Maricel Pelegrín
Se siembran tus caminos de tierra y espina
con blancos movimientos cuando arranca el día.
Trasponen el umbral en sombra de quebracho,
ardido sol como interminable testigo.
Un alero, maestro y discípulo frente a una ermita,
en horizonte erizado de runa cardones.
Reverberaciones en imágenes inflamadas,
retinas engañadas ante conciencia alterna.
Sos escuela-rancho-adobe-paja en el recuerdo,
navegando frente a un Mishqui Mayu desmadrado,
fijando proa hacia la memoria de antiguos cauces
con barrancas desplomadas en espantadas nubes.
Sudor de jume, vinal y salitre acunan tus aulas
reproduciendo ecos de inaugurales letras.
Lejanos sonidos de un monte vibrante
grita con voz de urpila, crespín, kakuy...
comunicando oraculares presagios de carnes resecas
que arrancan jirones del país de la selva.
Signo de un destino prisionero en inmutables ciclos:
lápices por hachas con savia-sangre del árbol,
cuadernos por brazos, itinerantes en cosechas,
guardapolvos que evocan los pasos perdidos.
Sin embargo en cada una, maestro y alumno,
sueñan una esperanza de telares y tierra franca.
Otoño 2008
Paraje Barrial Alto, Departamento “San Martín”
Provincia de Santiago del Estero