Salud Pública - Salud del Pueblo » La salud y la vida que defendemos - Arturo Quizhpe PeraltaÚltima actualización: 15/09/2012
LA SALUD Y LA VIDA QUE DEFENDEMOS
Arturo Quizhpe Peralta
“Y los días se echaron a caminar. Y ellos, los días, nos hicieron. Y así fuimos nacidos nosotros, los hijos de los días, los averiguadores, los buscadores de la vida”.
Eduardo Galeano. Los Hijos de los Días, 2012
“Si somos hijos de los días, dice Galeano, nada tiene de raro que cada día tenga una historia que contar, si estamos hecho de átomos, también estamos hechos de historias”. Historias de lucha, y resistencia, de fracasos y triunfos, estamos hechos de tiempo, de energía (1)
Estamos hechos de historias de sueños e ilusiones, de batallas y compromisos, por construir la Otra Salud, un mundo y un país diferentes. La vida está hecha de historias pequeñas, de gente pequeña, de pueblos pequeños, de cosas pequeñas, desde donde surge y muchas veces está escondida la grandeza, la esperanza y la verdad.
Nuestra Facultad está hecha de historias de dignidad y altivez, en el estudio y la investigación; en la formación de talentos humanos con rigurosidad académica y sensibilidad social; en la búsqueda de la integración de la ética con la estética, de la ciencia con la conciencia, y la libertad como el camino para la construcción de la salud.
En ese proceso, la graduación de nuevos médicos y médicas, es un encontrarse de historias, afectos, y sueños que se iniciaron años atrás, cuando decidieron apretar entre sus manos la meta de ser profesionales de la vida. Superaron barreras una por una, pasaron los años, aprobaron anatomía, fisiología, microbiología, ciencias clínicas, ciencias sociales aplicadas en salud, hasta esconderse en el internado en distintos hospitales, servicios de salud y ciudades del austro.
En el internado se refugiaron en sí mismos, tuvieron un largo caminar, a veces despersonalizados por la intensidad de las labores y el estudio, pero sobre todo por el impacto del dolor y la angustia de pacientes y familiares; por el corre, corre de los exámenes complementarios, la rutina burocrática, las inter consultas, la carencia de recursos técnicos, la medicalización de la vida, la deshumanización del ejercicio profesional, la criminalización del acto médico y las incomprensiones e incoherencias del sistema.
Muchas veces el internado, marca la vida, define el camino que hemos de seguir, acentúa nuestras convicciones. Cada uno tiene historias que contar, vivencias y testimonios que compartir; esperanzas y sueños que se frustraron, vidas que salvaron, dolores que atenuaron, incongruencias que constataron: millones de dólares para la publicidad, y cero centavos para la cena de residentes e internos de guardia, que laboran hasta 100 horas semanales. Noche tras noche queriendo dormir y sin poder, deseando el cafecito caliente del hogar que calma el frio y revitaliza, viendo que la vida se va y se destruye, que hay niños y niñas que ingresan a la emergencia esclavizados por el alcohol y las drogas, adolescentes que decidieron quitarse la vida…
Si tan solo pudiéramos dejar de mirar la televisión un par de horas y escucháramos a ustedes unas pocas historias, nos daríamos cuenta que aún estamos lejos de la ansiada salud de calidad para todos y todas, sentiríamos vergüenza y dolor porque después de tantos años y dinero seguimos enfrentado básicamente la misma injusticia estructural; comprenderíamos que la salud va más allá de la voluntad del médico y de los profesionales; pondríamos al descubierto de que la modernización educativa se fundamenta en la lógica donde sobrevive el más apto, los exámenes estandarizados, el maestro convertido en obrero, la educación pública centrada en el suministro de mano de obra barata para las transnacionales.
Salud es libertad, justicia y dignidad
EL presente exige transformaciones profundas, nadie duda, pero es urgente preguntarse: ¿para qué eso cambios, para beneficiar a quiénes, para consolidar el poder de los mismos de siempre, o para construir nuevos amaneceres de paz, justicia, libertad y equidad? Los profesionales de la salud podemos y debemos contribuir a esos cambios para hacer posible la Otra Salud que no se mide con la cantidad de enfermos atendidos en una hora o de medicamentos entregados gratuitamente.
La Otra Salud por la que luchamos y trabajamos incansablemente es la fuerza transformadora de la vida, que se expresa en la libertad, el bienestar y la alegría de los pueblos. Vida que tenemos que defenderla para generar vidas vivibles, “la vida que merece la pena ser vivida” que significa colocar la sostenibilidad de la vida en el centro y considerar la articulación de las diversas esferas de actividad según el impacto en los procesos vitales (2).
Significa contraponer permanentemente el paradigma del buen vivir desde la visión profunda de los pueblos contra la ética hegemónica y perversa del consumismo; implica defender la unidad de la vida humana con la naturaleza contra el sueño loco de autosuficiencia y mercantilismo que colocan la vida al servicio de la multinacionales.
Para nosotros defender la vida constituye un deber ético que tiene que ser respondido por el conjunto de la sociedad, porque la vida es vulnerable, finita y precaria, por eso, si no se cuida, no es viable. De ahí que debamos preocuparnos por establecer sus condiciones de posibilidad, que no son automáticas: “la vida exige que se cumplan varias condiciones sociales y económicas para que se mantenga como tal” (3).
