Llevando más de medio siglo en la profesión de médico, estoy convencido que la función principal de la trabajadora y del trabajador de la salud es acompañar.
Apelo a la memoria de cada lectora y de cada lector, en ocasión de haber padecido alguna enfermedad, o padecerla algún familiar cercano, lo sanador que ha sido contar con alguien que además de solvencia técnica, haya tenido la de actitud acompañar, involucrándose afectivamente.
Sanar es mucho más qué curar puntualmente algún problema de salud. Sanar es bienestar general, alegremia que se manifiesta con una sonrisa que ilumina el rostro.
Tener la alegremia y la amistosofía en todo el desarrollo del trabajo, de manera permanente.
Para acompañar se requiere compromiso afectivo profundo y disposición de ser amiga o amigo.