Carta 158: 12/02/15
COMPARTIR Y VALORAR SABERES - I –
Aparecen ante mi vista, por esas magias de la Vida, unos apuntes que registré durante un Encuentro a orillas del Río Paraná, en el norte argentino, acaecido hace más de 20 años.
Apuntes que tienen la virtud de hacerme revivenciar esos momentos.
Era una tarde de Primavera. Bajo la generosa sombra de los árboles, se reúnen veinticinco mujeres, seis pequeños y un varón, para compartir saberes y haceres para cuidar la salud en diversos parajes rurales.
Para comenzar, alguien lee, en uno de los Evangelios, una expresión de Jesús:
- Te alabo… porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños.
Esta práctica de leer los Evangelios, es algo que con cierta frecuencia presencié como una de las tantas manifestaciones de religiosidad y de espiritualidad de los pobladores de esa zona
Surgen una serie de comentarios tales como:
- Nosotras sabemos muchas cosas. Las cosas que sabemos sirven para vivir.
- Los del pueblo dicen que nuestros maridos son “isleños brutos”… ¡ya los quisiera ver a ellos cómo se las arreglarían para cazar, para pescar, para vivir…!
Mientras escuchaba, sentía una inmensa alegría al tomar consciencia de la valoración que manifestaban de sus propios saberes.
En mis apuntes subrayé un par de expresiones que, por otra parte, quedaron grabados en mi ser desde aquel entonces:
- Los que estudian, los que van a la universidad, al final estudian para su propio beneficio.
- Los que tiene título se guardan el saber. Los que somos pobres compartimos todo lo que sabemos.
Las vivencias que la Vida me ha regalado vivenciar en este norte argentino me han enseñado, entre otras cosas, valorar la sabiduría popular, escuchar sus sentires, sus observaciones, sus opiniones…
En esto de compartir saberes de la Academia, me generó muchas esperanzas la decisión de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, al proclamar el 16 de Junio como el “Día de la Ciencia Digna”, en homenaje al Dr. Andrés Carrasco en el día de su natalicio.
Andrés Carrasco investigó en laboratorio la acción del glifosato sobre la salud, demostrando la acción nociva del mismo.
Investigación que llevó a cabo estimulado por observaciones registradas por parte de médicas y médicos que trabajan en zonas donde se fumiga con agroquímicos (una manera eufemística de llamar a los agrotóxicos), especialmente con glifosato, alertando sobre el incremento de personas que se enferman de cáncer y de bebés que nacen con malformaciones.
Andrés tuvo la actitud de divulgar en diversos ámbitos, la acción nociva del glifosato para la salud, a pesar de las críticas de las más diversas que recibía. Todo un ejemplo concreto de una Ciencia Digna.
Ciencia Digna, una ciencia que comparte saberes poniéndolos al servicio de la Humanidad para proteger la salud y la vida.
Hasta la Victoria de la Vida Siempre!
Julio