La Enredadera » Nº 17 – Mayo de 2006Última actualización: 19/06/2009
ENREDADERA
Boletín Informativo de la Red Jarilla de Plantas Saludables
de la Patagonia
Nº17 – Mayo de 2006
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EDITORIAL
Un nuevo Encuentro de la Red, esta vez el Tercero, en Cutral Có y Plaza Huincul, nos ha enriquecido y cargado las pilas. Queremos compartir con quienes no pudieron participar lo vivido en los dos días de intercambio, exposición, charlas y debates. Hubo baile, títeres, contada de cuentos, videos. Hubo de todo. En estas páginas sólo podemos transcribir las exposiciones, falta la emoción, la energía y el calor de las presencias. Ojalá alguien nos envíe sus comentarios, sentimientos, reflexiones para compartir en el próximo boletín, y así sentir un poco lo que no escrito, pero que nos hizo vibrar a cada cual.
Nos agradecemos mutuamente lo compartido, y el esfuerzo que han hecho los organizadores (Grupo Tomillo), que fue enorme, y también de quienes viajaron desde diferentes lugares, dejando a sus familias y ocupaciones para asistir a este espacio saludable.
Hemos recibido ayudas de diferentes tipos, pero básicamente se trata de que cada cual se las arregló para ver cómo juntarnos, y hubo también solidaridades y bancaderos, y una gran vocación de reciprocidad.
Los encuentros nos permiten compartir saberes y experiencias, hacer circular el cariño entre nosotros y por las plantas y la vida, cargar energías, inspirarnos en otros, contagiarnos de alegría y seguir andando el camino colectivo de las salud y la solidaridad. El eje de este tercer encuentro ha sido el aspecto alimentario de las plantas, muchas de ellas llamadas malezas y que sin embargo son buenezas. En un país que ha sido granero del mundo y exportador de carne, la mitad de la población sufre hambre, debido a que cunde la lógica del mercado y del lucro y no la ética de la vida, y el derecho a la alimentación adecuada. Por eso hemos reflexionado acerca de qué implica alimentarse, qué son la seguridad alimentaria y la soberanía alimentaria, qué piensa el pueblo mapuche sobre la alimentación y qué plantas silvestres que conviven con nosotros pueden ampliar nuestra fuente de nutrientes. Todo lo tratado nos convoca a ser más concientes y responsables frente a la vida, y fortalecer este andar entre todos por un camino saludable.
Bienvenida y apertura del Encuentro
(Desgrabación de las palabras de Liliana Rickemberg y Adriana Marcus)
“En nombre del grupo Tomillo de Cutral Có y Plaza Huincul, les agradecemos y les damos la bienvenida a todas y todos. Les pedimos disculpas porque el manejo de los tiempos previstos en el programa no se pudo cumplir por diversas razones. Ustedes saben que la buena voluntad y las ganas de compartir están, y sumando esas voluntades vamos a tener dos días lindos y enriquecedores para todos. Estamos esperando a más personas, que irán llegando entre hoy y mañana.
Mañana nos mudamos a un espacio más alejado, y quienes no tienen movilidad propia van a contar con un colectivo. Les agradecemos nuevamente su presencia.
Luego de la bienvenida de Liliana, les quiero dar también la bienvenida y agradecer a todos y sobre todo al grupo organizador, ya que el grupo que se ofrece a organizar tiene un trabajo muy arduo, porque ninguno de nosotros tiene medios, ya que nuestra Red se junta, se comunica y se capacita por esfuerzo de cada uno de nosotros, de modo que los logros tienen más valor. A veces pasan estas cosas, como que hay compañeros que todavía están en sus trabajos y van a llegar por la tardecita o no tienen cómo llegar en horario, no tienen apoyo ni dinero para moverse. Por eso el grupo organizador es como que nos está haciendo un regalo con su trabajo. Y los que venimos, tenemos una tarea menos ardua, pero también la tenemos, porque debemos juntar fondos para viajar, de modo que quiero agradecer especialmente al grupo Tomillo pero también a todos nosotros que nos hemos llegado hasta acá y que juntos construiremos este Encuentro. Hay municipios e instituciones que ayudan, pero cuesta conseguir esa ayuda.
Los encuentros tiene como finalidad compartir experiencias, saberes, estar juntos, conocernos, intercambiar, contarnos unos a otros que vivimos tan lejos qué es lo que estamos haciendo, cuáles son nuestros aprendizajes y caminos recorridos en cada localidad, y hacernos sentir mutuamente el cariño que sentimos por las plantas pero también por las otras personas, cargarnos de energía, inspirarnos en lo que hacen otros grupos, no copiándolos sino imaginándonos cosas nuevas para poner en marcha un nuevo motorcito para seguir andando en este camino que es colectivo, es un camino que estamos recorriendo todos juntos. Un camino de salud y de solidaridad, que es una palabra que nos han ido arrancando desde hace muchos años, y desvalorizando.
En este sentido, quiero recordar que hace poco se cumplieron 30 años del golpe militar que inició la última dictadura, y que nos dejó una secuela de fragmentación, individualismo, miedo y cumplimiento de ese mensaje nefasto del “no te metás”, o esa siniestra sospecha del prójimo de “algo habrá hecho”, como si nos hubiéramos merecido la tortura, el asesinato, la apropiación de los hijos. Por eso estamos en el camino de volver a la solidaridad, al diálogo de saberes mediado por la palabra, que es sanadora, a la juntada, porque nos necesitamos mutuamente.
Este encuentro tiene como eje la alimentación. Comenzamos nuestro recorrido como red, ocupándonos de las plantas de uso curativo, habitualmente llamadas medicinales, y nos fuimos dando cuenta de que las plantas como seres vivos son más que medicinales, ornamentales, condimentarias, combustibles, útiles para la construcción, la artesanía o los muebles, y que en tanto son alimentarias resultan preventivas, nos acompañan en la salud. Por eso incluimos en el concepto de “plantas saludables” no sólo las “medicinales”, sino también las alimentarias. En ese camino descubrimos también que lo que muchos llaman malezas y arrancan de la huerta, son en realidad buenezas. Da la casualidad de que en la época en que empezamos a hablar de buenezas, también Eduardo Rapoport, nuestro invitado de mañana, empezó a hablar de buenezas, y esto es lo que ocurre: son fenómenos colectivos que demuestran que en distintos lugares las personas empezamos a hablar de las mismas cosas y no es que alguien copia al otro, sino que se genera como una conciencia colectiva que va floreciendo casi simultáneamente en distintos lugares, y cuando uno se entera del otro, en vez de pensar “este me afanó la palabrita” o “esta hace lo mismo que yo, me copió”, decimos “¡qué bueno!, nos juntemos, somos más, hagamos circular todo esto, sigamos creciendo juntos para enriquecernos mutuamente” y eso da mucho aliento y da mucha alegría.
Avanzando en esto de las buenezas, también reflexionamos sobre lo que significa comer. El acto sagrado de llevarse el mundo a la boca, y de allí al cuerpo, para que el alimento me constituya, me construya. Cuando como una lechuga, soy conciente de que alguien preparó la tierra, y previamente el abono durante meses, alguien sembró la semilla y la regó, cuidó y transplantó el plantín, cosechó y transportó la planta que en algún momento llega a nuestra mesa y tiene la energía de todo esto que a ella le ha pasado en su vida, porque es un ser vivo que da su vida para que la incorporemos en nuestra vida. Por lo que además debemos agradecerle. Entonces esa lechuga tiene un “valor agregado”, que no es económico, no es el conjunto de la guita que gana el transportista, el mercado acopiador, el supermercado y que pagamos en caja, sino el valor agregado de todos los cuidados, de todos los afectos, de todas las artes del cultivo, de toda la atención que recibió esa planta, a veces también de la mala onda de algún embalador con bajo sueldo. Y nosotros nos estamos llevando ese mundo al cuerpo, todo eso de lo que hoy habló más temprano Patricia en el taller de taxonomía, los minerales y el agua que desde la tierra absorbe la planta, y que con el aire y el sol, elementos que hacen posible la vida nuestra en la Tierra, en esta gran casa de todos, la planta aprovecha para generarse, mantenerse y reproducir su vida, todo eso nos lo incorporamos y pasa a formar parte de nuestro cuerpo, y nosotros terminamos siendo lo que comemos.
Por lo tanto el comer como acto sagrado merece la máxima atención y la máxima conciencia. Si estoy sentada delante del televisor comiendo chizitos y viene Graciela y me cambia el plato y me pone doggy o soretes de gato, capaz que sigo hipnotizada haciendo zapping y llevándome a la boca cualquier cosa, sin conciencia alguna, en la convicción de que mi estómago y mi cuerpo son unas bolsas o una alcancía donde echar cosas para que no cruja.
