Crónicas de Vivencias » Me cuesta tanto desarmar la maleta... Vivencias en el Encuentro Buen Vivir y Salud Cuenca, Ecuador, 7-12/10/13 -Analía TrzcinskiÚltima actualización: 25/10/2013
ME CUESTA TANTO DESARMAR LA MALETA… Vivencias en el Encuentro Internacional y Pluricultural: Buen Vivir y Salud Cuenca, Ecuador, 7-12/10/13
Analía Trzcinski Canelones, Repúlica Oriental del Uruguay
Me cuesta tanto desarmar la maleta. Lo he ido haciendo por días, de a poco, como un ritual. Atesorando cada memoria que me trae cada uno de estos artículos, ya sean ropas sucias y manchadas de experiencias, regalos del alma que me fueron entregados, o elementos sin aparente sentido, cargados de la afectividad de lo compartido.
Es que llegué a Cuenca desde mi corazón, y mis pedacitos van regresando a casa de a poco. Cada noche, según me contaron, antes de dormir debo pedir que ya regresen todos. Lo he estado haciendo desde hace varias noches, pero en realidad no sé cuando van a terminar de llegar. Lo que sé, es el maravilloso sentir que quedó dentro. Saber que cada uno y cada una estamos en nuestros lugares impulsando el amor, la alegría, la armonía en nuestra bella Abya Yala, me hace sentir que me he encontrado con mi destino. Después de tanto caminar, llego a mi hogar planetario. Justo en este año, a mis cuarenta, en el que soy dos veces persona, según la sabiduría maya. En el mes de julio supe de la I Asamblea del Movimiento por la Salud de los Pueblos Latinoamérica, a través de Rosenda Camey y Vivian Camacho, quienes me invitaron a participar. En mi mente racional descarté inmediatamente viajar, porque mis ocupaciones cotidianas son muchas y variadas, por el factor dinero, siempre presente en el mundo material, y por miedos que me resultaban difíciles de reconocer. Aún con estos sentires, el corazón permaneció latiendo. Charla mediante con una amiga del alma y palabras contundentes de Vivi, “dejate de excusas” fueron el empujón final. Y comencé a buscar contactos para ver si alguien más viajaba desde Uruguay. Uno de mis mayores miedos era justamente viajar sola. No, de Uruguay no viajaba nadie. A enfrentar mis miedos. No tuve mucho apego al obstáculo del dinero, porque vez tras vez he comprobado que se tiene lo que se necesita. Y en esta oportunidad no fue la excepción, los recursos llegaron, incluso en las últimas horas. La racionalidad de mis múltiples ocupaciones y roles, no fue difícil de enfrentar. No soy imprescindible en ningún sitio. ¡Vaya baño de humildad! Quince días antes de partir, me preguntan por la posibilidad de presentar una ponencia, siendo la única representante de Uruguay. Llamé a Agustín Barúa, vinculado al MSP-LA y descargué: “¿De qué quieren que hable? ¿del barro? ¡De lo único que puedo hablar es del barro!” “Hablá del barro, entonces, Analía. Pero no dejes de disfrutar tu experiencia. Es tuya.” Esas palabras me tranquilizaron el alma. Es que ya tantos años de trabajo comunitario, me han cambiado profundamente, y mi lenguaje, mi forma de expresarme, distan mucho de la academia. Y no hay vuelta atrás. Así fue como al día siguiente, fluyeron las conclusiones a las que quería llegar con mi exposición, y el domingo desarrollé la presentación, con bellas imágenes que resumen mi caminar por la salud integral. La presentación se llama “Abriendo caminos para APS”, porque en lo cotidiano camino con mis dos equipos de trabajo, para el desarrollo de estrategias de atención primaria de salud.
Soy licenciada en trabajo social, y me desempeño laboralmente en ASSE, Administración de Servicios de Salud del Estado, y en un Centro CAIF, política pública de convenio con organizaciones de la sociedad civil para la atención de niños entre 0 y 3 años.
Luego de la reforma de la salud de Uruguay en 2007, se refuerza la estrategia de APS, y es en ese caminar en las comunidades que me encontré con la medicina floral a través de servicios voluntarios de terapeutas florales del sistema de Medicina Bionergética del Uruguay (MBU) Comencé a experimentar con la terapia personal de fórmulas florales, y la transformación energética fue inmediata, potenciando al máximo mi capacidad de auto-observación. Como ejemplo, me sané de sufrir broncoespasmos en los cambios de estación, al contactar con la herida emocional que los provocaba. Al año de terapia floral, inicié mi formación en Casa Verde, centro de medicina natural dirigido por el Dr. Bernardo Ferrando, creador del sistema MBU. El año pasado terminé mi formación como terapeuta floral, y actualmente estoy participando de dos servicios comunitarios en zonas de vulnerabilidad social. Esta experiencia me llena de satisfacciones concretas, llenando vacíos dejados por la academia: ¿qué puede hacer la medicina tradicional ante una persona que sufre de melancolía? ¿qué puedo hacer una trabajadora social cuando alguien tiene conflictos con su pareja a causa de su frigidez? Las flores se nos brindan para sobrellevar estas cargas. Me sigo maravillando cuando voy a consulta con mi terapeuta, y le planteo mi mundo de problemas. Ella me escucha, y prepara “la fórmula mágica”. La tomo una semana, y luego ya no la necesito. Puedo reconocer que el mundo estaba en mi cabeza y también puedo dar los pasos necesarios para enfrentar los problemas.
Las flores trabajan a nivel energético. Cuando enferma nuestro cuerpo, primero enfermaron nuestros afectos, provocando un desequilibrio energético. Al contactar con esa herida en nuestros afectos, es que podemos iniciar un proceso de sanación, re-estableciendo el equilibrio energético. Cada flor vibra de forma única, singular, en polaridades defensivas o creativas, de forma similar a cada persona. Si desde nuestra personalidad actuamos defensivamente un afecto determinado, podemos recurrir a alguna flor para que nos equilibre, y podamos manifestar ese afecto de forma creativa. Las flores siempre han estado presentes en mi vida. De niña me encantaba jugar con frasquitos, agua y pétalos de flores, haciendo experimentos. Hace poco alguien me dijo que en los juegos de los niños se manifiesta nuestra verdadera esencia. Justamente, de esencias se trata este camino de las flores. Comparto con alegría un tramo de mi caminar, habiendo tenido el gusto de encontrarme con tantos lindos hermanos argentinos, que me hicieron sentir realmente acompañada en Cuenca. Una enorme satisfacción para el corazón, conocer a Julio Monsalvo, y aprender de la Alta Alegremia, componente esencial para la salud integral en nuestras comunidades. Mi gratitud por haberme invitado a participar de este espacio. ¡Hasta siempre, compañeros y compañeras de caminos! Con Amor, Analía |
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