Estamos a fines de octubre del 76… Hace apenas tres meses que he llegado a Juan José Castelli. Me conmuevo ante algo que jamás había vivenciado.
Centenares de familias Qom van llegando desde distintas comunidades “del monte”… acampan alrededor de “la misión” y pasan días y noche cantando y orando…
¿Qué ocurre? Por misteriosos medios de comunicación se han enterado que “su doctor”, Humberto Enrique Cicchetti, está muy enfermo… Llega el 31 de octubre y Enrique, como lo llamamos con mucho cariño, fallece…
Obreros carpinteros Qom fabrican un sencillo ataúd. En el Barrio “Aborigen” (después llamado Noocayé) celebran un culto. Cantan alternadamente en Qom y en castellano. Un joven pastor habla del hombre bueno.
Enrique quería descansar bajo un árbol. Una camioneta inicia el viaje de unos 50 Km hacia Villa Río Bermejito. En el patio de la casa de la familia hay centenares de personas esperando.
Comienzan lentamente a cavar la fosa en tanto los cantos no cesan.
Cuando todo está listo, de repente, como si alguien invisible hubiese dado una orden, se hace un profundo silencio…
Un anciano da un paso adelante… eleva sus brazos y canta solo… con una voz que llega hasta lo más profundo de quienes lo escuchamos…
Jamás pude saber qué expresaban esas palabras… Con amabilidad, se me respondía que era algo “de los antiguos”.
Hoy, la Misión que Cicchetti fundara, lleva su nombre.
Continuamos pasando por el corazón destellos de la vida de Enrique, que expresan compromiso con la salud integral y amor a la Humanidad.