En cambio, si pienso que comer es un acto sagrado, que la vida es sagrada, que me llevo el mundo a la boca y por eso soy el mundo, voy a prestarle atención a lo que estoy comiendo, apago la tele, y me dispongo a compartir cono otros la comida, que esto es el comensalismo, donde se reparte en equidad lo que pudimos conseguir para nutrirnos, disfrutando. El comensalismo nos hermana, porque compartimos el alimento, y es como si hiciéramos un pacto de hermandad en esa ceremonia de comer juntos.
Si el comer es un acto sagrado, las plantas que acá tratamos también lo son y se merecen nuestro respeto y nuestro agradecimiento.
Todo esto lo estamos diciendo en un momento en que más de la mitad de los argentinos no pueden comer, y sufren hambre e inequidad, y eso tampoco podemos dejar de relacionarlo con “los 30 años” y la dictadura militar, como secuela del proyecto social y económico que ella implantó y se vino a quedar.
Y en ese sentido quería aportar dos conceptos que hubiéramos querido escuchar de boca de invitados que estaban dispuestos pero no han podido venir, que son Guillermo Gutierrez, antropólogo del ICEPH de Bariloche, y Patricia Aguirre, antropóloga que investiga la alimentación hace muchos años. Y son los conceptos de seguridad y soberanía alimentaria.
La seguridad alimentaria es el derecho que tenemos todas las personas, poblaciones y grupos humanos a alimentarnos cultural y nutricionalmente bien, esto es adecuada y suficientemente, y esto requiere del acceso a todos los recursos, materiales y simbólicos, para el buen comer. Dentro de los simbólico está lo que valoramos como alimento, para lo cual vale la pena trabajar mucho para adquirirlo.
La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a definir políticas y estrategias relacionadas con la comida, de producción, distribución, circulación, acceso y consumo alimentario, que garanticen la seguridad alimentaria. Decidir como pueblo si vamos a comer soja o carne, producir leche o agua del hervor de esos porotos trasngénicos, si vamos a morirnos de hambre pero salvamos a nuestros niños con un actimel diario porque un señor de guardapolvos lo predica por TV y le creemos.
En esa lógica del lucro y del mercado nosotros defendemos el derecho humano a alimentarnos adecuadamente y con equidad. Este es un tema ético y por lo tanto político.
Este encuentro tiene el objeto de crear mayor conciencia, hacernos responsables y empezar a generar un cambio desde cada uno de nosotros, para una mejor alimentación y una vida más saludable, enredados colectivamente como estamos. Por eso esta invitación a
Eduardo Rapoport y Ana Ladio, para aprender algo más y poder llevar a nuestros lugares y compartir con nuestra gente estos saberes que nos van haciendo cada vez más humildes, más solidarios, más respetuosos y en sintonía con la tierra que nos da la vida.
Invitamos a Nilda, compañera de la Red que vive en Neuquén, y es mapuche, y le damos la palabra, que es también la herramienta de lucha del pueblo mapuche.”
La alimentación en el mundo mapuche
Por Nilda Traipi
Mari mari kom puce.
“Voy a hablar sobre el acto de alimentarse del pueblo mapuche, que diferenciamos del acto de comer. Nosotros decimos afutun, que es tomar energía, y que no es solo para el ce sino para todo el ixofil mapu o todas las manifestaciones de la vida.
Para entender en qué marco se desarrolla nuestra vida y el comer, decimos que el mundo mapuche se divide en tres “mundos”. El wuenumapu, que suele llamarse "cielo", pero para nosotros es la "tierra de arriba". Luego la tierra en que se desarrolla la vida, la tierra que pisamos, los sistemas socio-económicos, culturales , filosóficos del ce, del agua, las monta-ñas, animales etc., que se llama nagmapu. A la parte de debajo de la tierra, donde habitan otras formas de energías, se la llama ninche mapu, y estas fuerzas o energías son negativas.
En el wuenumapu existen todos los espíritus protectores de la vida y de todas las manifestaciones de la vida, que se llaman kuse,fuca,ullca y wece: anciana y anciano, como las fuentes de la sabiduría y conocimiento que alimentan a los jóvenes y ellos a su vez entregan a la nueva generación lo aprendido de los ancianos.
El mundo mapuche tiene normas, y se llaman admogen o admapu, son las que rigen las conductas entre el hombre y la naturaleza, el respeto a las autoridades (los loncos, las machis, los ngenpin, los pelom, otros). y después las leyes que rigen las ceremonias mapuche (ngillatun, machitun, llelipun, kamarikun) y los espacios sagrados donde se desarrollan las ceremonias, Ngillatuwe y rewe.
Estas normas rigen nuestras vidas, hacen que nosotros respetemos todas sus indicaciones.
Cuando vino el conquistador decían que éramos unos salvajes y hacíamos lo que queríamos, pero no es así. Tenemos normas que nos rigen, que nos contienen y nos ayudan a mantenernos en equilibrio con el cuerpo social y con la naturaleza.
Las estructuras políticas y sociales del pueblo mapuce son el Lonko o cabeza que es el representante político de nuestro pueblo; la Machi es una persona elegida por las fuerzas de la naturaleza para poder dirigir los destinos del pueblo. Tiene un rol importante, porque es la que se puede comunicar con las distintas fuerzas de la naturaleza o newen y con cuatro divinidades que rigen nuestro destino, que son fücha, el hombre anciano, kuse, la mujer anciana, üllcha, la mujer joven y hueche, el hombre joven. Cada persona, cada ser viviente, cada planta, cada animal, tiene un espíritu que se llama pullu. Tiene una organización estructural como tiene el hombre.
Cuando tomo una planta y le pido autorización, es para pedirle a ese pullu que nos permita sacar esa planta, porque la necesito y le pido que cumpla el rol que debe ejercer sobre la mapu, que a veces es curarnos , otras es alimentarnos y otras es acobijarnos .
El pullu le da la vida a la planta, es la que le permite reproducirse a la planta, y está conectada con las fuerzas del wuenumapu y le permite crecer y conectarse con nosotros. Por eso no podemos sacar una planta sin pedir autorización. Cuando tomamos la planta, ella nos da su energía, su pullu, es un encuentro de pullu de la planta y el mío.
Cuando hacemos el ngillatun u otras ceremonias o se juntan muchas comunidades por 3 o 4 días, tenemos un lugar elegido por la machi, o alguna de las personas que tienen el poder de saber dónde, debemos colocar el rewue. Hay gente que dice que el rehue es el altar, pero no es eso. Es un lugar de mucha energía, hay concentración de pullu. Cuando se realizan las ceremonias se colocan alimentos, animales, bebidas en el centro, entonces el rol del alimento cambia y adquiere un rol cósmico y sanador (lawuen).
El niño mapuche aprende haciendo, aprende haciendo estas cosas, viendo como se retira a la planta de la tierra, participa presentándosela al rewue, aprende las normas, va tomando ese conocimiento del riego y cuidado viendo, no es el conocimiento del escribir y del leer, sino la práctica cotidiana que lo guiará para vivir como mapuce en equilibrio con su medio natural. Va conociendo los períodos distintos que tiene la naturaleza en las 4 estaciones, en la rotación de la tierra para producir su alimento o tomar los alimentos que nos da generosamente nuestra mapu.
Entonces nuestra educación está basada en el conocimiento de todos estos cambios naturales, conocimientos que son el resultado de los observación de nuestros mayores y que los hemos aprendido milenariamente, el porqué de las invernadas y las veranadas, el porqué de este tema de las rotaciones de la tierra, el hacer descansar la tierra. El mapuce no tiene pensamiento depredador, deja descansar la tierra, nuestra mapu, que es nuestra casa. Para el invierno se queda abajo de la cordillera y ella descansa, y en el verano sube la cordillera para que abajo descanse.
Entonces, cuando nosotros afutun o “tomar energía”, todos comemos igual. No hay nadie que coma más que otro, como un acto de justicia, igualdad y equidad. No comemos en las mesas, comemos en la tierra; ella es nuestra gran mesa. Todo lo que comemos se le ofrenda primero a la tierra,porque en este acto de comer no se alimenta sólo el ce (o che) sino el ixioil mogen, con este pensamiento de que todo lo que comemos viene de la tierra y tiene que volver a ella. De la única manera que nosotros tomamos fuerza, es en este acto recíproco, en este acto de solidaridad, con pensamiento circular con mis hermanos y el resto de la naturaleza. Y nuestra gran mesa es la tierra, donde volvemos a entregarle a ella lo que ella nos da en forma generosa.
