Carta 190: 08/10/15
“PREGUNTITA”
Mi nieto Matías es muy especial. Se comunica con la llamada “Comunicación Facilitada” superando lo que la medicina llama “parálisis cerebral”, a tal punto que ha escrito un libro, “El Silencio que Grita” (*)
Casi todos los días hablamos por teléfono. En una ocasión se da esta conversación:
- Abuelito… Vos que fuiste pediatra, ¿viste nacer muchos chicos?
- Sí Mati, vi nacer a muchos bebés…
- Decime Abuelito, cuándo un niño nace, ¿es para que esté solo?
- Noooo Mati… Tiene que estar con su Mamá, su Papá, su familia…En toda edad, en toda la vida, el ser humano tiene que estar acompañado…
- Ah! Entonces es natural que el ser humano esté con otros…
- Claro, así es…
- Entonces Abuelito, te hago una preguntita…. ¿por qué es tan difícil convivir?
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Hace unos tres años que Matías me hizo esta “preguntita”. La tengo presente constantemente. Me da “vueltas por el cuerpo”. Trato de hallar una respuesta que me conforme.
Me lleva a lo cotidiano, a lo que ocurre en nuestros espacios microfísicos en la familia, en grupos de amigas y amigos, en la vecindad, en las instituciones.
Me inquieta. Quizás esta inquietud esté motivada porque en el devenir de mis giros planetarios (que son bastantes), con tristeza he visto el derrumbe de hermosos proyectos por rispideces cotidianas que socaban la armonía.
Los proyectos se llevan adelante con personas que confían unas en otras, con espacios de escucha, con actitud de comprender y de no juzgar, con tolerancia a las diferencias, con aceptación de las imperfecciones que creemos ver en otras y en otros y en una misma/uno mismo.
Busco explicación en las características de la cultura dominante: individualismo, competitividad que se mete en todos los ámbitos, sociedad fragmentada, ansias de poder, apetencia por las cosas materiales, insatisfacción permanente…
Aunque quizás todo esto tenga que ver, confieso que no he hallado una respuesta que me satisfaga.
En la Carta anterior traíamos la afirmación de Max Neef, que “nuestra necesidad sería, más que la de humanizarnos, animalizarnos un poco”.
Nos preguntábamos ¿animalizarnos? ¿vegetalizarnos? Lo relaciono con lo que nos decía el querido amigo Donato Camey en el Foro Social Américas, celebrado en Guatemala, en 2008: “Debemos volver a ser humanos”.
Donato nos contaba acerca de la Cosmovisión Maya que busca respetar, proteger y vivir en armonía, con todas las fuerzas y seres vivientes que vemos y no vemos.
La “preguntita” de mi nieto me ha reafirmado en la convicción de que es indispensable que nuestras actitudes en lo cotidiano sean coherentes con nuestros sueños de un mundo sin guerras, una humanidad respetando la vida en todas sus manifestaciones.
Coherencia que se debe manifestar cuidando día a día la armonía en la familia, en la vecindad, en círculos de amigas y amigos, en los ámbitos laborales, en las instituciones…
Sentir que somos Naturaleza, recuperar el Ser Natural, volver a percibirnos pertenecientes al Cosmos, lo siento como el camino.
Somos Naturaleza. No debería ser difícil convivir. Lo natural es convivir y convivir en armonía.
Hasta la Victoria de la Vida Siempre!
Julio
(*) http://www.altaalegremia.com.ar/contenidos/silencio_que_grita.html