Carta 161: 05/03/15
EL DOCTOR NI ME TOCÓ…
- El doctor que me atendió ni me tocó…
- ¡Vino la Dra. Susana a visitarnos!!! ¡Qué bien que nos atiende cuando vamos a verla a la ciudad!! Nos revisa y NO se pone guantes…
Releyendo estos sentipensares que mencionaba en la Carta anterior, me llegan recuerdos de un Encuentro en Bandera Bajada, Provincia de Santiago del Estero, en agosto del 91.
Durante cuatro días, vecinas y vecinos procedentes de distintos parajes, comparten saberes y haceres para cuidar la salud.
Me asombro escuchar de qué manera clasifican los diversos problemas:
- Diarreas: con sangre y sin sangre;
- Toses: del fumador, de la tuberculosis, las que “trae el viento norte”, las que son peligrosas en el invierno y otras.
Se conversa de cada problema comentando lo que se hace para abordarlos. Surgen conocimientos y procedimientos tales como emplear con precisión diversas plantas, aplicar cataplasmas de barro, realizar masajes, proporcionar vapor de agua y calor y muchos otros.
Llegando al cierre del Encuentro, me piden “que diga algo”.
Al tener noticias que en esa zona habían fallecido algunas personas por neumonía, creo oportuno referirme a esas “toses peligrosas”
Observo que Doña Elena escucha con especial atención. Cuando finalizo toma la palabra…
- Esto que nos dice Julio lo viví con una vecinita de 9 años… La Mamá me llamó: “Haga algo Doña Elena, mi hija está grave…” Y sí... cuando yo llegué la vi muy grave...
Doña Elena se explaya contando con lujos de detalles todo lo que percibía en la niña... ¡estaba describiendo una neumonía “de libro”!
- Lo primero que hice fue encomendarme…
Doña Elena narra cómo preparó un fuego adecuado para que la niña respirara vapor de agua, de qué manera dobló un paño para calentarlo con una “plancha de carbón” y así aplicarlo sobre el pecho y la espalda de la niña.
Y añade:
- Me quedé, me quedé toda la noche sosteniendo la mano de la niña. ¡Al amanecer la chiquita estaba mejor!
Mientras escuchaba a Doña Elena no podía menos que evocar imágenes de mis viejos maestros dedicando largo tiempo a conversar con la persona enferma y sus familiares, involucrándose en sus sentimientos, revisando, mirando piel, ojos, cabellos, “tocando a la persona enferma”, palpando, percutiendo, auscultando.
Recuerdo las visitas a los hogares, a veces por largas horas, como así también quedarse toda una noche, luego de realizar una cirugía para observar la evolución.
¿Cuánto de curativo tiene ese conversar sin tiempo? ¿Cuánto de curativo el contacto personalizado? ¿Cuánto de curativo el “tocar” a la persona enferma?
Felizmente es imposible cuantificar. Si se cuantificara ya los promotores de la “Consumopatía” estarían promoviendo el consumo de alguna tecnología.
Contacto físico y acompañar con afecto, más que poseer efectos curativos, son sanadores
La sabiduría del mundo campesino es integral. Se trata de conocimientos rigurosos aplicados correctamente y siempre con energías afectivas.
Esta indisoluble “práctica-actitud” está presente y nos llega como la melodía de una canción que nos hace recordar que lo esencial es el Amor.
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Hasta la Victoria de la Vida Siempre!!
Julio
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