Los primeros que comen son los ancianos, luego los niños, después las mujeres y por último los hombres, en una secuencia totalmente distinta a esta sociedad, donde se le da más al que produce. ¿Porqué ésto es al revés? Porque tenemos que preservar a nuestros ancianos, que son los que en el Gran Viaje van a volver al wenumapu a formar esta familia que nos va a proteger, mientras nosotros estemos en la mapu. Después van a comer los niños, que son la proyección de nuestro pueblo, después las mujeres y luego los hombres.
En estas grandes reuniones, todo el mundo come igual. La comida siempre se sirve de la derecha a la izquierda, como circulan el día y la noche.
Antiguamente, nosotros podíamos plantar el trigo, la cebada. Cuando vino la conquista, nos fue sacando territorio y nos dejaron en los pedreros, donde no se puede producir nada. Hoy las familias mapuche tienen sus huertas domiciliarias. Nos han dejado las peores tierras arenosas, con mucho viento y sin reparos. Cuando se sembraba, se hacía una ceremonia para pedir autorización a la tierra, para que recibiera ese pullu, la energía para que creciera. En tiempo de cosecha, se hacía el trabajo solidario, comunitario, que es el mingaco, donde todas las familias se juntan para la cosecha. Una parte de la familia prepara la comida para todos, y después corren para otro lugar para hacer la cosecha. Siempre se deja un poco de lo que se cosecha a la tierra, luego de una ceremonia de agradecimiento por haber cuidado del pullu.
Cuando nos quitaron nuestros territorios tuvimos que aprender una nueva forma de vivir y alimentarnos, y ahí surgieron prácticas que no conocíamos, como es preparar la carne salada, cosa que para el pensamiento mapuche no es sano, porque la sal es la tierra pesada. Cuando el mapuce iba a la guerra, se abría una herida en una de las venas y se dejaba sangrar un poco para quitar la sal de la sangre que nos hacia pesados para correr. No comíamos azúcar, sacábamos de las plantas dulces. El cambio de alimentación trajo algunas enfermedades.
La pérdida de las tierras ancestrales, la emigración a otras tierras hizo que perdiéramos los olores particulares de cada lugar, la interpretación del lenguaje de los cerros, de los ríos, el contacto con las estrellas, el cielo, la forma de dormir, de orientar nuestras casas. El mapuce orienta la entrada de la casa hacia el este, porque es de donde viene la vida. Cuando van los de Vivienda de la provincia a hacer las casas en las comunidades no se fijan, no entienden. Los primeros rayos del sol, cuando se está yendo el lucero, son los momentos más energéticos que tiene la tierra. Antiguamente las mujeres mapuces, en ese horario, era el horario del baño y sólo se podía estar en contacto con el sol desde la 10 de la mañana hasta a las 16 hs
Entonces, nuestra vida mapuce se desarrolla en este horario, hasta las 7 de la tarde, y después a la noche no se puede salir, cuando cae el sol. A la noche son otros los que salen a comer, y hay que respetarlos, porque es su momento de contacto con la naturaleza. La noche es el momento de los espíritus, puede entrar un mal espíritu en nuestro cuerpo, por eso están las normas
La noche es uno de los momentos de la vida colectiva donde se come, se juega se trasmite conocimiento de otras energías, con algunos alimentos como los piñones, ñillu . Con ellos también se juega, hay un juego de los piñones, un espacio de recreación, solidario, donde todos podemos estar juntos, donde se cuentan los cuentos mapuces, donde se transmite la lengua, donde se teje, se hila y lo hacemos todos juntos, los adultos y los niños.
Por eso, cuando Adriana me propone que hable de la alimentación mapuce, me cuesta mucho, porque es necesario conocer el contexto. No solamente el hecho de sembrar y cosechar, sino todo lo religioso, lo filosófico, lo sobrenatural que hay alrededor de toda la alimentación, porque en realidad el mapuche se pasa trabajando el día para asegurar la alimentación. No es que uno va al supermercado y compra. Es todo un proceso que tiene que ver con los tiempos de la naturaleza. Hay un tiempo para cosechar, un tiempo para sembrar, un tiempo para comer, un tiempo para pedir a la naturaleza lo que necesitamos para vivir y otro tiempo para agradecer, y otro para festejar los brotes y la preparación de la naturaleza. En el verano se trabaja se prepara la lana, para hilar en invierno y se come lo que se cosechó, y todo lo que se cosecha se distribuye en forma equitativa. Cuando nosotros vamos a buscar piñones, a piñonear, esto por aquí nomás, en Aluminé, lo que se cosecha se reparte en forma igualitaria, y ese es un acto de justicia, no porque el que tiene más va a comer más, sino que los que necesitan comer más van a tener más. Al anciano que no puede ir a buscar piñones, la comunidad le va a asegurar que ese anciano tenga lo necesario para comer durante todo el invierno, en que ellos no van a poder salir a buscar su comida.
Entonces, con este pensamiento de reciprocidad, de solidaridad, de simbolismos es como vive y se mueve el pueblo mapuche.
Otro tema que quería contarles es el tema de la territorialidad. Nosotros, de acuerdo a donde vivíamos, teníamos ciertos alimentos. Los que vivíamos más al este se llamaban puelches, los que estaban al norte, picunches, los que estaban en el sur huilliches y los que estaban del lado del mar, al oeste, lafquenches. Todos comiamos de todo tipo de comida, porque había una circulación de xafkintu o intercambios de cereales. carnes, verduras, aves, así es que en pueblo mapuce, todos comian de todo. Había un intercambio, que no era comercio porque no había moneda, pero aseguraba que todos comieran de todo lo que los otros tenían.
Habian grandes xaun (se suele escribir también “trahún” o “trabún”), grandes encuentros, donde la gente llevaba lo que producía para el intercambio que se hacía, y cada uno se llevaba lo que necesitaba. Los huilliches llevaban para hacer el mudai, la bebida sagrada para hacer las ceremonias. Los que tenían piñones, los llevaban e intercambiaban. También se intercambiaban conocimientos sobre la producción de la harina, de cómo poder moler el trigo, la forma de guardar los piñones para que no se pudieran, cómo saber buscar los ojos de agua.
Todo esto también era una cuestión de conocimiento, el pueblo mapuche no nació sabiendo, pero se enriqueció a través de la observación y socializó el conocimiento.
Cuando vino la conquista, muchos nos fuimos, y muchos pudimos volver. Pero no volvimos a los lugares de donde éramos, era como recomenzar el conocimiento nuevamente, y aprender como se llaman los pullu, si vamos a buscar piñones al pie del pewen tenemos que hacer una ceremonia especial, el tayil, que llama a los más antiguos padres del pewen hasta llegar a ese pehuen para que nos permita sacar piñones. La cáscara del piñon no se quema, como que todo es simbólico y está en las normas del nagmapu. Tratamos a la parte de los pullui que quedan cuando comemos lo que necesitamos. Porque la piña y la cáscara que no se comen no se pueden quemar, ni tirar a la basura, porque no sabemos a donde van a parar, se junta todo y se entierra.
También cuando estamos en una ceremonia mapuche y sobra trigo, que está delante del rehue se va al rio y se tira al agua (la ko) y a través de las oraciones mapuches se le pide al agua que en donde caiga este alimento, genere vida y que cumpla la misma función para la que nosotros la necesitamos.
Entonces, la cuestión mapuche es religiosa y ceremoniosa, y filosófica. Nosotros necesitamos vivir en nuestro espacio, el che necesita su espacio, y no es que la naturaleza está a nuestra disposición, nosotros somos parte de ella, y cualquier cosa que se muera, cualquier cosa que se pierda, cualquier cosa que desaparezca, cualquiera de las energías que no cumpla su rol para el que esta en esta tierra, produce desequilibrio y esto produce enfermedad.
Si yo tiro una montaña donde conviven distintas fuerzas y donde pastaban los animales y ya no pueden ir allá, yo tampoco voy a poder vivir en armonía. Entonces, para poder vivir armónicamente, yo tengo que vivir en equilibrio y respetando el ixofilmogen. Por ejemplo las malezas, que no son malezas, ellas son necesarias . No es el hombre el que define la existencia de las distintas formas de vida , no es el hombre que no deja reproducirse, no es el hombre que tiene la naturaleza a su disposición, sino que yo soy parte de ella y ella es parte mía.
