Salud Pública - Salud del Pueblo » Reflexiones sobre Salud IntegralÚltima actualización: 17/06/2009
REFLEXIONES SOBRE SALUD INTEGRALUn andar por el norte argentino, durante varios lustros, en permanentes búsquedas con otras personas, tratando de hacer caminos saludables, me lleva a compartir algunas reflexiones acerca de la salud integral.
Lo que me transmiten las mujeres campesinasEn el norte argentino a las mujeres campesinas se les dice y se dicen entre sí, con mucho respeto y cariño, “Doña”.
Uno de mis primeros diálogos con “doñas” campesinas del norte argentino fue el siguiente:
- ¿Así que vos venís a trabajar el tema salud?
- Y sí...
- Bueno, mirá Julio, si querés que hablemos de salud tenemos que ver primero si el suelo está vivo... porque ¿de qué salud vamos a hablar si pasa el avión arrojando venenos sobre las arroceras? Solamente si el suelo está vivo tendremos plantas sanas, y también animales sanos, y entonces podremos hablar de personas sanas.
Hasta hoy es la mejor definición que he sentido de lo que es la salud integral, una perfecta descripción de lo que es la salud del ecosistema local.
¿De dónde surge esta visión integral?
Percibo que esta visión proviene de una secular defensa de la propia identidad cultural.Tengo el regalo de la Vida de disfrutar cada nuevo amanecer de mi ciclo planetario, en el Norte de Argentina, disfrutando de la biodiversidad cultural. En este escenario aprehendí la hermosura de sumergirme en tantas riquezas culturales.
Culturas que aportan diversas facetas de la concepción del mundo y de cómo pararse ante la vida. Me refiero a las culturas campesinas correntinas, campesinas santiagueñas, de los pueblos wichí, qom, guaraní, movocí, quechuas, kollas, por nombrar sólo algunas con las cuales he interactuado.
De ellas aprendí lo que son las cosas más importantes para mi vida personal.
Sin embargo, todas ellas tienen algo en común: se sienten parte-de-la-Naturaleza. ¡Se sienten Naturaleza!
Contraste con la cultura dominante
De hace ya más de cinco siglos se ha impuesto en el planeta una cultura, la cultura llamada occidental, que hoy domina y somete teniendo esta máxima expresión que se conoce como la globalización neoliberal.
Un proyecto impuesto mediante invasiones (“descubrimiento” de América y conquista de los demás continentes), imposición de la esclavitud arrancando millones de seres humanos de sus lugares naturales por más de 300 años, “conquista del desierto” (¿desierto?) en nuestro propio país, matanzas colectivas, explotación de seres humanos desprecio y marginación, destrucción de selvas y bosques, contaminación de suelos y aguas y todo ello acompañado de un proyecto comunicacional y educacional pretendiendo no sólo imponer una cultura sino aniquilar a las diferentes.
Las llamadas “leyes de mercado” se imponen como verdad dogmática, señalando “el fin de la historia” (¡qué soberbia!): quieren que todos seamos consumidores de Coca Cola y de videos juegos, que todos hablemos el inglés, utilicemos dólares y profesemos la misma “religión” venerando al tener y al poder.
En los albores de la llamada “Era Moderna”, cuando el capitalismo irrumpe en la historia de la humanidad, el “hombre” (hombre macho) occidental se separa de la Naturaleza, se pone frente a ella, quiere conocer sus secretos, “sus leyes” para someterla y dominarla.
Se impone un paradigma cultural y científico que aun hoy predomina: separación de la Naturaleza, ser humano dividido en cuerpo y alma, el universo dividido en energía y materia, todo medible, todo predecible.
Paradigma” es ese conjunto de conceptos que no se discute, que generación tras generación se los acepta como “normal y natural”.
Cito a modo de ejemplo de esta cosmovisión, las afirmaciones de dos reconocidos “padres de la Modernidad”:
- René Descates: “debemos hacernos amos y poseedores de la Naturaleza
- Francis Bacon: “debemos subyugar a la Naturaleza, presionarla para que nos entregue sus secretos, atarla a nuestro servicio y hacerla nuestra esclava”.
