La Gacetilla Alegrémica » Nro.39 - Niño Cuidador de la Vida - 12/05/14Última actualización: 26/05/2014
Un espacio de una hoja y sólo una, para compartir actividades, eventos, sentipensares, poemas, lecturas, bibliografía, obras de arte y todo lo que hace visible el Mundo más Saludable que ya está amaneciendo
Nro. 39 12 de mayo de 2014 Hoy Compartimos… NIÑO CUIDADOR DE LA VIDA
La Gacetilla Alegrémica comparte este relato, que nos enseña una vez más que las niñas y los niños cuidan naturalmente la vida! Como dice la autora “la esperanza está en la inocencia, en la ternura de cada niño y cada niña”.
Julián es mi hijo, el primero de dos, y tiene 6 años. Desde chiquito demostró un gusto y una sensibilidad especial por los animales, peces, delfines, perros, dinosaurios… y en especial, desde que viajamos a Argentina a la casa de su abuela una fascinación por los sapos. Allí sus ojos se maravillaron por primera vez al verlos cantar y saltar por todas partes durante todos los atardeceres y las noches. ¡MAMÁ VI UN SAPO VIVO! – fueron sus primeras palabras de asombro cuando se encontró con un más sorprendido sapito en la puerta de la casa. Aprendió a agarrarlos, tocarlos, cuidarlos… sabe cómo llegan de renacuajos (o shugshi, como le enseñó su papá) a crecer y ser sapos. Julián siempre pregunta cuántos días faltan para que sea viernes, porque aprendió que al otro día es sábado, y vamos a ir a la casa de su Tío Alfonso, en donde hay un pozo con muchos de estos bichitos que nadan sin parar. ¡MAMÁ, PAPÁ: SÍ HAY SHUGSHIS! – viene corriendo y gritando, para avisar que se cumplió su deseo. Él los ve, los cuida, les pone agua, los cuenta, ve cuales son grandes y pronto serán sapos, cuáles son chiquitos aún. Julián sabe que no puede sacar a los shugshi de allí, porque ellos (y todos los seres) tienen que estar con su familia, porque ese es su ambiente y allí deben crecer, y cuando eso suceda, solitos saldrán del pozo para hacer su vida entre los pastos. Pero van a volver al pozo a poner sus huevos, y crecerán nuevos shugshis. En el Parque Calderón de la Ciudad de Cuenca, todos los jueves se reúnen los “Yasunidos” en una desvelada cultural que además de reunir firmas, reúne gente que se expresa de diferentes maneras, a favor del respeto a la vida. Le seguimos contando que ese lugar es hermoso, y que aunque no lo conocemos, sabemos que es hermoso, y que quizás en algún momento podríamos conocerlo tal como está ahora. O quizás él mismo quiera viajar cuando sea grande, y verlo con sus ojitos de niño. Le dijimos que hay mucha gente que vive allí, que no las conocemos, y quizás ellos tampoco nos quieren conocer a nosotros, pero quieren vivir allí, porque han estado allí por miles de años. Pero pasa algo terrible: alguna poca gente de este país quiere destruir ese lugar, le quieren dejar sin lugar para vivir a los animales y a esas personas. Pero hay mucha otra gente que no quiere eso, no quieren que se destruya y están allí en el parque diciendo con todas sus fuerzas que no van a dejar que eso suceda. Y nosotros vamos a apoyarlos. ¿Cómo hacemos que un niño a sus 6 años entienda qué es el extractivismo, el exterminio, el genocidio, el poder que siente el ser humano sobre la naturaleza y sobre la vida de otros seres? ¿Cómo decirle que uno vive en un mundo en donde vale más el dinero que la salud de la gente, y algunas personas se creen más que la misma naturaleza que les dio la vida? ¿Cómo hacemos para decirle que los gobiernos se sienten muy por arriba de los pueblos y que quieren decidir que él y sus hijos no van a conocer esa casa de los sapos? ¿Cómo explicarle que su inocencia es infinitamente tierna para comprender la impotencia que sentimos, ante lo que puede hacer el poder y el dinero? Julián me dijo con toda seguridad: - “VOY A DIBUJAR UN SAPO”. - “¿QUIERES ESCRIBIR ALGO? YO TE DIGO LAS LETRAS PARA QUE VOS ESCRIBAS, COMO HACEMOS EN TU CUADERNO” – le dije. - “SI MAMI, QUIERO ESCRIBIR “NO MATEN A LOS SAPOS”. En la foto está Julián con su dibujo. Cuando íbamos de regreso a casa Julián nos dice “Hoy fue el día más feliz de mi vida porque hicimos algo diferente”. Julián con sus 6 años no comprende todo, pero ojalá en ese rinconcito del corazón, en donde guarda sus recuerdos con los shugshis en el pozo de la casa del tío Alfonso, o aquellos que conoció en Argentina, guarde también y lleve siempre con toda firmeza que él en la calle y con una tiza, dijo lo que siente. Que con sus 6 años no puede firmar para que no sean pocos los que deciden, sino todos y todas las que decidimos, porque la voz de todos vale. Pero igualmente, Julián con una tiza dejó su voz en el parque. Silvina Alessio Cuenca, Ecuador
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