En este pensamientito, que ha sido así milenariamente, tan simbólico, religioso y regido por las normas mapuches, es que el pueblo mapuche ha podido resistir, recuperar, recrear nuestra cultura. Ya van a hacer 115 años que llegaron los conquistadores, y aquí estamos. Los pulli nos sostienen, porque las fuerzas de la naturaleza nos alimentan.
Nuestros ancestros cuando mueren, cuando nosotros morimos, nuestros pullu van a formar esa parte de las energías.
Por eso nosotros pensamos que todo tiene vida, que no solamente tienen vida las plantas, los seres humanos y los animales, tienen vida las piedras, las montañas. Cualquier cosa que nosotros desordenemos, desordenamos y desequilibramos al resto de lo que está en esa conformación y también nos desordenamos nosotros. No somos únicos, somos necesarios. La tierra es necesaria, las hormigas son necesarias, los animales son necesarios, cualquier cosa que nosotros matemos, desordenamos parte de un mundo de configuración circular, y se producen enfermedades y catástrofes.
Entonces, yo quería trasmitirles que la alimentación es más amplia y generosa que el simple comer, es un proceso de igualdad, de solidaridad, de reciprocidad, de justicia, porque no puede haber un solo mapuche que se quede sin comer, esto desequilibra al resto. Este es un acto de generosidad que se da en mi pueblo, que se da en casi todos los pueblos originarios, donde el hombre trabaja casi toda la vida para la comida, y no para tener las cosas materiales. No para tener una tele o una video, porque los mapuches no tenemos ese pensamiento de amarrocar, de guardar, como manda el sistema. Las cosas materiales no son importantes para nuestras vidas sino mantener en equilibrio todos los pullu que están en el mundo mapuche.”
Plantas silvestres comestibles
Por Eduardo Rapoport (versión transcripta, no textual)
Trabajando en Zoología, me pregunté cuánto espacio ocupan las especies, por ejemplo los pájaros en Africa, y las plantas en Europa, y vi que en pequeñas áreas hay muchas especies, y en áreas muy grandes, pocas especies que se repiten, y que en las áreas enormes hay muy poquitas. Cuando luego me puse a estudiar lo millonarias que son las plagas, las pestes y en el caso de las plantas, las malezas, me interesó responder a la pregunta de porqué son tan exitosas las malezas, que son millonarias en las áreas relativamente pequeñas. Y pasé entonces a otra rama de la biología, que es la ecología de las invasiones, en este caso se trataba de descubrir de donde vienen las plagas que invaden cultivos, su distribución, sus características. En Bariloche vimos que la mayoría son plantas que se consideran plagas son europeas, y la preocupación es que por cada planta exótica que aparece, hay un lugar menos para las plantas nativas, de modo que estamos compitiendo contra la naturaleza. Un ejemplo en el reino animal es traer jabalies europeos y truchas americanas, que invaden la patagonia, y estas invasiones son como una estampida de búfalos: no se puede parar.
Ante esta evidencia, nos preguntamos sin estos yuyos invasores sirven para algo, si son de utilidad. Leyendo el libro de Mazocca “malezas medicinales” se nos ocurrió que si eran medicinales dejaban de ser malezas, y pasaban a ser útiles. Como ya había trabajos sobre el uso medicinal de los yuyos, decidí dedicarme a estudiar las “malezas” de uso alimentario.
Recordando que en México había comido tacos de quelites, nombre dado a la quingüilla o quinoa blanca (Chenopodium album), una maleza odiada por los agrónomos, razón por la cual rocían los cultivos con agrotóxicos, empecé por probar la quingüilla. Primero probé con un pedacito muy chico, sabiendo que si era tóxico, iba a tener dolor de panza, vómitos o diarrea en no más de 3 horas. Al no pasar nada de esto, probé el doble. Luego de 3 horas, el doble otra vez, es decir 4 pedacitos, luego 8 y así. Luego apliqué este método para otras plantas, casi todas tomadas de libros. Sabiendo que si de entrada tiene gusto desagradable se escupe, si es muy fibroso también. En revistas científicas se encuentran descripciones de plantas que come la población del lugar, por ejemplo los mongoles, y algunas plantas existen en nuestro país. Bárbara se dedicó a recopilar la información y a hacer recetas de cocina.
Nos preguntamos mientras hacíamos este trabajo, cuántas plantas comemos por día? Si contamos el café o mate o te del desayuno con el azúcar, el pan y el dulce ya son 4, si agregamos cereal, jugo de naranja, nueces son 3 más, si almorzamos con ensalada de lechuga, tomate y cebolla, comemos sopa de fideos agregamos otras 6 (incluyendo el aceite), en fin, unas 30 a 40 especies diarias. El mercado suele ofrecer unas 40 especies, y a lo largo de nuestras vidas probamos unas 70 especies diferentes. Comparamos esto con el catálogo de plantas comestibles del mundo (con nombre, regio y parte comestible) del alemán Kunkel, que describe 12.500 especies, de las cuales se cultivan y comercializan nada más que 100, y desde hace unos 20 años estamos agregando otras plantas, y llegamos a las 17.500.
Si comparamos el consumo de plantas por diferentes animales, vemos que el mono aullador de Brasil, que es vegetariano, come 52 especies, la vaca del noroeste de la Patagonia come 23 especies, la cabra de Mendoza 76 especies de plantas, la vizcacha de la sierra 21 especies, la liebre europea 28 especies. Y nosotros comemos lo que encontramos en los mercados, creyendo que eso es todo lo que podemos comer!
Si analizamos el origen de las plantas que se venden en los mercados, vemos que Eurasia nos aporta acelga, lechuga, repollo, cebolla, zanahoria, trigo, remolacha, manzana; Africa es el lugar de origen de la sandía, el melón, el mijo; Norteamérica del girasol. Esto me llevó a buscar en un diccionario (catálogo) de plantas comestibles el lugar de origen de las especies, y vimos que el 52% provienen de Eurasia, el 18% de América Latina, el 6% de Norteamérica y el 8% de Africa. Esto no coincide con el origen de las plantas ornamentales.
El origen de la agricultura en el mundo fue simultáneo por lo menos en tres lugares: la región de Turquía, Siria, Irak, Israel y Europa. Cuando empezó el cultivo del trigo, apareció una maleza que se llama avena y que mataba al trigo. Cuando descubrieron que la avena era alimentaria, la domesticaron. Lo mismo ocurrió con los animales. Hace 9000 años se empezaron a domesticar vegetales y animales, y desde entonces la agricultura avanzó 1 km por año, permitiendo el acopio de comida que permitía que no hubiera escasez en invierno, transformándose las poblaciones en sedentarias (agricultoras y ganaderas). Hoy este sector desprecia a los “salvajes” cazadores y recolectores por vagos a los que no les gusta trabajar. Sin embargo los “nómades” consideran a los agricultores y ganaderos como gente ignorante, ya que perdió saberes, y no saben lo que ellos sí: cómo reemplazar alimentos cuando faltan en la naturaleza, y comer sin necesidad de acopiar. Estos son gente tranquila, no tan beligerante como los ganaderos-agricultores. Es como hoy día: gente de ciudad que considera al campesino ignorante pero cuando van al campo no saben arar, hacer nudos, cavar, arreglárselas allí. La tecnología que disfrutamos hoy es resultado de la agricultura y la ganadería, pero esto lleva al modelo actual con ricos y pobres, guerras, y es una tragedia cuando podría haber sido un beneficio.
Al pasar de la recolección a la agricultura, estas comunidades redujeron el interés por algunas especies, por ejemplo encontraron interés por los granos grandes, desaprovechando otros. Hoy en día, en el desierto de Sonora (entre México y EEUU), de 2500 especies, 350 son comestibles (el 15%), en cambio en ecosistemas no naturales, es decir antropizados, como en Canadá el 61% son “malezas” comestibles.
Con el material de Kunkel, pero ampliado por la propia lista, tomé la Flora de Gran Bretaña, que es muy completa. Cruzando estos datos, obtuve que el 24% de las especies son comestibles, aunque los ingleses no necesariamente las comen todas. Comparé estos datos con otras obras, por ejemplo de un investigador que vivió 20 años en Nueva Guinea y determinó que el 26% de olas especies son comestibles allá. Es decir que una cuarta parte de las especies deberían ser comestibles en todas partes. Esto significa que de cada 100 especies que encontramos, 25 debería ser comestible. Acá no ocurre esto, porque hemos perdido la memoria. En nuestra zona hay humanos desde hace 10.000 años, del lado chileno 14.000, pero cuando vino el conquistador español, barrió a tiros y enfermedades a los habitantes originarios y se perdió la información. Si usamos la misma cuenta, habiendo en nuestra zona 2800 especies, deberíamos tener 600 especies comestibles, pero sólo conocemos 100 a 150 en la Patagonia.