Ya desde los albores de esta era impuesta por Occidente en la Historia de la Humanidad, era claro que no solamente se trataba de separar al “hombre” de la Naturaleza sino en enfrentarla y ponerse en actitud de estado de guerra permanente contra la Naturaleza.
Guerra incrementada con locuras inimaginables en todo el siglo XX y que continúa a inicios de este siglo XXI
También es cierto que ya se levantan voces cada vez más fuertes de las culturas defensoras de la vida, de los movimientos sociales, advertencias de científicos que han conservado la ética y la estética, señalando la urgencia del cambio de paradigma.
Las tres “E” resultantes del proyecto de la globalización neoliberalEste es un proyecto que nos va llevando inexorablemente a situaciones de “tres E”:
1. Explotación: explotación a seres humanos, a la mujer, a los niños, a los trabajadores humildes, a los suelos, a los bosques, a los animales, a los mares, a los ríos, a las aguas subterráneas.
2. Exclusión: la exclusión de siempre al diferente, al pobre, al “leproso”, a la madre soltera, al de costumbres sexuales distintas, al viejo, al que ya no nos sirve (“costos dolorosos pero necesarios” decía hace años un economista del Banco Mundial explicando un plan de ajuste para Bolivia... ¿para quiénes es necesario? y ¿quiénes son los destinatarios de los dolores?)
3. Extinción: Al decir de Leonardo Boff, como nunca en la Historia, confluyen dos grandes injusticias: la injusticia social y la injusticia ecológica. De continuar con este “modelo”, la especie humana no tendrá posibilidades de sobrevivir más que unas pocas décadas más. Un indicador elocuente es la pérdida de la biodiversidad biológica. El eminente biólogo Edward Wilson señala que están desapareciendo 3 especies vivas por hora. Y esto tiene que ver con la salud y con la continuidad de la vida de la especie humana.
Las seis “A” de la esperanza
Estamos acostumbrados a que nos hablen de “necesidades básicas”. Se trata de “indicadores “ construidos sobre la base de la lógica de esta cultura del todo medir y poner precio.
Sin embargo, proponemos una reflexión para definir necesidades básicas desde una perspectiva de salud integral.
De aquí surge esto de las seis “A”, es decir seis componentes indispensables para una vida en salud del ser humano.
1. Aire: pocos minutos sobreviviríamos sin aire. El aire que necesitamos para nuestra salud debe ser puro, como es el de la biosfera. Hoy el aire no es sano en las grandes ciudades. Y a escala planetaria sólo mencionamos a la constante destrucción de la capa de ozono mediante esa emisión de gases que un país como los Estados Unidos se niega a cesar de emitir.
2. Abrigo, albergue: un techo digno y un vestido adecuado es lo que necesitamos para sobrevivir. Niños, ancianos, mujeres y hombres de todas las edades “de la calle”, son elocuentes testimonio de este modelo de crueldad.
3. Agua: Tan escasa en el planeta y sin embargo no sólo se la despilfarra sino que se la maltrata contaminándola y negando el acceso de ella a millones. El agua sana, pura, es esencial para la vida.
4. Alimento: hoy la humanidad vive en inseguridad alimentaria. Es que se producen alimentos, no para alimentar sino para el lucro de las grandes empresas, sin importar la calidad de los productos, la crueldad con los animales, la degradación de los suelos, la devastación de los bosques, la contaminación de las aguas. Así se venden productos con conservantes, colorantes y saborizantes “autorizados”, usos de agrotóxicos, de hormonas, de antibióticos, de transgénicos. La propuesta es sencilla: sencilla: alentar una política de producción de alimentos para alimentar. Alimentos silvestres y alimentos de producción agroecológica. Se puede producir bajo la selva, sin voltear árboles.
5. Amor: ¿quién puede vivir sin vida afectiva? El modelo dominante acentúa el individualismo y la organización social piramidal, en una estructura de poder jerárquica. Se producen las rupturas de la solidaridad. La visión de las culturas de pueblos originarios no es para nada la de un ser humano limitado por la piel y dividido en “cuerpo” y “alma” (o psiquis) El ser humano es integral y a su vez como un cuerpo abierto, interconectado con otras personas y con todo el universo. La sociedad, para estas culturas de vida es una relación de redes.
