Experiencias en Diversos Países » Los Lazos que se Hicieron Visibles, Esperanza y Alegremia en la CMPCC

Última actualización: 09/05/2010

 

Relato del Taller Esperanza y Alegremia en Bolivia, en la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra
 
 
 Los Lazos que se Hicieron Visibles
 
“Esperanza y Alegremia: una Propuesta Pedagógica para la Salud de los Ecosistemas”
 
 
 
El 21 de abril, en la Cumbre Mundial de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, se realizó en la Univalle en Tiquipaya, el Taller de Esperanza y Alegremia, dentro del marco de “Eventos autogestionados”.
 
En un atardecer cálido, abrazadas y abrazados por las montañas y sus verdes, cuentan los vientos que esto fue lo que ocurrió…
 
 
 
Quienes concurrimos como facilitadores y facilitadoras de esta actividad, empezamos decorando el aula con nuestros carteles coloridos… afiches con fotos de otros talleres de Esperanza y Alegremia, la Canción de la Alegremia, ideas como “somos Naturaleza”, “encontrarnos para pertenecernos” o “hagamos visibles los lazos que nos unen”, nos acompañaron en las paredes.
 
 
 
 
Participamos del taller alrededor de veinte personas de variadas edades, hombres y mujeres, además de Agustín y Facundo de 11 y 14 años.
 
Julio comenzó relatando la historia de la Alegremia y la metodología de trabajo en Salud de los Ecosistemas que se realiza en Formosa. Se fue conociendo y conceptualizando, a través de fotos, de “ideas fuerza” y del relato, la esencia y la matriz en las que se funda el trabajo de la salud ecosistémica. 
 
 
Luego, Elizabeth, Damián y María Lila relataron experiencias desarrolladas en este sentido: la experiencia en la carrera de Enfermería en Formosa, la cátedra de Salud Socioambiental en Rosario, y la Canción de la Alegremia en el Chaco.
 
La vivencia
 
En este momento del taller, Inés invita a las y los participantes a caminar por el salón, a recorrer el lugar que nos Alberga en este presente, a mirar sus paredes y rincones, a sentir el espacio.
 
Comenzamos a reconocernos en las miradas, sintiendo la Tierra como sostén. El Aireque nos interconecta, nos acaricia la piel, entrando en nosotros para salir transformado y así lo compartimos.
            
  
 
Luego, recibimos las semillas que Inés nos fue entregando. Semillas que son Alimento, las protegíamos y acunábamos en nuestras manos para sentir su textura, la vibración Amorosa que nos brindaba, el respeto, la Vida que ellas albergaban, y a través de ellas, la Vida que somos y la conexión con la Madre Tierra.
 
En el momento en que cada una y cada uno fue sintiendo propicio, fuimos llevando las semillas hacia una vasija con tierra. Hubo quienes las sembraron, empujándolas hacia adentro de la tierra; hubo quienes la dejaron en su superficie. Mientras lo hacíamos, sentipensábamos la alegría, los recuerdos y la Pachamama.
 
Luego, comenzamos a tocar el Agua para regar suavemente las semillas y la tierra… con gotitas o formando cuencos con las manos, el agua de todas y todos se fue impregnando en la tierra con las semillas.
 
Volvimos a recorrer el lugar que nos seguía albergando, intercambiamos miradas hasta que de pronto nacieron espontáneos los abrazos, las sonrisas…
 
Se respiraba un aire de complicidad, de comunión, de confianza, de esperanzas compartidas.
 
  
Compartiendo las reflexiones…
 
Nos sentamos en ronda sobre el piso que ya era nuestra tierra, y cada una y cada uno fue relatando lo que había sentido. Estas fueron las voces…
 
“Cuando entré al aula no vi el rostro de nadie y ahora siento que hace tiempo nos conocemos. Somos hermanos que estamos aquí.”
 
“Este encuentro fue muy profundo porque se basa en lo esencial, que es volver al origen. El sentir nos hermana a la Madre Tierra y es el que tenemos que incorporar a nuestra cotidianeidad. Gracias por este encuentro.”
 
“Esto fue una muestra de contacto con la Vida, una cadena de amor y de alegría.”
 
“Sentí que llegué apurada y al rato me conecté con el sentir, con la Vida. Por eso nos emocionamos.”
 
“Me gustó abrazar al agua en ustedes. Yo trabajo con maestros y jóvenes, y cuando nos abrazamos nos sentimos Naturaleza. Una semilla es un pequeño Universo lleno de maravilla.”
 
“Soy educador de inicial y me preocupa el desamor, el desinterés en los demás. Felicidades por esto que hacen, que es muy bueno”.
 
“Yo vivía en un mundo escéptico y de pronto llegó una esperanza grande: la esperanza de cambiar el mundo.”
 
“¡Deberíamos ser tan simples! Nos complicamos mucho y, a veces, los verdaderos regalos están ahí nomás… estamos respirando, mirando, caminando. Debemos contagiar ese optimismo.”
 
“Yo me despejé y me relajé al caminar. Me sentí tranquila al tocar esas semillas, el agua… Al mirar y saludar, me sentí feliz y me olvidé de todo.”
 
“Venía buscando algo en todo el foro… un encuentro. Me falló una charla y llegué aquí. Me encantó y me daban ganas que continúe. Creo que no hay casualidades, todos los que llegamos aquí, estábamos buscando algo así.”
 
 
“Quiero rescatar sobre todo el abrazo. Vale más que mil palabras, es lo más importante. Y agradecerles por esto que hicieron. No sabía lo que era la alegremia y ahora lo sé.”
 
“Trabajar con la alegremia es vivencial, no hay fórmulas. Me siento feliz hoy y aquí en Bolivia. Sabemos que los ciclos empiezan y terminan, aquí esperamos que la Vida continúe.”
 
“Es un remanso de paz ver a los amigos.”
 
Así contó María Lila su sentir para invitarnos a cantar la Canción de la Alegremia:
“Estamos acá los que teníamos que estar, ¡así son los encuentros! Pensamos en cómo terminar el taller y conocimos a David, que es músico y que, sin que supiéramos nosotros de él ni él de nosotros, nos estaba esperando aquí para cantar ahora la canción de la alegremia.”
 
 
El abrazo y la canción
 
Luego de compartir los sentipensares, cantamos la Canción de la Alegremia todos juntos y abrazados en ronda, tal como lo propuso Alberto.
 
 
David nos guió con su música, su guitarra y su hermosa voz.
 
Fue un momento muy intenso, de mucha emoción y alegría, donde podía percibirse que había ocurrido un gran encuentro que nos había transformado.
 
Al despedirnos, sabíamos que ya no éramos los mismos.
 
 
 
Carolina Cazaux

 

 

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