Carta a mi Sagrada Cotidianidad
Vuelvo a vos cada nada, porque nada es sin vos.
En tus entrañas soy y estoy, no puede ser de otra manera.
Sagrado conjunto de instantes en los que todo puedo ser.
Cada gota de tu savia me alimenta, cada partícula de tu piel me constituye.
Sublime posibilidad de pertenecer. Única posibilidad de cumplirle a la pertenencia. Inevitable posibilidad, inevitable.
En tus carnes, lo sagrado, el espíritu, la esencia. De tu sangre, lo humano, el Universo, la presencia.
Cada instante es una visión de la totalidad, una ilusión de final, una alucinación del infinito.
Pero cada instante, sos un comienzo, un renacimiento de mi alma que se enloquece con la posibilidad de volver a hacerse en vos, en cada instante.
Cada cotidiano instante, una Gratitud a gritos, un milagro, ¡el Milagro!
Ineludible Cotidianidad
Desde un suspiro hasta mi cepillo de dientes, desde la mugre en mis uñas hasta la luz por la ventana, desde el chocolate caliente hasta mi angustia del domingo en la tarde.
¡Tan cotidiana sos cotidianidad!
¿Dónde estás cuando yo no estoy? ¿cuando me pierdo en abstracciones y discursos? ¿Dónde te escondés cuando huyo de mí? ¿cómo hago para no verte?
Nada más magnífico que reconocer tu sacralidad, tu profundidad, tu misterio.
Mi búsqueda culmina cuando en vos me encuentro. Plena está mi alma cuando te vivo, trago a trago, cotidianidad…
Soy en Cotidianidad
No puede ser de otra manera la trascendencia, si no es en vos y con vos cotidianidad; no se llega a ningún lugar, si no sos vos el lugar.
Como te vivo, es mi sueño. Te miro como soy capaz de alcanzar lo que deseo.
Sólo en vos el regalo de saber que no existen los “hubiera sido” ni los “debería ser”.
Sólo en vos se que el tiempo es el adecuado, que imposibles los pendientes, los atrasos, los adelantos; que innecesarios los afanes y los miedos. ¡Qué innecesarios los afanes y los miedos!
Sin culpas ni comparaciones te me entregas cada instante de los instantes, cotidianidad. Me sobran prejuicios y juicios, para vivirte.
Falta amor y ternura para saberte, para no perderte.
Falta luz y locura para saber que sos solamente amor y ternura.
Gracias Cotidianidad
No te pido lo que no sos. Te acepto y me acepto, te veo y me veo, te reconozco y me reconozco.
Me dejo asombrar. Sos una revelación permanente de lo que vamos siendo. Me hablás, me contás, me enseñás.
Quiero que me impulsen tus impulsos, rendirme a tus transformaciones y a tus permanencias, moldearme con tus energías, con tu fuego y con tu agua.
Debe ser que a veces te dejo pasar demasiado rápido, porque cuando te desgrano despacito, como en cámara lenta, ¡sos magnífica!
A cada instante de los instantes, dan ganas de escribirle una poesía, una canción, dan ganas de pintarle un cuadro.
¡Sos tan bella Cotidianidad!
Bendita posibilidad de hacer carne, gesto y verdad mi ser hija de la Madre Tierra.
Sandra Isabel Payán Gómez