Carolina Cazaux
Entregarse a la Vida dejándose vivir, quizá sea asumir el sentir total en el singular y viceversa, amar la incertidumbre, creer en los procesos y las vivencias transformadoras, confiar en su sabiduría (que es también la nuestra, y más antigua que nosotros)... es apenas una parte de lo que podemos comprender.
Vivir intersiendo nos brinda la compañía infinita y amorosa del cosmos, nos muestra múltiples imágenes de nosotros mismos reflejados en los otros y en los lazos invisibles que nos unen. Es que somos todos eso, y somos lo que creemos de nosotros mismos, somos nuestros vínculos todos, somos lo que los otros ven y somos también lo que no se ve. En ese mar nos movemos siendo mar, como los puentes de hidrógeno que forma el agua para ser agua porque sin esos puentes sería otra cosa.
Somos mar, danza, sinfonía, red, trama... como para graficar un sentir que no puede explicarse.
Tal vez el desafío consista en no pretender explicar el nuevo paradigma con elementos del viejo, pues sería como querer preparar una comida usando tornillos, alambre y madera como ingredientes. Para conocer este paradigma hay que meterse en él, vivirlo, sentirlo, saborear lo desconocido, asombrarse, dudar, preguntar, ir descifrando poco a poco su lectura, aprender su idioma...
Y en ese intento nos encontramos, cada encuentro nos transforma y nos trasciende dejando huellas en la memoria universal. Entonces tal vez vivamos este regalo que cada encuentro nos da como un momento único donde poder contar los temores, las dudas y las contradicciones que nos hacen, que son con nosotros.
Reflexionar sobre el paradigma biocéntrico es como una iniciación, como empezar de nuevo... es aprender a desandar lo andado, es caminar sobre arenas movedizas, mirar con otros ojos, recordar los sentidos olvidados. Y cuando todo esto va poblando nuestro día a día, nuestros sentires comunes de la vida común y corriente, también nuestras acciones van tomando esa forma, una forma que se modifica todo el tiempo para ir en la misma dirección de nuestro sentir (o mejor, sentipensar).
Este espacio abierto y flotante - que ha dejado de ser físicamente, porque Puentes ya no es un lugar sino el propósito que nos relaciona- es un regalo de la Vida, es la oportunidad de acompañarnos en la búsqueda aunque no sepamos qué se busca, es la posibilidad que nos damos para des-cubrirnos aunque sea de a pedacitos pero sabiendo que hay más. Es nuestra forma de aprender un nuevo idioma, es nuestra necesidad de compartir sin partir, de brindar por la Vida y brindarse con Ella.
Por todo, además de “gracias” quisiera dejar una propuesta (con deseo incluido): me gustaría que en el encuentro de Córdoba nos hagamos el espacio para charlar sobre la mirada biocéntrica y zambullirnos en ella, pero no con definiciones o comparaciones sino permitiéndonos acercarnos a su propuesta libremente con todo lo que somos o seamos en ese momento.
Es en este contexto de re-pensarnos que me brotan y florecen muchas preguntas, y nada más grato que hacerlo con ustedes.
Un abrazo inmenso!!
Los dejo con un regalo de Silvio, una canción que siempre me gustó mucho y por estos días tiene otro sentido en mi sentir, para compartirla...
Hay quien precisa
Los años pasan, sí
la Vida, no...
El mundo estalla, hermoso, alrededor...
Si el corazón mortal me deja de latir,
en ese instante hay quien saltó a vivir.
Los años pasan, sí
el fuego, no...
El fuego volverá en los hijos del sol...
Si el pecho se apagó por un soplo senil,
el gran incendio acudirá en cien mil.
Hay quien precisa una canción de amor,
hay quien precisa un canto de amistad,
hay quien precisa remontarse al sol
para cantar la mayor libertad...
Hay quien precisa una canción de paz,
hay quien precisa el canto de un fusil,
hay quien precisa una evidencia más
para tener la razón de vivir...
Los años pasan, sí
lo bello, está...
Lo bello está invitando a irlo a tomar...
Si el sueño envejeció,
fue triste para él...
Lo bello nunca más será de aquél...
Caro
10/07/07