Hace unos años, 5 investigadores de EEUU mandaron cartas a todo el mundo preguntando cuáles eran las peores malezas en las diferentes regiones, y publicaron las 18 especies cosmopolitas más odiadas por os agricultores, para ponerles herbicidas. De estas 18 especies, 16 son comestibles! Primero en la lista está el amaranto, la avena y la quingüilla.
En un estudio que mide la agresividad de las plantas, tomando el libro de Matei sobre malezas en Chile, y clasificandolas del 1 al 5 (la más agresiva para la agricultura es 5, y debe ser controlada porque de lo contrario se pierde la cosecha), se vió que cuanto más agresiva, más alimentaria era. El grupo de las menos agresivas (1 en la clasificación) tenía un 30% de especies comestibles y el grupo 5 (máxima agresividad) 70% de especies comestibles.
Comentario: en Uruguay hay un yuyo bolita, que da una papita blanca en la raíz, es un pasto de hoja larga dura parecida a la gramilla, alta, muy invasora. Probablemente sea la chufa, o Cyperus. En España la cultivan y hacen jarabe de orchata. Se puede moler y tostar para hacer “café”.
La hipótesis de porqué las malezas más agresivas son alimentarias es que seguramente se originaron en la época en que éramos cazadores-recolectores, pisoteábamos la zona del fogón donde había mucha materia orgánica, producto de la actividad humana, de la basura y la orina, y nos íbamos a otro lugar en calidad de nómades. En ese lugar abandonado brotarían plantas a partir de semillas caídas al seleccionar especies o comerlas, en medio de cenizas, con capacidad de adaptación a las modificaciones humanas.
Las familias de plantas más propicias para dar partes comestibles son las rosáceas (manzana, ciruela, frutilla, pera), las compuestas (girasol) y las dioscoreáceas (batata, ñame) y son las más numerosas. Pero más numerosas son las orquídeas, que prácticamente no son comestibles, porque están bioquímicamente muy defendidas de los predadores. Al respecto, las defensas de una planta para escapar a los herbívoros son hacerse venenosas es decir producir una sustancia química tóxica, o producir espinas, como los cáctus, es decir producir defensas físicas. Pese a las espinas, los frutos de los cactus son comestibles.
Las regiones del mundo se han clasificado según frecuencia de las partes comestibles. Donde se usan más las hojas es en la región de Eurasia, las frutas en América Latina, las semillas en Australia, los condimentos en la India y las raíces en Norteamérica.
Pasando a Bariloche, donde vivimos, quisimos evaluar cuántas plantas comestibles hay. Caminando por baldíos, vimos que por cada 5 pasos, en dos pisábamos plantas comestibles. Entre 5 personas trazamos una transecta desde el aeropuerto de Bariloche hasta el Llao llao, que es zona de bosque, y en esa línea íbamos poniendo un marco de madera de ¼ metro cuadrado buscando plantas con sus partes aéreas comestibles. En el laboratorio pesamos lo recolectado, y el promedio general fue de 1300 kilos de excelente comida por hectárea. El máximo era de 7 toneladas, no lo podíamos creer, por lo que lo volvimos a hacer y nos dio el mismo resultado. Entonces dijimos, “esto hay que difundirlo!”. Donde más encontramos fue en las huertas, un promedio de 3 toneladas por hectárea, aparte de las hortalizas. Hicimos el mismo estudio en México, que es el trópico, y nos dio 2100 kg por hectárea todo el año.
Una planta que abunda en la zona andina es la lechuga del minero (Claytonia perfoliata), que vino de California o noroeste de México. En una temoprada se puiede cosechar 3 veces, dejando 1 mes entre poda y poda. Si hubiera un campo invadido con esta planta se podrían producir 18 toneladas por año.
Otra planta frecuente es el diente de león (Taraxacum officinale), y si se compara su valor nutritivo con el de la lechuga, el diente de león o amargón tiene 3,2 veces más proteínas, 5,5 veces más grasas, 4,4 veces más hidratos de carbono, 5 veces más calcio, 5 veces más fósforo, 4 veces más hierro, 3 veces más vitamina C, 6 veces más vitamina B1, 12 veces más vitamina A.
Si tomamos el libro de Pio Font Quer (El Dioscórides renovado), que describe 862 especies, vemos que el 34% son comestibles (294).
Resumiendo, la definición de “maleza” es “planta que crece en un lugar donde molesta”. Pasamos a ver diapositivas....
Plantas silvestres comestibles usadas en las comunidades rurales del noroeste de la Patagonia
Por Ana Ladio (transcripción no textual)
Trabajo en el Laboratorio Ecotono de la Universidad Nacional del Comahue, y presento el trabajo “Plantas silvestres comestibles usados en comunidades rurales del noroeste de la Patagonia”.
El uso de las plantas silvestres es una costumbre muy antigua, que ha contribuido al sustento y supervivencia de comunidades aborígenes y no aborígenes. Sin embargo, se conoce poco sobre dichas plantas, a pesar de que los pobladores viven en estrecho contacto con las áreas silvestres.
El uso de recursos silvestres tiene una larga historia. Desde hace 30.000 años grupos de cazadores-recolectores cruzaron el estrecho de Bering e ingresaron al continente americano por el norte, y desde hace 12.000 años hay evidencias de la presencia humana en el Estrecho de Magallanes, a donde llegaron desde el norte. En sitios arqueológicos se ve el uso de plantas, hongos y animales en forma muy diversa. En cercanías de Osorno, se encontraron 68 restos de especies comestibles en un yacimiento arqueológico. Hoy esa diversidad ya no se usa.
Actualmente, las comunidades aborígenes locales son las principales portadoras del saber sobre la naturaleza, y la aplican. Creemos que la conservación de estas plantas está ligada a los saberes locales y a su uso tradicional, porque cuanto más se conoce, más se valora, y se protege, La información sobre esto puede servir para desarrollar proyectos de desarrollo comunitario en conjunto entre comunidades e instituciones.
Frente a este contexto y la necesidad de conservar ecosistemas en la Patagonia y conservar los saberes, la etnobotánica puede realizar aportes, Esta disciplina estudia las relaciones entre humanos y plantas, que varía según el ambiente y la cultura en determinado espacio y tiempo.
La etnobotánica ayuda a entender procesos de perdida y erosión de los conocimientos sobre plantas que existen en sus comunidades, y se cree que documentando el uso actual, ese saber puede no seguir perdiéndose.
El pueblo mapuche vivió en zonas de bosques templados de Argentina y Chile. Eran hortícolas y recolectores, sufrieron grandes cambios sociales y económicos y se convirtieron en pastores ecuestres. En el siglo XVII cruzaron los Andes y fueron a la estepa, sufrieron una devastación numérica y perdieron su ambiente tradicional. Fueron sobreviviendo gracias al sincretismo cultural, por intercambio de conocimientos y prácticas y recursos y saberes.
En el pasado, su base de sustentación era la producción agrícola a pequeña escala y la r4ecolección de frutos del bosque (papa, maíz, quinoa, poroto, zapallo, calabaza, ají, mango, madi, teca, oca), y preparaban las plantas hervidas en agua y sal como sopa, comían bollitos de ma+os y papa en reemplazo del actual pan, cocinaban al rescoldo, hacían chichas. La carne se comía solamente en rituales.
Para saber qué contribución hacen las plantas silvestres a la dieta actual, se las estudiaron en distintas comunidades de distintos ecosistemas: en Villa Traful, que es bosque mixto de cipres y coihue, en Catan Lili y en la estepa patagónica. Las etapas del trabajo fueron las siguientes:
1. Se pidió el consentimiento a las comunidades para realizar el trabajo de investigación.
2. Se eligieron los métodos etnográficos (entrevistas individuales y al azar, enlistados libres, entrevistas semiestructuradas, entrevistas en profundidad, observación participante y recorrida con otros porque los nombres populares son muy locales y diferentes entre sí, a fin de asegurar el reconocimiento de las plantas, porque a veces los conocimientos se pueden transmitir erróneamente.) Las recorridas en el área de cada comunidad se realizan junto con informantes, se confeccionan herbarios, se utilizan métodos participativos como talleres comunitarios con devolución de los resultados a las comunidades.