Reconocer la vulnerabilidad de la vida, dice Amaia Orozco no es reconocer un mal, sino la potencia que hay ahí: la potencia de sentirnos afectados por lo que les ocurre al resto, la potencia de reconocer que la vida es siempre vida en común, en interdependencia; en eco dependencia, porque la vida humana no es superior ni está al margen del resto del planeta (2).
Dónde quedan los derechos de los médicos y médicas:
Para ser médico o médica, se requiere no solo aptitudes y altas calificaciones sino ante todo conocer y poner en práctica “las siete guías que el corazón humano tiene para andar sus pasos: la verdad, la vergüenza, la consecuencia, la honestidad, el respeto a uno mismo y al otro, la memoria y el amor” como proclamara un notable dirigente popular mexicano (4).
Para graduarse de médico o médica, se requiere trabajar y estudiar seis años a dedicación exclusiva en aulas, laboratorios, comunidades, unidades de salud y realizar un trabajo de investigación sobre un tema relevante por lo menos durante seis meses…Todos y todas, ustedes lo han cumplido a cabalidad…Sin embargo, luego vendrá un examen de habilitación profesional, un año de Medicina Rural y por lo menos 3 a 6 años de residencia hospitalaria o comunitaria para obtener un título de especialista, otra vez con entrega absoluta, para entonces empezar a buscar oportunidades de trabajo.
Los médicos y médicas somos seres humanos de carne y hueso, tenemos esperanzas e ilusiones, familias, hijos e hijas a las que amamos. Tenemos derecho a la recreación, a encuentros con nuestras familias, a satisfacer nuestras ansias por conocer, investigar, y recrear la ciencia. Requerimos estímulos subjetivos, aliento a nuestras acciones, oportunidades para educación continua, acceso a información actualizada, empoderamiento y participación en las decisiones que se tomen sobre nosotros. Necesitamos ambientes laborales apropiados, que prioricen siempre por encima de las cosas a los seres humanos; por encima de la producción y el lucro siempre la vida.
Las ocho horas de trabajo no permiten al médico trabajar al 100%; al finalizar las primeras cuatro horas de trabajo el profesional ha perdido el 25% de su capacidad y a partir de las seis horas el 50%, el estrés y el cansancio propios de la profesión contribuyen a la disminución (5).
Aturdidos por el poder, la necesidades clientelares, la priorización de metas en la producción de los servicios, los planificadores pretenden olvidar que los profesionales de la salud somos seres humanos ajenos a los intereses del mercado, sensibles al dolor de nuestros semejantes y sujetos a errores y accidentes en el ejercicio profesional. Olvidan que somos profesionales que luego de largos procesos de formación, entrega personal y sacrificio familiar tenemos derecho a trabajar en condiciones de seguridad, con salarios justos, procesos de selección transparentes.
No se puede hablar de concurso de oposición y méritos, cuando el reglamento reconoce en la práctica solo el 30 por ciento por conocimientos y competencias en la especialidad, 15 por ciento de conocimientos sobre el sistema de salud, 20 por ciento por una evaluación sicométrica, y nada menos que 35 por ciento por una entrevista. ¿Dónde quedan los méritos? ¿Pará qué la pasión por la vida, la investigación, la recreación del conocimiento, la formación por largos años si todo está definido por una entrevista?
¿Qué les podemos pedir a ustedes?
Nos hemos reunido para celebrar vuestra graduación, para mirar el pasado con objetividad, defender el presente con pasión y para delinear conjuntamente el futuro con audacia y alegría, para mantener la frescura, la creatividad, la dignidad, necesarios para romper las barreras del poder, para investigar y producir las evidencias científicas necesarias para animar las voces, las razones y la esperanza.
Valdría tomar las palabras de Mario Benedetti en Memoria y Esperanza, preguntándonos: (6):
¿Qué les queda por probar a los jóvenes
En este mundo de paciencia y asco?
No dejar que le maten el amor,
Recuperar el habla y la utopía,
Ser jóvenes sin prisa y con memoria
Situarse en una historia que es la suya
No convertirse en viejos prematuros.
¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
Tender manos que ayuden/abrir puertas
Entre el corazón propio y el ajeno/
Sobre todo les queda hacer futuro
A pesar de los ruines del pasado
Y los sabios granujas del presente.
Teatro Universitario Carlos Cueva Tamariz. Cuenca,
9 de Agosto de 2012. Graduación de Médicos y Médicas 2012
Citas Bibliográficas
1. Galeano Eduardo. Versión del Génesis que escuchó en una comunidad Maya en Guatemala y que inspiró el libro: Los Hijos de los Días. 08 de Mayo de 2012. Entrevista realizada por Estela Giraldo.
2. Amaia Orozco De vidas vivibles y producción imposible1 (amaiaorozco@gmail.com), enero 2012. México.
3. Butler, Judith, Marcos de Guerra. Las vidas lloradas, Barcelona, Buenos Aires, México, Paidós, 2009
4. Subcomandante Marcos. Desde las montañas del sureste mexicano. Plaza Janés Editores, México, 2000
5. Alajo Washington, Foro Nacional de Salud, Ecuador, 2012
6. Bemedetti Mario. Memoria y Esperanza. Un mensaje a los jóvenes. Alfaguara. 2004 |
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