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Última actualización: 16/06/2009
Sociedad Argentina de Medicina Antropológica
Sesión científica 10 de mayo de 2004

MEDICINA Y SALUD DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS

DESDE MIS VIVENCIAS

Julio Monsalvo
          
 
Un homenaje de gratitud a dos grandes maestros: Marcos Meeroff y Alberto Chattás
 
Estar en este ámbito académico compartiendo vivencias con los pueblos originarios, me lleva en primerísimo lugar elevar mi testimonio de gratitud al querido Gran Maestro Marcos Meeroff.
A tan pocas semanas de su partida, participando de esta sesión científica de la SAMA a tan pocas semanas de su partida, me atrevo, con el permiso de todas y todos ustedes, a expresarle mis sentires en este instante.
Son sentires muy especiales e importantes para mi vida.
Son sentimientos de gratitud hacia dos grandes hombres que tienen que ver con esta Sociedad: Marcos Meeroff y Alberto Chattás.
Alberto Chattás me recibe a este ciclo planetario. Cuenta mi madre que aun no habían trascurrido 24 horas desde mi nacimiento en la Maternidad Nacional de Córdoba, cuando un joven y ya prestigioso pediatra me examina. Era el Dr. Alberto Chattás.
Fue el pediatra que me asiste en temprana niñez afectado de sarampión. Mi profesor de pediatría de grado y pos grado, quien en la Universidad Nacional de Córdoba me lleva a conocer la realidad social de nuestra niñez.
Luego, en los años de terror, decidiendo un exilio interno al oeste del Chaco, con las comunidades Tobas Qom, me da su total apoyo y me brinda su amistad.
Su vitalidad y siempre con proyectos me lleva a visitarlo cada vez que de tanto en tanto viajaba Buenos Aires desde mi Norte, para contagiarme de su juventud.
Chattás frecuentemente me hablaba de su admiración por Marcos Meeroff compañero desde la escuela secundaria y a quien se refería con mucho cariño como “Marquitos Meeroff”. Cuando no se tenía claridad de un tema, de cualquier asignatura, me contaba Alberto, la solución estaba en “ir a preguntarle a Marquitos”.
En una de mis visitas, Alberto con el entusiasmo que siempre lo caracterizaba cuando estaba convencido de algo que lo sentía útil y necesario, llama por teléfono de inmediato a su amigo Meeroff y concerta una entrevista para esa misma tarde.
Marcos Meeroff, allí en su consultorio, me dedica tres horas conversando de lo que él llamaba las “Medicinas en Paralelo”. Me obsequia el artículo “Ubicación de las medicinas alternativas en el campo de la salud” de su autoría y, con un manifiesto orgullo y luz en su rostro, el artículo “Medicina Alternativa, génesis de la medicina del siglo XXI” del Dr. Jorge C. Meeroff de la Universidad de Miami, su hijo.
De sus propias manos recibo dedicado su libro “Medicina Integral, Salud para la comunidad”.
Todo esto ocurría durante los primeros días del 2000 y yo lo sentía como un grande y maravilloso regalo de comienzo de nuevo siglo.
Es así como el Maestro y ya amigo Marcos Meeroff me introduce a esta Sociedad Argentina de Medicina Antropológica, hacia la cual, como trabajador en el campo de la salud en el norte de nuestro país, expreso mi admiración valorando su magnífico aporte en el campo académico hacia lo que considero esencial para el trabajo en salud: el diálogo intercultural.
 
 

Desde las Vivencias

 
Llevo 28 años en el Norte Argentino. Desde el primer día de mi radicación en este maravilloso escenario de abundante biodiversidad cultural, tuve el Regalo de la Vida de estar contactado permanentemente con diversos Pueblos Originarios y, a veces, logrando el Diálogo, lo cual ha significado para mí la mayor riqueza.
 
Y en este andar se va haciendo un continuo camino de vivencias, a las cuales el filósofo español Manuel García Morente la define de la siguiente manera: “Vivencia significa lo que tenemos en nuestro ser psíquico, lo que real y verdaderamente estamos sintiendo, teniendo en la plenitud de la palabra tener” (1)
 
Y es así como descubro que eso que “queda en mi ser psíquico”, la vivencia, es un instrumento de conocimiento.
 
Y desde las vivencias con los Pueblos Originarios durante estos 28 años, es que quiero compartir en esta sesión reflexiones acerca de dos temas:
a)      “Medicina Aborigen”
b)      “Concepción Aborigen de la Salud”.
 