3. Muestreos de vegetación (estimación de la riqueza y abundancia de las plantas).
Los principales resultados fueron los siguientes:
ü La gente clasifica las plantas en dos grandes grupos: las que sirven para preparar comidas que llenan, y las que no llenan, y que se van comiendo durante las horas de trabajo en el campo
ü Las plantas silvestres complementan la dieta, sobre todo cuando escasean las plantas cultivadas
ü Son la principal fuente de vitaminas y minerales
ü Encontramos más de 100 especies comestibles nativas
ü Las plantas silvestres comestibles se consideran preventivas
ü Han sido reemplazadas por productos del mercado, lo que no ocurre con las plantas de uso medicinal
Algunas plantas silvestres de importancia cultural son las siguientes:
1. Semillas: piñones de araucaria (Araucaria araucana: pehuen), el “pan de los mapuche”, que se recolectan para moler, comer hervidos o al rescoldo, como relleno de empanadas, actualmente como alfajores. Tienen un simbolismo importante. Toda la familia viaja a recolectar, agradece al árbol previamente, y lleva a los miembros de la familia que no pueden ir a piñonear. Esta actividad se combina con la transhumancia ganadera. Actualmente hay crecientes dificultades para acceder a la veranada, lo que dificulta esta práctica, asó como la recolección de especies medicinales. La escuela, con sus cilcos lectivos, también dificulta el acceso de los niños.
2. Frutos: michai (Berberis hetrophylla), y el molle (Chinus o´donelli), que saboriza el trigo mote.
3. Papas silvestres: - el yocón (Diposis patagonica) sirve para hacer puré para los bebés, es muy dulce, tiene muchas proteínas, huele a Nestum, las cabras se la comen. – El chaquil o liuto (Alstroemeria patagonica) es una variedad de amancay, crece en pedreros sin riego de la estepa. – Chaleo o cebolla de campo o cebolleta da una flor tipo estrellita de 6 puntas, blanca (Tristagma patagonicum). – Curuhuilla o correhuela (Magallana porifolia) se enrieda en el alpataco o en la jarilla, dicen que antes había más y las papas que daba eran más grandes. – Papita del macachin o chaquil (Arjona tuberosa) crece como un pinito, se lo encuentra cerca del neneo, tiene una flor con 5 pétalos cuadraditos blancos. – Rizoma del carrizo (Phramites australis). – Chupalla (Erygniun paniculatum) da un rizoma comestible jugoso, y es medicinal: hepático. Se come como tentempie
4. Verduras de campo: - berro amarillo (M. glabratus) p “placa”, -berro (N. officinale) ambos de uso restringido desde que se sabe que se asocian con la parasitación con saguaypé (Fasciola hepática), -apio panul, -diente de león (Taraxacum officinale), culle colorado de meseta, culle amarillo de cordillera, con ambos se hace una torta, de uso medicinal
5. Condimentos y saborizantes: -cilantro silvestre (Sanicula graveolens) crece en zonas húmedas protegidas y soleadas, por estolones, tiene la flor como la del perejil, y –tomillo silvestre (Acantholippia seriphioides) de características parecidas al Thymus vulgaris, se usa para carnes ahumadas.
6. Tallos comestibles: -cactus (fruto de la barda, chupasangre), nalca (Gunnera tinctoria)
7. Brotes comestibles: caña colihue, hojas de maitén.
Las características comunes de las especies silvestres es que son de producción limitada, de distribución geográfica restringida, de estacionalidad también limitada y relativa perecebilidad. No sabemos cuánto se cosecha, ni cómo conservarlas. Cada vez se encuentran menos, debido al sobrepastoreo. Su consumo es domiciliario, fresco y seco, para intercambio familiar, intra e intercomunal, lo los encuentra en herboristerpías urbanas, por lo que su extracción puede extinguirlas, sin controles sobre su expendio, que puede generar errores y adulteraciones con sus consecuentes problemas de salud. Los organismos locales y municipales están estimulando una venta informal.
Como conclusión, la recolección de plantas se hace esporádicamente, pero está vigente y disminuye entre los jóvenes. La pérdida de conocimientos se debe a varios factores, entre ellos la disminución del acceso a ambientes tradicionales, la erosión del conocimiento, la pérdida del idioma mapuche. La meta para revertir esto es conservar las plantas nativas y trabajar con los niños en la recuperación de los saberes.
Exposición de Graciela Martinez, Uruguay
Graciela vino a Cutral Co a participar de nuestro encuentro, y aprovechamos para que nos contara acerca de su actividad. Ella forma parte del CEUTA (Centro de Estudios Uruguayos de Tecnologías Apropiadas), ONG prima hermana uruguaya del CETAAR, nuestro referente en Plantas Saludables de Marcos Paz, ambas instituciones que forman parte de la Red de Salud y Plantas de América Latina.
En primer lugar presentó el libro de la Red de Plantas de América del Sur, que recopila la experiencia organizativa de la red, y cuyos ejemplares están a la venta.
Luego contó que Ceuta ya tiene 20 años, que tiene un área dedicada a la agroecología, otra de energías alternativas, otra sobre tratamiento de agua, otra de capacitación y una nueva área en formación, la de alimentación.
Graciela, junto con Elvira, forma parte de la Red de Investigadoras Populares en Plantas Medicinales y Alimentarias, que nació de un modo diferente que nuestra Red Jarilla (que empezó con talleres ligados al sistema de salud). “Nosotras nos propusimos formar la red de entrada. Nos acercamos a gente que cultiva, gente que trabaja en el sistema de salud, parteras. Las primeras reuniones de investigadoras se hicieron con fondos del CIID, la misma institucion canadiense que financió la Red y la publicación del libro, pero luego se hizo autosustentable. Tenemos 2 encuentros anuales en distintas zonas del país, y vamos por el octavo. Será el 12 de mayo próximo.”
Elvira, que acompaña a Graciela, es partera, y coordina el Movimiento de Humanización del Parto, que busca un trato personalizado de madre y bebé, que la gente conozca el derecho a un buen trato, que reflexione sobre sus necesidades y cómo exigirlas.
“Trabajo en alimentación natural, soy docente de cocina, con fuego y olla compartidos hace 20 años. Estudie en Brasil alimentación oriental, en Ecuador me cautivó la alimentación tradicional y en Chile aprendí otro tanto. Fui integrando plantas silvestres: uso ortiga, llantén, diente de león, borraja, taco de reina, entre otras. Doy pequeños talleres con preparados con plantas silvestres. “
“En la ciudad de Montevideo, donde tiene la sede CEUTA, funciona desde hace un año la Cocina de Ceuta, donde se preparan almuerzos para allegados a nuestro Centro, y preparados que se venden en una ecotienda, gestionada por productores orgánicos,
junto a un grupo de consumidores quienes nos proporcionan verduras de excelente calidad y a un precio justo. A través de estos productores nos proveemos de las plantas silvestres que utilizamos. Esta cocina funciona como una cocina escuela, donde se dan cursos, se realizan pasantías y tiene como objetivo difundir una alimentación natural, sana y accesible.” Luego miramos fotos: Graciela dando un taller de cocina a chicos de un liceo, otra en un centro de atención familiar (CAIF), que es un comedor con jardín de infantes, donde hizo una muestra con las cocineras del lugar de buñuelos de lengua de vaca y ensalada de diente de león y cerraja. “Todo lo que podemos cocinar con las verduras habituales, se puede aplicar a las silvestres. Piensen que cómo cocinan la acelga o la espinaca y aplíquenlo a las silvestres. Si son tiernas, úsenlas en ensaladas, teniendo la precaución de cortarlas fino, porque en general son más fibrosas.”
De regalito, nos dejó una receta:
1/2 papa
1 zanahoria ¼ taza de aceite sal y limon Se cocina la papa y la zanahoria cortada en cubitos y cubierta de agua y estando aun caliente se licua junto con el aceite y la sal y el limón o se hace un puré y se pasa por un cedazo, para lograr la consistencia adecuada se le agrega agua de la cocción. Una vez pronta le agregamos taco de reina, mastuerzo,o alguna otra silvestre de nuestro agrado picada bien finito. Dejar enfriar bien antes de servir. Si queremos hacerla sólo de zanahoria, se agrega al final de la cocción una cucharita de maicena para darle consistencia y homogeneidad, le aporta almidón. Podemos jugar con los colores y agregarle remolacha y nos quedará rosada, o morrón crudo o perejil para obtener una verde. A probar! Exposición de Eduardo Impinisi, de CAOS, Provincia de Buenos Aires
Aprovechando que tuvimos el honor de contar entre nuestros participantes a un miembro del grupo CAOS, cooperativa de agricultores orgánicos solidarios de la zona de Merlo y Marcos Paz, de la cual también forman parte miembros del CETAAR, le hemos pedido que nos cuente qupé hacen allí.
