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Última actualización: 16/06/2009

LA BIOSFERA COMO CATEGORÍA DE ORDEN SUPERIOR

 
Jorge Daniel García Salman (*)
 
            Las ciencias naturales han establecido la existencia de niveles jerárquicos de organización de la materia, que comprende los niveles abióticos, como el físico y el químico, los niveles bióticos, como el celular, el tisular y el de organismo y los niveles sociales como los de sociedad, comunidad y biosfera. Cada nivel está comprendido dentro de los niveles superiores, en ese orden. Todos ellos se caracterizan por una interrelación estrecha entre sus componentes en un sistema abierto.
            La definición aceptada de sociedad humana contribuye a crear una conciencia del hombre por encima de la naturaleza, más allá de las leyes que rigen las relaciones entre individuos de una misma especie, de diferentes especies y de todas con su entorno abiótico. La organización del hombre en sociedad parece permitirle escapar de las leyes de la naturaleza y crear las suyas propias, desgajándose del resto de la naturaleza, y convirtiéndose en su contrario.
                        Curiosamente, el nivel social no es exclusivo de nuestra especie. Hace 120.000  años, cuando se estima que surgieron los homínidos actuales, ya todas las categorías sociales superiores existían. Durante la formación de la sociedad, el hombre estableció concientemente relaciones de propiedad con su entorno, incluidos otros hombres. El advenimiento de la civilización trajo pues consigo la demarcación artificial del paisaje natural y de todo su contenido. Para ello, el hombre tuvo que adjudicarse una categoría de ser superior, creando una concepción del mundo antropocéntrica, que prima aun en nuestros días. Haciendo gala de un pragmatismo irracional, el hombre dispone de forma indiscriminada de las plantas, los animales, las rocas y el subsuelo, utilizando para ello el término “explotación de los recursos naturales”.  Esta explotación resulta insostenible y demencial, no sólo debido al crecimiento geométrico de la población humana, sino a que el nivel de consumo por habitante se incrementa cada vez más debido a la satisfacción de intereses de mercado, aun cuando la mayoría de las personas nacen y mueren sin percatarse jamás de ese incremento.
            La biosfera no es una fuente inagotable de recursos, y mucho menos un contenedor de basura infinito. Las leyes humanas, que licitan la propiedad sobre los recursos naturales y el derecho a explotarlas, son aprobadas en un minuto por individuos que tienen su supervivencia garantizada. Las leyes naturales, que rigen la armonía de la biosfera, han sido aprobadas por 350 000 millones de años de evolución. Intentar escapar de la jerarquía la biosfera no sólo es antinatural, es también anticientífico.             Comprometer el futuro de nuestra especie depredando la biosfera no sólo es egoísta, es también inhumano. El hombre es todavía capaz de sustituir el patrón de desarrollo consumista por otro de desarrollo sostenible. Para ello tiene ante todo el deber de modificarse a sí mismo y cambiar el paradigma antropocéntrico por un paradigma biocéntrico. Esto significa aprender a pensar de forma diferente, a ser de nuevo naturaleza, a dejar de ser amo entrecomillado para convertirse en hijo ilustre de la Tierra.
 
 
* Doctor en Ciencias de la Salud, Investigador Auxiliar del Instituto de Neurología y Neurocirugía y Profesor Titular de la Facultad de Medicina “Manuel Fajardo”, La Habana. Actualmente trabajo en la protección cerebral experimental contra el daño por isquemia, en la impartición de docencia de pre y post grado y en la asesoría de grados científicos.
 

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