Deseo subrayar esta distinción pues una de las cosas más bonitas que he apehendido en este escenario de biodiversidad cultural es el concepto amplio y holístico de salud. No el reduccionista de acotar “Salud” como sinónimo de “Servicio de atención de enfermedades”
 

Medicina Aborigen

 
Las vivencias las he tenido en forma directa con la Medicina del Pueblo Toba Qom, al relacionarme con personas reconocidas como “Pio’oxonaq”
¿Quién es el “Pio’oxonaq”? Siempre prefiero que lo diga alguien perteneciente al mismo Pueblo Originario.
Veamos qué nos dice Orlando Sánchez, escritor Toba Qom, con quien, por otra parte, he compartido diferentes trabajos en esos primeros años en mi Norte:
“Desde tiempo inmemorial la profesión del médico propio de la comunidad se la concibe como un llamado que lleva a poner en práctica las dotes naturales, desarrolladas instintivamente y asistidas por una fuerza espiritual. Estos miembros del pueblo son los custodios de las tradiciones. El saber de estos médicos no es adquirido por estudios intelectuales, sino desarrollados instintivamente, a partir de las dotes personales, de la observación y la paciencia.”
 
Nos sigue contando Orlando Sánchez:
“Los médicos reconocidos por la comunidad son requeridos tanto en trances difíciles de dolencias y enfermedades del cuerpo, como así también en problemas de comportamiento o de relación entre personas y comunidad.
La atención del enfermo va acompañada de otros elementos (medicina natural) y consejos generales de comportamiento, conocidos por tradiciones de sus antepasados”. (2)
 
De todo esto que nos cuenta Orlando Sánchez he sido privilegiado testigo.
Cuando llego al Oeste Chaqueño, más precisamente a Juan José Castelli, en el ’76, me recibe mi amigo y colega Enrique Cichhetti, quien en 1964 había fundado una misión ecuménica de servicio de salud dirigido especialmente al Pueblo Qom.
Es Enrique quien me presenta a algunos pio’oxonaq y me habla de la alianza que había tejido con ellos. Enrique les proporcionaba una credencial en la cual constaba que la institución lo reconocía como colaborador.
Por ese entonces esa Misión contaba con un “Albergue” en donde se alojaban las personas enfermas de tuberculosis con sus familiares para recibir la primera fase de su tratamiento.
En ese ámbito pude ver la actuación del médico propio.
Años más tarde me tocó estar en la dirección del Hospital Zonal, dependiente del Ministerio de Salud Pública del Chaco.
En mi condición de director del Hospital, otorgaba las credenciales que habilitaban al pio’oxonaq para trabajar en el establecimiento si era requerido por alguna persona allí internada.
Mujeres y hombres de etnia Qom que acudìan al Hospital, confiando en que la “medicina blanca” les iba a proporcionar la curación o el alivio, también querían recibir allí la medicina del médico de su propio pueblo.
En varias oportunidades presencié respetuosamente el trabajo del pio’oxonaq.
Y esas situaciones muy afortunadas para mí, me permitieron constatar el valioso aporte del Médico Qom.
Su trabajo se evidenciaba en la sensación de mayor bienestar y de alivio que expresaba la persona enferma fundamentalmente con luminosas sonrisas. 
Recuerdo a una joven muchacha que se había “instalado” en las galerías del hospital sin molestar a nadie y sin comunicarse con nadie.
Llevaba semanas encerrada en un total mutismo con toda su familia.
Una mañana, cerca de mediodía, un colega que estaba en el Servicio de Guardia me avisa que un pio’oxonaq proveniente de un alejado paraje había traído a su pequeña hija para ser asistida por una patología gastrointestinal.
Me propone preguntar a este médico Qom si quiere tratar a esta joven. Estando de acuerdo le hacemos tal pedido en tanto volvemos a la Guardia a seguir asistiendo a la pequeña.
En una media hora nos quedamos asombradísimos al ver a la joven totalmente transformada, caminando vitalmente, contenta y conversando animadamente con “su” pio´xonaq y con su propio padre.
 
En una invernal noche, estando nuevamente en la Guardia, acude desesperado un muy dedicado enfermero toba qom solicitando urgentemente la ambulancia.
Regresando de un partido de fútbol encuentra a su esposa en su humilde vivienda intoxicada con el monóxido de carbono que se desprendía de un brasero.
Comenzamos a asistir a la señora y en tanto el desesperado esposo me vuelve a pedir la ambulancia para traer a su pio’oxonaq.
Llega y trabajamos todos juntos.
La esposa de nuestro joven y querido enfermero se recuperó.
 
