CARTA 224: 23/06/16
“RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE”
Sobre la “Relación Médico-Paciente” se han escrito infinidad de artículos y pronunciado numerosas conferencias.
Cuando estudiaba medicina, “allá lejos y hace tiempo”, nuestros profesores con frecuencia se referían a este concepto, siempre enfatizando su trascendencia.
Vinieron los tiempos de la actividad asistencial, en consultorio y en domicilio. “En esos tiempos”, las médicas y los médicos íbamos a los hogares de los enfermos que requerían de nuestra atención: en la jerga, “hacíamos domicilio”.
Era habitual que se nos dijera expresiones tales como. “Ya al hablar con Ud. no más, me sentí mejor” o “Ud. revisó a mi nene y antes de darle el medicamento, lo noté mejor”.
Alguna vez, en situación de “paciente”, vivencié la misma sensación de agradable bienestar, al ser escuchado por el profesional y sobre todo, al sentir que me revisaba, palpando, percutiendo, auscultando.
El devenir del tiempo me enseñó a desaprender muchas cosas…
Dejé de hablar de “Relación Médico-Paciente”, para sustituirla por la de “Relación Trabajadora/Trabajador de Salud-Paciente”.
Al tomar consciencia que la misión del médico es acompañar, borré de mi léxico la palabra “paciente”, simultáneamente con la palabra “receta”.
Fueron instantes de profundizar y resaltar lo indispensable: una relación personalizada, cara a cara, mirándonos a los ojos, “Trabajadora/Trabajador de Salud de la Salud-Persona con Problemas”.
La Carta anterior se refería a la proxi(in)comunicación por el uso de los celulares. Quedé muy sorprendido al recibir desde varias áreas geográficas de dos países distintos, comentarios sobre la interferencia que ocasiona el uso del celular, en esta relación que debe ser tan humana.
Se ha llegado al punto de tener celulares en salas de atención de pacientes, interrumpir procesos quirúrgicos obviamente menos riesgosos, y dar más atención a lo que se habla por el celular en voz alta, sin importar si la persona que escucha desea estar informada de lo que se está hablando. Lo peor, dejar a los y las pacientes desatendidas por contestar o hacer llamada y watsapiar, exclama una lectora. De paso señala que “watsa”, como “chat” y “mail”, es también un término impuesto por el colonialismo.
También recibo relatos que cuentan del uso de celulares por parte de pacientes durante la consulta.
Nuestro querido y sabio amigo Luis Weinstein, nos hace llegar estas tan profundas como esperanzadoras reflexiones:
Vivimos un inmenso síndrome de Frankestein en que el señuelo del celular distrae de la realidad brutal del distanciamiento agresivo con la naturaleza, de la concentración del poder económico, del armamentismo nuclear…Sin embargo subsiste, se comunica, se desarrolla, de todos modos, en medio de este smog, el mundo saludable, alegre, lleno de vida, no autocentrado, compartiendo esperanza.
Constataciones de esta realidad nos deben alertar para no ser atrapados por la tecnología en sus aspectos deshumanizantes, como así también para no decaer jamás en el caminar hacia mundo que queremos de relaciones saludables entre los seres humanos y con toda forma de vida.
Hasta la Victoria de la Vida Siempre!
Julio