6. Arte: los seres humanos tenemos potencialidades creativas. De allí la necesidad básica de disponer espacios para expresar con felicidad nuestro “arte”. Un arte expresando en lo cotidiano, cantando, danzando, recitando un poema, silbando, arrancando sonidos de una guitarra o de una quena, moldeando una vasija de barro, tallando un trozo de palo santo, construyendo con amor y pasión una vivienda, cultivando un huerto orgánico, describiendo con la pluma un viaje por los Andes, o por los canales de la Patagonia chilena. Un arte ejercido día a día por los trabajadores de la salud que han sabido recuperar aquello de que la “medicina es ciencia y arte...” Un arte disfrutado entre las familias de la comunidad elaborando un jabón medicinal, prodigando un masaje, dispensando dígitopuntura. Un arte que se expresa multifacéticamente llevando siempre un poco más allá las fronteras de la vida en felicidad.
Tenemos un hermoso indicador de salud, que hace evidente cuando estas seis “A” se encuentran en nosotros: son los niveles de “alegremia”
Convencionalmente se pretende “medir la salud” con análisis de laboratorio dosando diversas “emias” (glucemia, colesterolemia, uremia, etc.)
Estos dosajes en sangre tienen siempre valores mínimos y máximos fijados por datos estadísticos.
La salud puede desarrollase sin límites, sin techo. La “alegremia” no tiene valores máximos. La alegremia refleja nuestra salud personal, familiar, institucional, social, comunitaria.
“Ganar en salud”
Otro diálogo con las “doñas” del norte:
- Está muy bien eso que vos decís, Julio, “mejor es prevenir que curar”
- Sí, claro...
- Pero... ¿hasta cuándo?
- ¿Cómo hasta cuándo?
- Y sí... porque eso de prevenir y prevenir siempre es como atajar penales. Vienen las diarreas o vienen las hepatitis, corriendo a hervir agua, viene el sarampìón, corriendo a vacunarse, viene el cólera corriendo a poner cloro al agua... y ¿por qué no nos preguntamos el porqué vienen estas enfermedades?
Lo que nos hacía ver la doña es que solamente con “prevenir”, no estamos cuestionando “el modelo” que provoca enfermedades.
Si volvemos a esto de la salud integral, a la salud del todo, a la salud del ecosistema, debemos entonces leer “el libro de la Naturaleza”.
En un ecosistema sano, una planta nace y crece y vive el tiempo que tiene que vivir... en salud. Será unos pocos días o meses o miles de años como el alerce.
Los seres humanos, con el modelo impuesto, convivimos en forma constante con las enfermedades. Las enfermedades ya son parte del paisaje y no nos cuestionamos. Ya nadie “muere de muerte natural”. Se muere por alguna “enfermedad”. Hasta tal punto que se toma como indicador de pobreza si predominan las muertes por enfermedades infecciosas o desnutrición. Y se toma como indicador de desarrollo si predominan las muertes por infarto, stress, accidentes o cánceres(¡!)
Pablo Regalsky, antropólogo argentino quien de hace años trabaja en Cochabamba, nos contaba en su conferencia en la Academia Nacional de Medicina (4/7/95), que la medicina quechua concibe que el ser humano puede padecer una sola enfermedad: la pérdida del ánimo.
Y todo aquello que nosotros llamamos enfermedades, para la medicina quechua es síntoma de esa “pérdida del ánimo”
¿Por qué se pierde el ánimo?
Cuando hay ruptura de la armonía. Ruptura de la armonía con uno mismo (baja autoestima), en relación con los demás (enojos, agresiones) con todos los seres vivientes (agredir la Madre Tierra, envenenar el suelo, las aguas, destruir plantas, agredir animales)
Ganar en salud es la propuesta de las culturas que se sienten parte de la Naturaleza cuestionando este modelo que provoca enfermedades.
Ganar en salud es re-crear el mundo fundando otro tipo de relaciones con uno mismo, entre todos los seres humanos y con todas las expresiones de vida, de forma tal que predomine la armonía, y así con la salud de los ecosistemas armoniosos la enfermedad tenga cada vez menos lugar.
Recuperar el derecho a ser concebido, nacer, crecer, desarrollarse y finalizar el ciclo biológico... ¡en salud!
Julio Monsalvo
Médico sanitarista
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