Tal vez…
Se viene una tormenta, ya está anunciándose en la noche con el viento que sopla fuerte y el aire enrarecido que se respira. Se siente que viene llegando, vibran puertas y ventanas.
Y no tengo mejor idea que sentarme a escribir, como si la tormenta fuese una musa… como si engendrase una magia que arrebata las palabras desde el alma.
Se me ocurre, de pronto, pedir un deseo. Al fin y al cabo, ¿por qué no? ¿O acaso sólo puede hacerse en ocasión de cumpleaños? Entonces prendo una vela y me concentro en el deseo. No puede ser un pedido egoísta, ni chiquito. Esta tormenta es poderosa y tiene que traer algo grande, enorme. Puede que sea Santa Rosa, y si es así, mejor. Justo lo que hace falta: una tormenta femenina, que renueve todo sembrando esperanza, que fertilice la tierra, que cobije la Vida, que con ternura desarraigue a los anclados, que con lágrimas humedezca a los resecos, que derribe murallas con su fuerza, que dulcemente acaricie a quienes la necesiten, que abra nuevos caminos, que nutra con su sabiduría, que haga reír a los serios, que bese, que calme, que cure, que acompañe, que enseñe a amar…
El viento se oye cada vez más fuerte. Miro la vela, mi deseo arde en ella.
Carolina Cazaux
14 de agosto de 2009