“El Grupo Caos fue surgiendo de las prácticas en espacios como CETAAR, las Asambleas Barriales, surgidas a partir del 19 de diciembre de 2001, de empresas recuperadas.
Nos guía la necesidad de salirnos de esta forma de vida tan inhumana. Pensamos que es posible y necesario instalar nuevas formas de pensar, de hacer, de vivir, de relacionarnos entre las personas y la naturaleza. Que solo así recuperaremos nuestra autoesti-ma, nuestra dignidad y realizarnos como seres humanos. Entendemos que no es posible hacerlo cada uno/a por sí solo/a, sino colectivamente, en comunidad, solidariamente, en armonía con la naturaleza, sin jerarquías, donde seamos hermanos y hermanas, y no como enemigos.
Las pràcticas que venimos realizando variada, caóticamente, donde no falta la alegría, el entusiasmo, y la desazón, apuntan a que seamos autogestivos, autónomos del sistema, que nos ayuden a perder los miedos con los que nos dominan, nos basurean, nos humillan.
Y este Encuentro nos ayuda mucho a que perdamos los miedos.
Tratamos de desarrollar varias áreas que van desde la huerta, granja, apicultura, plan-tas medicinales, dedicando una atención especial a todo lo que tiene que ver con las plan-tas silvestres comestibles, aprovechando lo que la naturaleza nos ofrece en cantidad, recuperando saberes milenarios y conocimientos como lo que explica Rapaport, Adriana, Patricia y tantos/as otros/as.
Pretendemos con todo ello autogestionarnos, recurriendo cada vez menos al mercado, a comprar lo que nos ofrece este sistema consumista. A la vez para cubrir algunas necesidades tratamos de vender excedentes.
Es una maravilla, fascinante, el zambullirse en los saberes y prácticas de plantas saludables que nos rodean, que están a nuestro alcance, como el Diente de León, la Ortiga, el Llantén, la Verdolaga y tantas otras. Y lo mas lindo del caso es que tienen más propie-dades en minerales, en vitaminas y en proteínas, que aquellas plantas que sembramos y que debemos cuidar como la Lechuga, la Acelga, la Espinaca, etc.
Imagínense la sorpresa (para mí) cuando Patricia en una visita a nuestro lugar pide una olla y recorre, juntando los llamados Yuyos y flores para hacer la ensalada. Y con 17 de ellos la hicimos y la comimos con gusto!!!!!! O cuando en grupo nos juntamos, también con Patricia en cantidad de diez, y decidimos hacer el almuerzo con lo que había en el terreno y así juntamos diversas plantas, desde la Achira a la flor de la Borraja e hicimos diversas comidas, que satisficieron con creces nuestro apetito. O en otro caso, que nos juntamos 30 personas y la entrada fueron tortillas de Ortiga, que deleitó y asombró a todos/as.
Ahora estamos pretendiendo hacer un menú-dieta que contenga lo que el cuerpo y la salud necesitan, aprovechando lo que tenemos a nuestro alcance de plantas silvestres. Claro que nos encontramos con el gusto, el paladar formado por aquellos que nos quieren hacer comer lo que el comercio manda. Se dice que cambiar estos hábitos lleva años. A no desmayar, que podemos y con beneficios para la salud.
En las visitas y Encuentros como este comprobamos que este movimiento se desarrolla impetuosamente a lo largo y ancho del país y en todo el mundo a través de redes, subterráneamente como lo rizomas. Pareciera que los seres humanos nos vamos dando cuenta de que podemos y debemos salir de esta crisis civilizatoria en la que estamos metidos, y es en esa creciente comprensión, que se va construyendo esa masa crítica que podría cambiar las cosas de raíz, sabiendo que la raíz del problema para nosotros/as está en nosotros y nosotras mismas/os.
INFORME DE LAS ACTIVIDADES DE LOS NIÑOS PARTICIPANTES
EN EL III ENCUENTRO
Realizado por Liliana Rikemberg
Al igual que en el segundo encuentro de la red, en ésta oportunidad hicimos partícipes a los niños en diferentes actividades.
VIERNES 7:
Con Celeste Bargas (3), Lorena Bargas (7) y, Antonella Olaguibet (7) de Catriel; Aldana Troncoso (5) y Yamila Sánchez (8) de Las Coloradas; Florencia Castillo (13), María Eugenia Méndez (9) y Florencia de Plaza Huincul; Giselle Orqueda (11) de Cutral Có; Alín y Axel de Plottier realizamos en primer lugar Jarabe de Malva, previa introducción presentando a esta noble plantita e intercambiando datos de los integrantes del nuevo grupo Los Amantes de las Plantas.
Seguimos la receta que nos leía Florencia Castillo, y poniendo todo el mejor sentimiento, dejamos reposando hojas, flores y agua hirviendo bien tapados durante dos horas. Durante éste tiempo, María Antonia nos esperaba con toda paciencia y predisposición para iniciar una actividad literaria, sin abandonar nuestra elegida del encuentro: La Malva. Así los niños dieron forma a un afiche, dibujando y copiando las hojas y flores de Malva, que luego colocaron a una rama dibujada por María Antonia. Completaron el trabajo asignando cualidades a la protagonista del encuentro.
Transcurrido el tiempo necesario, terminamos con el jarabe, dando a cada participante un envase que fue llenado con el preparado, rotulado y fechado.
En el resto de la tarde, se continuó con la actividad literaria, donde María Antonia condujo a los niños en la creación de un cuento, al que llamaron “La Huerta de Juan” que sigue a continuación:
“Había una vez un chico llamado Juan, que tenía una huerta con frutos, vegetales y verduras. Cuidaba que no le faltara el agua, las protegía del fuerte sol y las fertilizaba con productos naturales.
Cuando llegaba el verano con su varita mágica, florecían las plantas, maduraban los frutos y para Juan llegaba el tiempo de la cosecha.
Una mañanita, comenzó a llenar su canasto y vió asombrado una pequeña planta con flores lilas y blancas. Pensó que eran malezas, y cuando estaba dispuesto a arrancarlas, recordó que a su papá le habían regalado un libro de plantas saludables que había escrito una señora llamada Adriana Marcus.
Corrió a su casa, abrió el libro, buscó la figura de la planta, y . . . ¡oh! Sorpresa! No era una maleza, según esta señora era una bueneza llamada Malva.
Leyó las propiedades curativas que la componían y desde entonces la Malva, planta con nombre de mujer, fue una habitante permanente en la huerta de Juan.
Así termina el cuento y se lo ha llevado el viento”.
PARTICIPARON: Celeste, Lorena, Antonella, Yamila, Florencia, Eugenia, Alín, Axel, Giselle, Natalia y Milagros.
Esta creación fue leída por algunos de los niños en la presentación a los adultos, finalizando las tareas del día viernes.
SABADO 8:
Con los mismos niños, más la incorporación de Tomás (8), quién nos acompañara el año pasado, comenzamos la jornada con el ritual de “Sembrar semillas de Malva”. Sentados en círculo al aire libre, hablamos de los elementos naturales necesarios para que una semilla despierte de su sueño: sol, tierra fértil, agua y nuestro amor. Luego de filosofar un poco, y cada uno con una maceta reciclada a partir de una botella de plástico, iniciamos la importante tarea que implica brindarle a la semilla la posibilidad de realizarse como tal. Pusimos semillitas de Malva en el centro de buena tierra, la regamos y nos comprometimos a cuidarla en su desarrollo.
Por la tarde los niños disfrutaron de una obra de títeres generosamente preparada y brindada por las hermanas Melina y Sonia Lucero, presentando “una historia de amor y plantas” con un final abierto, para que los niños trabajen su propia conclusión mediante un dibujo que luego los adultos pudieron apreciar exhibidos al aire libre, colgados en un cordel.
Comentario final: Se pudo apreciar que los niños participaron con agrado de las consignas propuestas. Se observó un marcado interés en las niñas más grandes en el intercambio de lo que ofrecían los stands y así realizaron trueques por “motus propio” con el sobrante de jarabe recién hecho, por plantitas de su interés para llevar a sus hogares. Además vimos que niños participantes del año pasado le transmitieron a algunos nuevos el concepto de la “no depredación”, ya que, aprovechando las inmediaciones de lugar del encuentro del día sábado, juntaron ramitas de jarilla, también con el propósito de intercambiar por otros productos. Lindo no?
Cierre del Encuentro: Evaluación.
Antes de despedirnos, hicimos una ronda para contarnos que nos había parecido el Encuentro. Luego de un largo aplauso para los organizadores, hablaron en primer lugar ellos:
Pabloestaba feliz de que las cosas hubieran salido “medianamente bien”, deseaba que todos se hayan sentido cómodos y agradeció el esfuerzo realizado de llegarnos hasta Cutral Có.