En el año 1997 soy convocado por el Equipo de Coordinación del “Proceso de Participación de los Pueblos Indígenas” (PPI) a participar de encuentros con las comunidades Qom y Wichí en Formosa.
Allí se expresa fuertemente la valoración de la partera indígena y del médico propio.
Entre las numerosas fichas que fueron sistematizadas, hago mención delas dos siguientes:
 
“El curandero aborigen tiene que tener derecho a curar en su forma o costumbre. La partera indígena tendrá derecho y reconocimiento del Estado, el cuidado de la embarazada hasta el parto. El indígena tenga el derecho a utilizar los medicamentos autóctonos” (Luis Segundo, Qom)
 
“Tenemos en nuestra cultura personas que tradicionalmente saben atender a muchos pacientes. Parteras tradicionales. Otras personas pueden atender a pacientes con accidentes (torceduras) como traumatólogo tradicional” (Pascual López, Wichí) (3)
 
Desde mis vivencias en este Norte argentino al cual amo y me siento parte, me atrevo a afirmar que la Medicina de los Pueblos Originarios de esa zona está vigente.
 
Juan Samaja nos habla “...del proceso de la Ciencia, como un hecho de la cultura” (4)
¿Cómo llamamos a los conocimientos que se generan desde otros paradigmas culturales?
 
En base a estas vivencias que en diversas oportunidades las he comentado en diversos escenarios, reitero desde este ámbito la propuesta de considerar el derecho del ciudadano argentino perteneciente a un Pueblo Originario a recibir su propia medicina y si lo desea en forma conjunta con la medicina convencional, de modo tal que no tenga que ser una actividad realizada a escondidas ni en forma clandestina.
 
La Constitución Argentina reconoce “la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos” (5)
 
 Por otra parte, Argentina ha firmado su adhesión al Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas, que en su artículo 25º expresa:
“Los servicios de salud deberán tener en cuenta las prácticas curativas y medicamentos tradicionales de los pueblos indígenas”.
 

Concepción Aborigen de la Salud

 
Recientemente la Dra. Gabriela Acevedo, trabajando en el Oeste de Formosa con el Pueblo Pilagá, nos relataba:
 
“..hace pocos días, mientras estábamos confeccionando un cartel que indica la planificación de las futuras charlas, una de las personas que gestiona en salud, y que colabora diariamente con su comunidad comentó que en idioma pilagá no existe la palabra "salud". Entonces, le pedí que me dijera qué significa salud, para él. También invité a los demás a que hicieran su aporte. Intentaba abrir mis oídos para escuchar conceptos sobre una palabra que ellos no utilizan: salud.
Para Pedro Yansi, una persona está sana si goza el día; tiene ganas de trabajar, de compartir con los demás; si tiene ganas de practicar deportes; si quiere reír junto con sus amigos; se levanta temprano y no duerme todo el día.
A lo que Carlos Gómez agregó que cuando un hombre está sano no está quieto, siempre quiere hacer algo: hacer una chacra.
Victorina Alberto dijo que cuando se está sano no duele nada.
Y por último Norma Arce se animó a hablar y concluyó que la salud es cuando la tristeza se convierte en alegría (...) lo que hace de interesante este proyecto es saber que en cualquier momento surge una mirada nueva, un concepto nuevo. Y uno cambia” (6)
 
Pablo Regalsky, antropólogo argentino trabajando en Cochabamba, Bolivia, nos habla de la epistemología de la medicina quechua.
Para esta medicina, nos contaba Pablo en su conferencia en la Academia Nacional de Medicina, existe una sola enfermedad: “Pérdida del ánimo” Y todo lo que nosotros categorizamos como “enfermedades” son, para esta Medicina, síntomas de esa única enfermedad.
¿Por qué se pierde el ánimo? Cuando hay ruptura de la armonía.
Enojos, agresiones y contaminaciones son algunos de los tanto ejemplos de ruptura de las relaciones armoniosas. (7)
 
Acudimos nuevamente al relato de Orlando Sánchez:
“... debe señalarse que aún perduran aspectos de una peculiar cosmovisión que integra toda una realidad en tres estratos, donde debe coincidir la armonía de los que constituyen:
1)      Los seres sobre la tierra (plantas, animales, hombre)
2)      Niveles inferiores, por debajo de la superficie de la tierra y del agua (animales inferiores que habitan en ella)
3)      Seres superiores en lo alto de los cielos (en medio de vientos, nubes y tormentas, etc.)” (2)
 
Siguiendo este camino, es de esta manera vivencial como voy aprehendiendo una de las cosas más bonitas que ha impactado en mi vida provocando transformaciones más allá de lo profesional: ese sentido de pertenencia a todo el Universo.
 
