Crónicas de Vivencias » Vivencias en la Recreación - Carolina Cazaux

Última actualización: 17/08/2009

 

 
Nuestra amiga Carolina Cazaux,  está cursando una Carrera en el
Instituto Superior de Tiempo Libre y Recreación
Los profes le propusieron escribir una redacción
a modo de Carta a un Desconocido”,
contándole la experiencia vivida en una de las asignaturas
Carolina nos comparte su Carta.
 
 
VIVENCIAS EN LA RECREACIÓN
 
Estimado Juan Delospalotes:
 
 
Aunque no nos conocemos, mi amiga me habló de vos y supe de tu interés por la recreación. Es por eso que me pareció oportuno contarte mi experiencia en una de las materias que he cursado en el ISTLyR (llamada Actividades Recreativas), a modo de reflexión para tu tesis.
Aprendí que entrar en juego significa abrir las alas de la imaginación. Es dar un salto sin pensarlo, sólo porque se tiene ganas y entusiasmo, y porque muy adentro se sabe que hay un sentido en lo que se va a hacer. Ese es el punto: confiar en que el sentido está aunque no se vea claramente. Es la vivencia lo que hace percibir y comprender el mundo de otra manera, y a partir de ella es posible reelaborar y re-crear el mundo.
La Vida es una red de relaciones y cuando los seres humanos nos apartamos de esa red, nos desconectamos de la Vida, perdemos la capacidad de asombro, nos olvidamos de esa alegría profunda y nuestro brillo creativo se va opacando.
Sin embargo, siempre existen oportunidades de volver a la esencia y recuperar esa conexión. Una de ellas son los vínculos.
Mi experiencia en Recreativas fue vivenciar, a través del juego, la construcción de vínculos saludables, y a partir de allí, el sentido de pertenencia no únicamente a un grupo o a un lugar, sino también a un espíritu grupal, a aquello que nos trasciende y que le da sentido a lo que hacemos. Como si del “entre todos y todas” naciera una energía solidaria, de cuidado, de respeto, de valoración y de encuentro. Esa manera de sentirse parte implica saber que cada una y cada uno de quienes estamos, es importante para la totalidad. Es saber que si uno falta, el juego no será el mismo.
Sentí, además, muy gratificante el aprendizaje a partir de la vivencia. La reflexión tanto individual como grupal, hecha desde lo vivido acuna la riqueza de las profundidades del alma. Y el aprendizaje que emerge de la pareja vivencia-reflexión se impregna en el cuerpo y toma vida, se hace dinámico y se va transformando con nosotros. Es un aprendizaje que se re-crea continuamente en otras situaciones o en otras redes de relaciones de las que formamos parte.
En este espacio de encuentro, poner el cuerpo fue una experiencia de libertad. Soltarse uno mismo liberándose de los prejuicios internos, de viejos mandatos de la infancia que alguna vez me encasillaron en “no servís para esto”, fue un redescubrimiento de mi Ser y un aprendizaje de que la Libertad es una construcción colectiva pero también una sensación interior. Recuerdo que en la reflexión de la primera clase, manifesté esa sensación de libertad que había sentido porque nadie me juzgaba. Con el transcurso de las clases fui descubriendo que lo más importante, o quizá lo único importante para sentirme libre, era que yo misma no me juzgara.
Otra sensación maravillosa entre las vividas, fue la diversión. Claro que reírse es sanador y libera tensiones y alegra el espíritu. Sin embargo, puede haber diversión sin risa cuando hay entusiasmo, creatividad, compromiso, diversidad en las formas de expresión y de comunicación, y sobre todo, cuando uno entra realmente en el juego. Aprendí que entrar realmente en el círculo mágico es escuchar, ver y sentir al otro. Esto lo viví en muchos de los juegos, pero muy especialmente en los preparativos para la Expo Juegos. Fue muy placentera esa forma de divertirnos, donde las ideas de cada una de las que formábamos parte del grupo, nos transportaban con la imaginación para inventar un juego, buscar los elementos que necesitábamos, armar, diseñar y poner todo de nuestra creatividad hasta el último minuto. Y después, compartir nuestro juego y los juegos de los demás compañeros fue una vivencia llena de emociones y de asombro.
Las crónicas fueron una experiencia inolvidable. Dejar plasmado lo vivido por medio de una redacción hecha por alguien que formó parte de la vivencia, me introdujo en ese mundo cuántico donde “lo observable” deja de ser “objetivo”, pues uno es parte de lo que observa. Eso fue lo que sentí al escribir las crónicas, y mientras lo hacía, sentía que tal vez quien las leyera y haya estado presente, debe haber percibido cosas distintas a las que yo escribía, aunque todos hayamos estado en la misma vivencia.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención fue que para vivir todo esto en cada clase, no hacía falta más que nosotros (y en el nosotros incluyo a los docentes). Salvo la actividad de Expo Juegos, que llenó de colores el SUM con un despliegue coreográfico hermoso, en ninguna de todas las demás actividades usamos elementos agregados. Alguna vez un carretel de hilo, una botella de plástico y una lapicera; otra vez un dibujo y una redacción… Era, sin duda, la propuesta del juego y las ganas de jugar lo que hacían posible la magia que nacía en cada encuentro.
En este contexto, ya te habrás imaginado Juan, que la relación con los docentes no fue lo que comúnmente se llama ortodoxa. Estamos acostumbrados, ortodoxamente hablando, a relaciones verticalistas y de dominación, donde el docente es el que sabe y el alumno es el que aprende. Aquí fue distinto. Si bien los docentes proponían y coordinaban la actividad que se iba a hacer, lo que salía de cada actividad era producto de nuestra creación. Me atrevo a hablar por mis compañeros diciendo que nos sentíamos protagonistas. Por otro lado, en la reflexión que hacíamos al finalizar cada clase, siempre me sentí escuchada y valorada por los docentes y por mis compañeros. Siempre era importante lo que otro tenía para decir y compartir con el resto. Uno podía sentir que todos estábamos aprendiendo y enseñando.
Por último, hay una experiencia que no puedo dejar de contarte porque, lo más sorprendente, es que la descubro al recordar mientras te escribo. Hemos vivido situaciones en determinados juegos, en las que parecía imposible hacer lo que se pretendía que hagamos. Más allá del resultado, fue increíble cómo he terminado intentando hacer lo que en un principio creía irrealizable… y lo hice sólo porque el resto del grupo lo intentaba. Es la fuerza de la Esperanza que emerge del conjunto, y es también, creer en el otro, en uno mismo y en el Todo. Eso, creo, es lo que le da sentido a cada paso que damos.
Bueno Juan, gracias por escucharme y, a estas alturas, aún sin conocernos te mando un gran abrazo.
 
 
 
Carolina Cazaux
Comisión 1º A
 
 

 

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