Carta 181: 06/08/15
TENÍA 7 AÑOS EL 6 DE AGOSTO DE 1945
Tenía 7 años cuando escucho que se había arrojado una bomba atómica sobre Hiroshima. Era el 6 de agosto de 1945. Lo recuerdo perfectamente.
En el círculo religioso que frecuentaba mi familia, protestantes fundamentalistas, se decía que el presidente norteamericano Harry Truman, “un creyente”, había orado y después de esa oración ordenó que se arrojara la bomba atómica sobre Hiroshima.
No entendía qué querían decir. En el salón donde se realizaban las reuniones religiosas a las que me llevaban, había cuadritos con la leyenda “Dios es Amor”. Y ahora decían que arrojar la bomba era “muy necesario”, pues si no era así, Japón no se rendía.
No entendía como era ese “dios” que tan clarito le había dicho a Truman que arrojara la bomba.
Todos los días se compraba el periódico en mi humilde hogar y yo era un constante lector. A los pocos días, el 9 de Agosto, leo que se arrojó otra bomba atómica, esta vez sobre Nagasaki
Y allí se encendió la llama de la rebeldía. Nadie me podía convencer que esa segunda bomba era necesaria...
Les decía, “si es así ¿por qué tiran la bomba sobre la gente?, ¿por qué no demuestran que la tienen y la arrojan en el mar?”. Claro, en ese entonces aun no tenía conciencia que lo mismo se mata la vida arrojándola sobre el mar.
No pasó mucho tiempo para que leyera noticias de múltiples pruebas atómicas realizadas por estadounidenses, ingleses, franceses y rusos. Y yo me enojaba.
Años después llega a mis manos la edición del 9 de agosto de 1945 del diario “Crítica” de Buenos Aires.
En primera plana destaca dos grandes titulares:
La bomba mató 100.000 nipones
Ha desaparecido toda vida humana, animal y vegetal en la zona de Hiroshima
La foto con el hongo atómico tiene este increíble subtítulo:
Un sol estalló sobre Hiroshima
El Sol... el Inti... respetado y venerado por nuestros Pueblos Originarios que lo identifican como fuente de energía vital. Ese “sol” sobre Hiroshima fue de tinieblas y de muerte.
El 16 de Julio de 1945. EEUU llevó a cabo el primer ensayo haciendo estallar la bomba atómica en el desierto de Nevada.
Dos días después, Henry L Stimson, Secretario de Guerra norteamericano, viaja a Postdam, donde estaban reunidos Truman, Churchill y Stalin.
Se acerca a Truman haciéndole entrega del siguiente mensaje:
Acaba de nacer el niño. Todo marcha bien.
El nacimiento de una niña o de un niño es celebrar la Vida con gratitud y alegría. Aquí se trata del nacimiento de un instrumento de muerte. Macabras paradojas.
En segundos más de 100.000 personas murieron en cada ciudad y centenares de miles sufrieron y aun sufren las consecuencias de la radiactividad.
Hoy se siguen arrojando armas atómicas sin el hongo atómico. Los misiles con “uranio empobrecido” dispersan micropartículas de plutonio desparramando enfermedades y muerte.
¿Cómo es posible que haya una ciencia y una técnica al servicio de la muerte?
La memoria no se debe perder. Nos da energías renovadas para estar atentos personal y colectivamente, para cuidar y defender la vida, La vida humana y la vida en todas sus formas.
La Vida siempre se abre paso y triunfa.
Hasta la Victoria de la Vida Siempre!
Julio