir al acompañarNOS. Y esto significa superar la esclavitud de relacionarnos con los otros desde modelos prefijados y ausentes de Vida, para disfrutar de nuestras ilimitadas expresiones y posibilidades.
 
De la imposición, justificada y promovida por el paradigma antropocéntrico, trascendemos al sentirnos parte del otro, volviéndonos cómplices de sueños y de realidades. Un sentirnos parte que es superador de la idea de facilitar, impulsar o estimular los procesos del otro, porque la Vida es impulso en sí misma, y lo que impulsa es más Vida en cada encuentro. Nos damos cuenta que las cosas suceden “con” nosotros, y no “por” nosotros.
 
Desde estas vivencias y desde estos sentipensares, profundizamos nuestro encuentro con el paradigma biocéntrico y desaprendemos modelos para volver a pertenecerNOS. Es decir, pertenecerle a nuestro propio cuerpo, al de los demás y a la Naturaleza.
 
El camino hacia pertenecerNOS, es encontrarNOS, relacionarnos desde la libertad que genera solidaridades y desde el respeto que genera autenticidad.
 
 
Anhelos que se presentan en el escenario de la Salud Pública
 
De este diálogo entre la Terapia Neural y la Salud Pública emergen también anhelos que son propuestas posibles en este ahora en el que se puede avanzar con acciones, decisiones y transformaciones concretas.
 
La primera propuesta se refiere a la accesibilidad de todas las personas al patrimonio de saberes y haceres que dispone la Humanidad en su biodiversidad cultural. Dentro de los saberes y haceres para el desarrollo y cuidado de la salud, están los terapéuticos, y entre ellos, la Terapia Neural. 
 
Estos saberes y prácticas son servicios solidarios que pertenecen a todos. Lejos de ser mercancías, deben estar disponibles para quien lo requiera según su singularidad, historia, cultura y deseo.
 
El derecho a la salud es el derecho a vivir en plenitud, y no se reduce al derecho a la atención terapéutica. El cuidado de la salud no es un problema exclusivamente médico.
 
Estas afirmaciones surgen de la aproximación a un sentimiento de pertenencia a la Vida, en el cual se centra nuestra segunda propuesta, que ha constituido la esencia de los diálogos aquí compartidos. Se refiere a la posibilidad y necesidad de participar en este momento histórico de cambio paradigmático que vive nuestra sociedad occidental.  
 
De un paradigma, hasta ahora hegemónico, basado en el ser humano como centro de la historia del Universo, estamos trascendiendo a un paradigma en el que la Vida es el centro, el sentido y el todo. 
 
Esta propuesta va hacia la transformación de nuestros sentimientos y maneras de concebir la salud y la Vida, que redunde en nuevas actitudes, prácticas, políticas y formas de relacionarnos. Lejos de ser una abstracción, esta afirmación tiene manifestaciones concretas en la vida cotidiana, en nuestras pautas de consumo, de producción y en nuestra concepción de progreso y desarrollo.
 
El cambio de paradigma cultural es un proceso, no una meta, es el camino que estamos siendo y haciendo, al andar, al encontrarnos, al dialogar. El cambio de paradigmas no se da linealmente, está lleno de matices, de voces, de biodiversidad, así como la Vida misma. No es un cambio de un momento a otro, es un proceso espiralado, misterioso y milagroso del que sepámoslo o no, formamos parte.
 
Considerando las diferentes dimensiones de nuestro devenir, como la cultural, la sociopolítica-económica y la científica, podemos decir que cada una de ellas tiene tiempos, maneras y escenarios de transformaciones singulares. Evidenciamos aquí la complejidad de la Vida que vamos siendo. Vivimos un momento de tránsito paradigmático del que no tenemos ningún control ni certeza, sólo podemos darnos cuenta que somos parte de él.  
 
¿Cómo asumir las posibilidades para vincularnos a estas transformaciones que nos ofrece la Terapia Neural? Es una de las preguntas con las que en este encuentro con la Salud Pública, vamos cerrando para abrir, nuevos diálogos y nuevos encuentros. 
 
 
Responsabilidad social de la Terapia Neural: un compromiso con la Vida
 
Desde el paradigma antropocéntrico hemos reducido para nosotros mismos la salud a lo médico. Pero con alegría descubrimos que las rupturas y aprendizajes a los que nos lleva la Terapia Neural no se limitan a los espacios terapéuticos, sino que se refieren a la Vida entera, sin límites ni fronteras.
 
La Terapia Neural nos permite entender la salud como un proceso vital que trasciende las paredes de nuestros consultorios. La salud, así como la Vida, es una sola. Las posibilidades para asumirla son entonces infinitas. Y al saber que nuestro ser y hacer en salud es ilimitado, desplegamos nuestras alas con creatividad, esperanza y gratitud.
 
La Terapia Neural tiene la responsabilidad de participar con conciencia y sentimiento en las transformaciones paradigmáticas de nuestra Humanidad, porque pertenece a un paradigma diferente al hegemónico.
 
¿Cómo continuamos este camino hacia la comprensión y aprehensión de esta manera de sentir la Vida con la que nos encontramos al hacer Terapia Neural?, ¿cómo compartir nuestras transformaciones, preguntas y claridades con otros, incluyendo a los enfermos?, ¿cómo aportamos hacia una Humanidad más libre, solidaria y conciente de sí misma y de su pertenencia a la Naturaleza?
 
Este diálogo infinito con la Salud Pública nos está regalando la posibilidad de formar parte de esperanzadoras propuestas como la construcción de políticas desde la cotidianeidad. Nos hacemos más concientes que todos somos actores políticos desde nuestro diario trascender. Así, las obviedades y durezas de nuestra realidad no nos paralizan, porque nuestros ojos están aprendiendo a ver que “pasan cosas”. Que ese otro mundo posible de nuestras utopías, ya está amaneciendo entre nosotros y con nosotros.
 
Asumir la Terapia Neural en toda su inmensidad y profundidad significa aceptar con responsabilidad nuestras propias utopías. Nuestro compromiso es con la Vida, y la Vida es en nosotros, en los otros y en el Universo entero.  
 
 
Sandra Isabel Payán y Julio Monsalvo

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