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Carolina Cazaux
La herida de hoy sabe a abandono, huele a sangre vieja, muy antigua.
Me resisto a que me quite los colores. Esta vez, no.
Me resisto a que se lleve la esperanza.
Me resisto a dejar de creer en el amor.
Desconfío de las heridas viejas porque hacen ver cosas inexistentes.
¿Cómo puedo hacer para curarte, querida?
¿Tal vez contemplarte?
Aquí estoy, pedime lo que quieras excepto los colores.
¿Qué necesitás? Quiero curarte, pero dejame la fe en el amor.
Dialoguemos, aquí estoy. Quiero escucharte.
Puedo regalarte un dibujo, unas palabras, una canción.
Puedo prepararte un té de pétalos de rosas y perfumarte con palo santo.
Puedo danzarte alredor del fuego, compartir la luna, contarte sobre las estrellas.
Puedo darte un beso y enseñarte la montaña, la sal del mar y las flores silvestres.
Podemos remontar un barrilete y jugar a la mamá. Podemos preparar manzanas acarameladas y té con limón.
Podemos comer chocolates y viajar juntas.
Pero no te lleves la esperanza.
Caro, 21 de enero de 2011