Más adelante vendrán las intelecciones. Las discusiones sobre los paradigmas y sus crisis, el pensamiento sistémico y las diversas concepciones de “Ecología” entre otros temas que los intuyo esenciales para la continuidad de la vida.
 
Fritjof Capra, uno de los grandes científicos contemporáneos que desde hace años viene bregando por el cambio de paradigma, no nos deja tranquilo confrontando la ecología “superficial” con la “profunda”. Esta última como escuela fundada por el filósofo noruego Arne Naess en los setenta.
 
“La superficial es antropocéntrica (...) centrada en el ser humano. Ve a éste por encima o aparte de la naturaleza (...) le da a aquélla un valor únicamente instrumental, “de uso”. La ecología profunda no separa a los humanos-ni a ninguna otra cosa- del entorno natural(...) La ecología profunda reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos y ve a los humanos como una mera hebra de la trama de la vida” (8)
 
¡Los científicos le ponen la letra (intelección) a la música (vivencias) que desde lo cotidiano con los Pueblos Originarios ya resonaba en mis protoplasmas!
 
Participando de la Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos (Bangladesh 2000) me conmueve la voz de una mujer representando al Pueblo Originario Maori (Nueva Zelanda) quien en plenario refirma el grito deautodeterminación y expresa:
 
“Yo no sé de dónde salió el dicho ‘Pienso, luego existo’... comparto lo que dice mi pueblo: ‘Pertenezco, por lo tanto soy” (Alayna Watene Aotearoa)
 
Una trama vital, diría Capra, parece unir a la misma cosmovisión de pertenencia a los pueblos originarios en toda la faz de nuestro Planeta.
 
De esos pueblos que “desde siempre estuvieron aquí” como nos explicaba una mujer de etnia mocoví en un encuentro popular lo que significa eso de “pueblos prexistentes” que reza en nuestra Constitución: “Mire Don... eso quiere decir que nosotros siempre estuvimos aquí, de antes que viniera Colón, de antes que viniera Jesucristo, siempre hemos estado aquí...”
 
Una pregunta clave para operativizar en amor a la Vida
 
Desde estas energías en defensa de la vida, expresadas por los pueblos originarios desde siempre, ese sentirse parte-de, es lo que nos lleva a una propuesta política que atraviese toda actividad humana: Atención Primaria de Salud de los Ecosistemas.
Nos referimos al ecosistema con la visión de la ecología profunda. Es decir, los seres humanos con sus relaciones sociales, políticas y económicas un componente más del ecosistema.
La Declaración de Bangladesh nos ofrece un verdadero plan de acción al formularnos concretos llamados a asumir retos económicos, sociales, políticos, ambientales, sanitarios. (9)
 
Proponemos que la atención primaria de salud de los ecosistemas sea un pensamiento que articule transversalmente toda actividad de los sectores de gobierno y de la comunidad organizada.
 
En lo inmediato obliga a la pregunta previa a toda intervención:
¿qué aporta este emprendimiento a la salud del ecosistema local? (10)
 
(1)     García Morente,M.; Lecciones Preliminares de Filosofía, Losada, Buenos Aires, 1952, pág. 2-3
(2)     Sánchez, Orlando; Los Tobas, Cultura, Tradiciones y Leyendas; Búsqueda; Buenos Aires; 1986, pág.27-29
(3)     Pensamiento de los Indígenas de la Provincia de Formosa; APCD; 2002; pág. 254, 260.
(4)     Samaja, Juan; Epistemología y Metodología; EUDEBA, Buenos Aires, 1993, pág. 14
(5)     Constitución de la Nación Argentina, 1994, Art. 75º, Inciso 17
(6)     Acevedo, Gabriela, Boletín Red de Redes Nº 6; junio 2003
(7)     Regalsky, Pablo; Conferencia en la Academia Nacional de Medicina, Buenos Aires, 4/7/95
(8)     Capra, Frijof; La trama de la vida, Anagrama, Barcelona, 1998, pág.28,29
(9)     Declaración para la Salud de los Pueblos, Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos, Bangladesh 2000
(10) Monsalvo, Julio; ponencia en el IIIer Foro Internacional en Defensa de la Salud de los Pueblos, Mumbai, India, 12-13 de Enero de 2004, Taller: Globalización y Políticas de Salud
 
 

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