Crónicas de Vivencias » Recuerdos de Octubre del 76...

Última actualización: 28/04/2009

CENTENARES DE TOBAS QOM SE MOVILIZAN PARA DESPEDIR A HUMBERTO ENRIQUE CICHETTI

Julio Monsalvo
 
Estamos a fines de octubre del 76… Hace apenas tres meses que he llegado a Juan José Castelli, al oeste chaqueño buscando un “exilio interno”…
Me conmuevo ante algo que jamás había vivenciado.
Centenares de familias tobas qom van llegando desde distintas comunidades “del monte”… acampan alrededor de “la misión” y pasan días y noche cantando y orando…-
¿Qué ocurre? or misteriosos medios de comunicación se han enterado que “su doctor”, Humberto Enrique Cichetti, está muy enfermo…
Llega el 31 de octubre y Enrique, como lo llamamos con mucho cariño, fallece…
Obreros carpinteros tobas qom fabrican un sencillo ataúd. En el barrio “aborigen” (después llamado Noocayé) celebran un culto. Cantan alternadamente en toba y en castellano. Un joven pastor habla del hombre bueno.
Enrique quería descansar bajo un árbol. Una camioneta inicia el viaje de unos 50 Km hacia Villa Río Bermejito. En el patio de la casa de la familia hay centenares de personas esperando.
Comienzan lentamente a cavar la fosa en tanto los cantos en el idioma toba no cesan.
Cuando todo está listo, de repente, como si alguien invisible hubiese dado una orden, se hace un profundo silencio…
Un anciano da un paso adelante… eleva sus brazos y canta solo… con una voz que llega hasta lo más profundo de quienes los escuchamos…
Jamás pude saber qué expresaban esas palabras… con amabilidad, se me respondía que era algo “de los antiguos”
¿Quién era Humberto Enrique Cichetti?
Conocí a Cichetti en los 60. Vivía en la zona de Punilla, en las sierras de Córdoba. Matizaba mi trabajo de pediatra con el gremialismo y la docencia secundaria.
Habíamos fundado con jóvenes adolescentes, “Cos-Prin”, Cosquín Pro Indígenas. La idea era informarnos, conocer de los pueblos originarios de nuestro país. Contactar, formar conciencia, apoyar,..
De esta manera iniciamos con Enrique una amistad epistolar, en los tiempos que no existía en Castelli ni teléfonos y mucho menos estos correos electrónicos.
Eran “cartas de verdad”, de esas que se ponen en sobre y se pega una estampilla.
Un buen día conozco a Cicchetti. Llega a la Provincia a visitar a una treintena de enfermos que había derivado al entonces Instituto Tisiológico de Punilla por resistencia a los quimioterapios.
Allí conozco su fuerte personalidad y retazos de su historia.
Tenía dos grande amores, me decía, la cirugía y el mar. Discípulo de los hermanos Finocchietto ingresa a la Marina. Fue cirujano de la Fragata “Sarmiento” y del Crucero “Rivadavia”. Me muestra fotos de varias “vueltas al mundo” Le encantaba la de las pirámides de Egipto.
El 55 lo encuentra como Director del Hospital Naval de La Plata. Creo que era su ciudad natal. El almirante Rojas le ordena sacar los cadetes para que se plieguen “a la Libertadora”
Cichetti desobedece y se debe ir de la marina. Muy deprimido va a Rosario a visitar a su hermano mayo, un cirujano odontólogo.
Deambulando por las calles escucha cantar en un templo de le iglesia metodista y decide entrar.
Escucha un sermón a cargo de un joven pastor que le cambia la vida. El joven pastor es hoy el querido y admirado Obispo Emérito Federico Pagura, militante de los Derechos Humanos y declarado ciudadano ilustre de Rosario.
Regresa a La Plata y contacta con el pastor Luis Parrilla quien lo orienta en sus inquietudes.
Casi de inmediato va a trabajar a una misión médica en Bolivia.
Al cabo de unos años lo visita el obispo Sante Uberto Barbieri, quien llegaba del norte argentino muy conmovido por la situación de las poblaciones aborígenes y le pide a Cichetti que algo en su país.
Me contaba Enrique que allí él se entera de la existencia de la población aborigen argentina.
Deja Bolivia y comienza a recorrer el norte. Llega al paraje Miraflores. Allí se hace amigo de los caciques Leiva. El Dr. Horacio Vázquez, por ese entonces intendente y único médico de J.J. Castelli, le ofrece un predio de cuatro hectáreas para que comience allí su trabajo.
En el 64, en cuatro casitas prefabricadas comienza su trabajo.
Cichhetti estudia, se levantaba todos los días a las cuatro de la mañana a hacer gimnasia y a estudiar
Cirujano de alma no deja de ver otras realidades. Lo golpea fuerte la prevalencia de la tuberculosis en la población toba. La tuberculosis, enfermedad llevada por el conquistador “blanco”, no de hace 500 años, sino desde 1876, hace estragos.
Por esos años la consigna en tuberculosis era internar lo cual resulta imposible.
Se entera de la experiencia en Madrás, en la India, de tratamiento domiciliario de la tuberculosis. Lo propone a las autoridades sanitarias de ese entonces. Logra la autorización y la provisión de los medicamentos.
Al año el Dr. Rodríguez Castell, en ese entonces referente del programa de control de la tuberculosis a nivel nacional, encabeza una misión que evalúa la experiencia en terreno.
Cichetti, cirujano y marino, es el pionero en el país de llevar a la práctica el tratamiento ambulatorio de la tuberculosis.
La proximidad de este 30 aniversario de su fallecimiento, vienen recuerdos, es decir que vuelven a pasar por el corazón vivencias con Enrique.
Apenas tres meses compartí con Enrique en su Chaco.
Hoy la misión que él fundara lleva su nombre.

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