Sara O. Agradeció que hayamos venido.
Magdalenase definió como una de las cocineras, estaba muy contenta de haber estado en este Encuentro.
Lilianaestuvo también con los niños. Si bien había expectativa de que hubiera más gente, el éxito o el fracaso no depende del número. Me enriquecí con el aporte de los invitados. Estoy satisfecha con los niños. Siento que recibo más de lo que doy. Deseo seguir por este camino.
Sara Crespoagradece a los que vinieron, “todo salió como está”.
Silvia Ruizse presenta como secretaria de la red, “estoy contenta, cada vez sale mejor, independientemente de cuántos seamos”.
Antonia Medicies cuentacuentos, y dejó un mensaje a Verónica: está feliz de integrar la red, luego de haber conocido muchos grupos, encuentra que nadie trata de disputar espacios, que todos somos un miembro más. Quiere seguir formando parte de la red, pide que le avisemos.
Verónicase considera colaboradora. “Estoy feliz, como cada vez que nos encontramos. Seguimos creciendo, en cada encuentro encontramos a más gente maravillosa. Estoy muy agradecida”.
Yolanda Monsalvede Centenario vino por primera vez, halló maravilloso el encuentro. “Tenemos que sumar”.
Joséde Cutral Có vino por primera vez, quedó con ganas de seguir compartiendo, y agradece estos 2 días, que o hacen sentirse feliz.
Elvira de Uruguay agradece a Graciela haber podido venir. Cuenta que cuando Graciela la invitó, no dudó ni un minuto en venir. Expresa su reconocimiento al grupo organizador, el encuentro ha sido fabuloso, interesante, humano. “Ustedes son gente bárbara, me encantó”. Y un reconocimiento especial a la familia Saito que las buscó en el aeropuerto y las acogió. Define esto como un nuevo aprendizaje, “me enriquezco con los demás en el encuentro y el diálogo”.
Ignacia Marifil de Cutral Có agradece haber sido invitada por Marta de Catriel.
Elena agradece a Ignacio P. El seguir en la red.
Marta Gajardo de Cutral Có viene por primera vez, está impactada, nunca vino a un grupo así.
Natalia es nieta de Magda, viene por primera vez invitada por su abuela.
Marisa Saito presenta a dos integrantes de La Vanda de los Yuyos que si bien forman parte del grupo hace tiempo, vienen por primera vez a un encuentro. Está más que feliz, tal vez porque hay mayor confianza, todo lo vivido es enriquecedor. No importa la cantidad sino la calidad. “Estamos más enredados que antes”. Agradece a los chicos que nos han bancado, así como quienes estuvieron con ellos.
Maria Sanchez de Catriel está muy contenta, el grupo es grande, no estamos solos. Agradece a las cocineras y todos los organizadores.
Bety Sarli de la Vanda de los Yuyos, de Plottier, cuenta que formaron el grupo hace 3 años, felicita a los organizadores, y dice que cada encuentro enriquece, resalta la buena onda, dice que es un placer estar acá.
Sabina está también contenta.
Graciela Castro de Barda Negra vino con su mamá, agradece a todos y a la doctora “que siempre que la necesito está conmigo”. Sería lindo que vinieran más jóvenes.
Agustina de Las Coloradas está contenta, le gustaría aprender cocina natural.
Elsa Puel de Las Coloradas pide algo sobre cocina.
Patricia de Río Hermoso ve que hay poca juventud, y sugiere que los que tienen hijos en edad de compartir deberíamos invitarlos. Propone profundizar en la práctica: hacer una salida de reconocimiento de plantas silvestres y cocinarlas.
Zoila de Zapala resalta que conoció otras personas, que es lindo compartir, está contenta y emocionada.
Alicia de El Chañar conoció compañeras nuevas, y desea ir al campo a traer verduritas y hacer comidas.
Irene de El Chañar cuenta que es el segundo encuentro al que viene, “cada vez nos conocemos más”, quiere seguir participando.
Rafael de Cutral Có está agradecido por haber participado y haber conocido personas maravillosas y desinteresadas.
Eduardo de Merlo, Buenos Aires, dice que una de las formas de dominación es el miedo, y estos encuentros ayudan a perder el miedo. Este encuentro es extraordinario. Hay que profundizar en esta dirección porque el mundo nuevo que queremos va por acá.
Graciela de Cutral Có está contenta.
Nélida de Catriel dice que se va muy contenta y emocionada, porque aprendió mucho, Los chicos están muy contentos por las actividades que han hecho.
Maria Manriquez de Catriel esta feliz de estar acá.
Flor Meriño de Catriel está emocionada porque se encontró con sus raíces, recuerda a su madre cuando a los 4 años comió por última vez catutos, y ahora a los 60 años vuelve a comer catutos y se acuerda de ella. Se propone enseñarle a los nietos a cuidar las plantas.
Angelica está sorprendida, dice que esto le permite volver a sus raíces, nació en chacras y la madre la trataba con yuyos.
Hebe de Chocón era del El Albardón, en Punta Lara (La Plata), está emocionada por todo lo vivido, dice que “construimos cosas interiores que compartimos para perder el miedo”.
Jorgede Cutral Có venía con la expectativa de recibir conocimientos y alguna práctica, y está sorprendido porque no solo adquirió conocimientos sino que puede compartir y crecer juntos para lograr una vida mejor. Agradece a todos los que dieron lo bueno de si.
Ignacio P. De Chañar dice que lo visto nos crea un compromiso muy grande, y el desafío de multiplicar.
Aldo de Neuquén agradece haber podido participar, ve el esfuerzo y las ganas para este encuentro.
Celina de Plottier dice que es un poco uruguaya. Esto le pareció maravilloso, “no tengo palabras”. Siente un gran respeto por la naturaleza y a partir de ahora su mirada es más respetuosa aún.
Gladys Matus de Chocón fue enviada por la municipalidad a fin de incentivar a la gente de la localidad para hacer cursos.
Ana Ladio de Bariloche agradece haber sido invitada, tuvo la oportunidad de conocer a otros. Se aprende haciendo, sugiere cocinar, y se ofrece para la próxima hacer una salida al campo, tal vez en otra época del año.
Graciela Martinez de Uruguay agradece a los padres de Marisa y la familia de Liliana, a la gente de la cocina, que suele perderse muchas cosas por estar cocinando, que es lo que le suele pasar a ella. La propuesta de la práctica de las plantas y la cocina le parece interesante. El primer almuerzo se soluciona si cada uno trae su comida y cada cual prueba lo que trae el otro. Agradece nuevamente.
Sandra de Cutral Có dice que es colaboradora, y que es inconstante. Dice que está feliz y agradecida.
Guillermina de Centenario está recontenta, y esta agradecida porque esta tan feliz.
Laura Le quedó resonando lo de la juventud, ella no pudo traer a su hija y habló con ella a la noche y lloraba. La próxima vez la va a traer.
Silvia Goya vino con Mariano desde Misiones, conoce a Adriana y el Boletín. Aprendió mucho y desea que siga esto que trae tanta fuerza.
Donatila de Centenario está contenta, ella va a la escuela de cocina y le dieron allí una receta para preparar un plato con llantén.
Arcelia de Cutral Có no pudo colaborar por problemas de familia, está sorprendida por los disertantes. Si con simples yuyos se puede alimentar, como puede haber gente con hambre? Tenemos que ser voceros de este saber.
Nilda Palevecino de Las Coloradas agradece a todos los que hicieron posible este encuentro.
Dora de Plaza Huincul agradece a todos los que la enriquecieron. Propone dar más difusión porque de Ccó y Plaza fueron poquitos.
Elbia de Zapala felicita a los organizadores, “el año pasado nos tocó a nosotros”. Propone traer comida en base a plantas silvestres para el próximo encuentro.
Alicia Pintosde Las Coloradas agradece a todos.
Mirta de Zapala agradece lo que han hecho por nosotros, estuvo buenísimo que el tema haya sido la alimentación. El baile estuvo bueno a pesar del cansancio. Es bueno compartir y transmitir.
La ronda se interrumpió porque los transportes tenían que salir en horario, de modo que quedaron varios sin poder hablar. Quedó la idea de que el próximo encuentro iba a ser en otra época del año, con la primera comida a la canasta, y las demás a ser resueltas por todos previa recolección y elaboración de recetas, con ayuda de Ana Ladio en el reconocimiento. Plottier se anima a organizar, pero deberemos decidirlo en alguna reunión de referentes. Por de pronto nos fuimos a descansar y rumiar lo vivido.
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